Con curaduría y dirección de Matías Umpiérrez, comenzó ayer la tercera edición del Festival Internacional de Dramaturgia. Obras de diferentes disciplinas plantean una reflexión sobre las narrativas de la contemporaneidad, bajo el lema “estados emocionales”. Más de 100 artistas de distintos países participaron en la realización de 13 proyectos; la virtualidad posibilitó la creación. Sobre esto reflexiona, también, la propuesta: en tiempos de globalización y comunicación digital, ¿cómo pueden migrar los conceptos, las imágenes, los textos y el movimiento? ¿Cómo hacer de esa migración una experiencia que conecte con el público? La programación, que ocurre en teatros independientes de la Ciudad y otros espacios, abarca teatro, danza, performances, intervenciones urbanas y artes visuales.
En 2014 y 2016, el festival estuvo centrado en el teatro. Artistas porteños o residentes en Buenos Aires recibían textos de colegas de otras partes del mundo y los ponían en escena. Era un “juego de escenario sociopolítico”, dice Umpiérrez –artista y gestor–, una “traducción”, la “absorción” de un material por parte de “otro sistema”. Lo fructífero de estos encuentros quedó demostrado: de ellos surgieron piezas como Mi hijo sólo camina un poco más lento, del croata Ivor Martinic, con dirección de Guillermo Cacace; Pieza plástica, del alemán Marius von Mayenburg, dirigida por Luciano Cáceres; Hamlet está muerto sin fuerza de gravedad, del austríaco Ewald Palmetshofer, con dirección de Lisandro Rodríguez y Los ojos de Ana, del francés Luc Tartar, dirigida por Paula Marull, entre otras.
En esta oportunidad, el encuentro mantendrá el área teatral con una oferta de cinco estrenos, pero incorpora además danza, performances, conferencias e intervenciones site specific. Han participado creadores de Finlandia, Alemania, Perú, Líbano, Francia, Croacia, Brasil, India, Uruguay y España, en colaboración con artistas argentinos y residentes de la Ciudad de Buenos Aires.
Umpiérrez, que está viviendo en Madrid, considera a la gestión como parte de su obra artística. Y siendo un artista transdisciplinario, sintió que tenía que volcar este espíritu en el festival creado por él. “Me interesa lo transdisciplinario por mi historia personal. Mi hermano y yo somos los únicos argentinos en mi familia, que fue muy nómada. Todos crecieron en un lugar en el que finalmente no vivieron en la adultez. Me interesa mucho el sistema global”, se define. “Mi escenario como artista es la globalidad. A lo largo del tiempo me terminé constituyendo en medio de una frontera. En plena era global, el gran problema son las fronteras. Mi posición política es que son un territorio”, manifiesta.
Creador de proyectos como TeatroSOLO o la pieza de teatro-virtual Distancia, se desempeñó curador del área de Teatro del Centro Cultural Rojas entre 2007 y 2013, dando origen a ciclos que se mantienen vigentes, como el “Operas Primas”. Cuando dejó este rol, quiso “seguir generando entramados de creación, aprovechando la efervescencia que tiene Buenos Aires”, y siempre con énfasis en la experimentación. Así surgió el Festival Internacional de Dramaturgia, puente creativo entre artistas de distintos puntos del mundo. El dispositivo que los conecta es la Plataforma Fluorescente, con producción general de Malena Schnitzer y ejecutiva de Melisa Santoro. En un sistema colaborativo de producción, hacen aportes instituciones culturales internacionales y locales, tanto públicas como privadas.
El lema de esta edición es “estados emocionales”. “Se relaciona con todas las figuras que significa la palabra ‘estado’. El privado y el ejercicio público del poder. Lo emocional también lo abordamos desde la dimensión privada y la pública, que hoy cobra un lugar central, porque hay políticas de gobernabilidad que se fundan en el movimiento emocional de quien va a votar. Se apela a índices como el miedo, el acoso por la realidad económica, que llevan a las personas a tomar decisiones. Las políticas emocionales terminan construyendo una dramaturgia”, explica el actor. Y agrega: “El público va a construir experiencias. Es mi gran tesis. En plena era digital, cuando transitamos la experiencia definitivamente es algo irrepetible”.
El festival está organizado en cinco secciones. En el marco de “Dramaturgia de los mundos paralelos”, estrenarán cinco obras teatrales con dramaturgia de Uruguay (Santiago Sanguinetti), Brasil (Alexandre Dal Farra), Perú (Mariana Silva Yrigoyen), Croacia (Vedrana Klepica ) y Finlandia (Saara Turunen). Serán dirigidas por artistas de Argentina: Pablo Seijo, Lisandro Rodríguez, Nacho Ciatti, Azul Lombardía y Sebastián Kalt. “El teatro propone mundos paralelos al nuestro, pero en este caso lo hará de manera radical”, adelanta el curador. Territorios saturados, guerras en cosmografías insospechadas, realidades duplicadas y un pasado, presente o futuro incierto aparecerán en las propuestas.
“Dramaturgia en movimiento” puso en contacto a una coreógrafa alemana (Paula Rosolen) y un coreógrafo francés (David Wampach), quienes compusieron piezas que serán reinterpretadas por los argentinos Leticia Mazur y Luis Biasotto. Tras su estreno, las piezas tanto de teatro como de danza continuarán programadas en las salas que son sede del festival: el Espacio Callejón, Timbre 4, Teatro Anfitrión, Estudio Los Vidrios, C.C. San Martín y C.C. Recoleta.
A partir de imágenes de la Quinta Trabucco, casona de principios del siglo XX ubicada en Vicente López, una artista del Líbano (Maya Zbib) y una de la India (Abhishek Majumdar) construyeron textos de ficción. Así aportaron a la sección “Dramaturgia de una urbanidad desconocida”, que también involucró a cuatro artistas argentinas, del campo de las artes visuales (Sofía Medici, Laura Kalauz, Florencia Rodríguez Giles y Alina Marinelli). Ellas montarán dos intervenciones site specific con performances e instalaciones a partir de aquellos textos. En el marco de “Dramaturgia para una conferencia”, el filósofo franco español Paul Preciado creó instrucciones para una conferencia, que será utilizado aquí por Roberto Jacoby, Juan Onofri Barbato y Paloma del Cerro para dar discursos. La quinta sección consiste en la exhibición “descentralizada” de las fotografías de Nacho Iasparra: sus trabajos aparecen en los diversos dispositivos gráficos –programas, afiches, posters– vinculados al festival.