El mes próximo se cumplirá un año de la partida del gobernante más querido que haya servido en Talkeetna, pequeña y gélida localidad de 900 habitantes de Alaska, Estados Unidos; un funcionario capaz de derretir de ternura a demócratas y republicanos por igual, famoso por su afición a las siestas, recordado por demostrar que no es necesario tener pulgares oponibles para liderar. Muerto el pasado julio a la longeva edad de 20 años, se trata del mayor Stubbs, gato naranja que devino alcalde honorario en 1998 y que ofició como tal hasta su fallecimiento, en 2017. Según la leyenda local, llegó al puesto por la insatisfacción de los residentes con sus candidatos humanos; empero, sugieren medios a diestra y siniestra, su “nombramiento” fue apenas una campaña de marketing destinada a atraer más turistas: finalmente, en tanto distrito histórico y no ciudad real, Talkeetna no goza de la figura de alcalde... Más allá del “detalle”, cierto es que Stubbs se convirtió en motivo de orgullo para el pueblo, con vecinos dispensándole los más sentidos elogios: “No nos aumenta los impuestos ni interfiere con nuestros negocios”, “Es tan honesto”, “No sé qué haríamos sin él”, algunas loas dedicadas al animal en artículos de los últimos años. Cuando no estaba en su “oficina” –léase la proveeduría principal de Talkeetna, regenteada por los humanos que lo adoptaron cuando era apenas un cachorro–, gustaba vagar por el pueblo, tomar agua en copas de vino, ser acariciado por los locales. Tan grande fue su fama que el 75 % de los visitantes preguntaban ni bien llegar dónde podía encontrar al alcalde Stubbs. Y cuando en 2013 fue atacado brutalmente por un perro, todos los vecinos juntaron los morlacos necesarios para pagar por la atención médica... Incluso con un pulmón perforado, el esternón fracturado y laceraciones profundas, rápidamente volvió a asumir sus deberes tras una pronta recuperación, tal era el compromiso del querido gobernante. Y aunque no se han informado aún de celebraciones para honrar el año de su partida, de seguro habrá festejo, posiblemente pergeñado por su reemplazante: el alcalde Denali: otro gato, sí, “entrenado” –según sus dueños– “por el mismísimo Stubbs”, que muestra sus quehaceres cotidianos vía cuenta propia de Instagram.
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