Hombre afecto a llevar a cabo personalísimos proyectos, Diego Schissi. Pero esta vez le tocó aflojar su pluma musical, o al menos reorientarla hacia otro fin: arreglar, a su particular modo, piezas de Mariano Mores. Le “tocó” porque la idea no partió de él, sino de Adrián Iaies, director de la Usina del Arte. Y el resultado se escuchó a priori del disco (un triplete de conciertos en septiembre del año pasado) y se escuchará hoy a las 19, cuando el pianista, compositor y un montón de cosas más pise escena en Caffarena 1 para presentar Tanguera junto a su quinteto. “Es cierto que al principio, este trabajo sonaba algo difícil de imaginar para un grupo que tiene la premisa de hacer música propia como eje estructural. Pero después, pude hacer una lista de temas en pocos minutos en mi cabeza y me di cuenta de la familiaridad que tengo con la obra de Mores... Estamos contentos de haber asumido el riesgo”, introduce Schissi, que mostrará este trabajo de doce piezas, junto al quinteto que integran Guillermo Rubino en violín; Santiago Segret, en bandoneón y voz; Ismael Grossman, en guitarra; y Juan Pablo Navarro, en contrabajo.
“Creo que en la memoria emotiva de todos los que tenemos más de 40 años, la música de Mores es un hito que dejó una marca. La belleza de las melodías y los textos de Discépolo, de Contursi, etcétera, dejaron huellas en mi adolescencia, y no costó mucho conectar con esa línea. Encima, este año se cumplen cien años de su nacimiento: cerraba por todos lados”, legitima el músico, que no solo se encargó de redimir la música de Mores, sino también las letras de los eventuales socios compositivos de aquel. De Contursi, por eso Lidia Borda canta “Cristal” y “Sin palabras”. O de Discépolo, por eso Micaela Vita hace lo propio con “Cafetín de Buenos Aires”. “Las voces fueron elegidas por afinidad y cercanía”, advierte el compositor. “Son todas grandes cantantes y, más que su relación o no con el género, terminó pesando la idea de probar cómo cada voz resonaría con cada arreglo, ya que todas tuvieron la posibilidad de cantar todos los temas... Se terminó eligiendo la combinación más explosiva entre voz y versión”.
Además de las citadas, el concierto contará con las participaciones de Nadia Larcher, cuya voz grafica la historia de “En esta tarde gris”, y de Viviana Scarlassa, además de los bailarines Ollantay Rojas, Milagros Rolandelli y Lisandro Eberle. Schissi también tiene previsto tomarse los veinte minutos iniciales para despuntar el vicio con un raid sintético por músicas propias. “Será un espectáculo bastante variado y cambiante”, prevé el pianista, antes de volver sobre el nombre del disco, y de la pieza que lo abre. “‘Tanguera’ es un tema asociado al baile del tango. Nosotros lo llevamos para el lado del tratamiento como tema y variaciones, aprovechando la fuerza y el lirismo de la versión original. Pero en el recital volverá a ser bailado, a elección de los bailarines. Da la impresión que, por más que se lo cambie, el material nació para ser bailado”.
–¿Cuáles fueron las formas más adecuadas que encontró para “intervenir” a Mores?
–En lo estrictamente musical, conservamos la melodía y nos animamos a “intervenir” otros elementos compositivos. A veces el ritmo, o el carácter o los acordes. Siempre cuidando el perfil melódico, ya sean (los temas) instrumentales o cantados, y buscando diferentes maneras de vestir a esas melodías de una forma que, aunque cambiaran sus rasgos originales, no se desvirtuara algo de lo que considerábamos esencial en los temas. Hay algo entre el homenaje al autor en paralelo a una apuesta a hacer versiones “compositivas” de los temas. Tal vez algunos puristas renieguen y hasta tengan razón en hacerlo, pero era una condición inevitable por la naturaleza del grupo, donde el sesgo autoral siempre está presente.
–¿Cómo resultó la tarea en “Cristal” y “Cuartito azul”, dos de las composiciones más emblemáticas del pianista?
–“Cristal” fue tratado con una valoración expresiva de la letra, donde la primera parte es desgarradora (“Tengo el corazón hecho pedazos/ rota mi emoción en este día...”), cruda y desesperanzada. La segunda parte, por el contrario, es esperanzada, mística y llena de palabras tiernas (“Más frágil que el cristal/ fue mi amor junto a ti...). Esto dio pie a una versión muy diferenciada en carácter de las dos secciones, con la impronta del género más en el gesto que en los detalles estilísticos: lo fuerte del género en el decir desesperado y lo dulce de lo lírico extremado que también nos regala el tango como género. “Cuartito azul”, en tanto, está tratado como instrumental en una versión que remeda el estilo de la orquesta de Di Sarli. Tal vez un doble homenaje, con algo de juego; a la larga, termina resultando en uno de los momentos más “tangueros” del disco en el sentido estricto.
En lo que va de la década, Schissi y su quinteto tienen –además de Tanguera– cuatro discos publicados: Tongos (2010), Tipas y Tipos (2012); Hermanos (2014) y Timba (2016). Un devenir prolífico, que seguirá con un capricho que el compositor acarrea hace tiempo: trabajar un material alrededor de la canción “Por”, de Luis Alberto Spinetta. “La idea es tomar cada palabra del poema como título de un tema. El poema consta de 47 palabras, o sea que estamos hablando de producir 47 temas”, cuenta. “Tenemos en mente sacar un primer volumen pronto y seguir el proyecto en el tiempo. Es una manera caprichosa, sí, de vincularnos con Spinetta y de hilar una historia musical de múltiples influencias, aprovechando la propia (aparente) incongruencia del poema generador y esbozar una posible articulación en música. Lanzados en el tiempo, con la incertidumbre de si podremos terminarlo pero con la certeza de que lo único que nos sostiene es el deseo de hacerlo: como la vida misma”, cierra Schissi, que también versionó la bellísima “Gricel”, como la había hecho su adorado Spinetta treinta años atrás. Todo tiene que ver con todo, al cabo.