Las recientes declaraciones de la gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, licenciada en Ciencias Políticas de la Universidad Católica Argentina, dicen más sobre su propia pobreza conceptual que acerca de las condiciones de vida de la población universitaria argentina y bonaerense. “¿Es de equidad que durante años hayamos poblado la provincia de Buenos Aires de universidades públicas?”, se preguntó la gobernadora. La consulta encubre un juicio de valor acerca de lo equitativo y de lo inequitativo, que es una velada respuesta negativa. Nuestra visión es otra: 

-En 1992 el quintil más rico de la población argentina recibía el 38,4 por ciento de las erogaciones públicas en educación superior, mientras el quintil más pobre solamente el 8,5 por ciento. Ello implica una brecha de 4,5 a 1. En ese momento, sumando a la Universidad Tecnológica Nacional que posee sedes en todo el país, en territorio bonaerense funcionaban 8 universidades nacionales.

  • En 2010, el 20 por ciento más rico de la población concentraba el 25 por ciento del gasto en educación superior, contra un 13 por ciento correspondiente al 20 por ciento más pobre de los habitantes del país. Es decir, una brecha de 1,9 a 1. Para ese año, ya había en la Provincia de Buenos Aires 21 universidades públicas (19 nacionales y 2 provinciales).
  • A 2014, el quintil más rico de la población acumulaba un 21,1 por ciento del gasto en educación superior y el quintil más pobre el 15,1 por ciento, la brecha se había reducido a 1,4 a 1. Para entonces, había 23 universidades públicas en suelo bonaerense (20 nacionales y 3 provinciales).

Esta evolución se percibe también en los datos de la EPH del INDEC, según los cuáles dentro del 40 por ciento más pobre de la población del Gran Buenos Aires, la proporción que asiste a universidades públicas se incrementó, de 2008 a 2015, en un 47 por ciento para el primer quintil (el de menores ingresos) y en un 95 por ciento para el segundo.

Para nosotros poblar la provincia de Buenos Aires (y el resto del país) de universidades públicas es de equidad, además de que resulta imprescindible para garantizar, a todo el pueblo argentino, el derecho a la universidad.

La declaración con la que continúa Vidal: “cuando todos los que estamos acá sabemos que nadie que nace en la pobreza en la Argentina hoy llega a la universidad” es una afirmación cuya exactitud debemos también analizar.

A partir de datos del Censo Nacional 2010, que relevan una población nacida en Argentina que cursa o cursó estudios universitarios y/o post universitarios de más de 3.930.000 y del incremento en 112.000 estudiantes 2010-2013 que surge de los anuarios estadísticos del Ministerio de Educación, es razonable pensar que, en la actualidad, la población nacida en Argentina que “llegó” a la universidad (esto es, que cursa o cursó estudios universitarios), no resulta menor a los 4.000.000 de personas.

Es estadísticamente imposible que de esos cuatro millones de personas, “nadie” haya nacido pobre. Es necesario ser literales, ya que cuando la gobernadora dice “nadie”, el sentido es de una realidad inmutable, de una derrota irremontable. De haberse referido en cambio, a “poca gente”, podríamos pensar, en cómo lo lograron, en qué hacer para que su número crezca, en cómo garantizar que todos y todas puedan ir a la universidad.

Según el Censo 2010, unas 74.000 personas, nacidas en el país, que por entonces vivían en hogares con necesidades básicas insatisfechas, esto es, en condiciones de pobreza estructural, contaban con estudios universitarios o post universitarios completos o incompletos, de las cuales 12.000 vivían en la provincia de Buenos Aires (7.000 en el conurbano bonaerense).

Muchos de los pibes y de las pibas (y de los y las no tan pibes/as) que habitan nuestras aulas, nacieron en la pobreza. Esos y esas nadies (según la gobernadora) en no pocos casos siguen en situación de pobreza, agravada por la política económica que implementa el gobierno.

Mucho mayor es la pobreza del discurso de la gobernadora, sin precisión en la expresión, sin rigurosidad en el manejo de datos y sin profundidad de análisis. Lástima que sea egresada de una universidad privada. Se perdió de vivir la hermosa experiencia vital de la universidad pública.

* Investigadores-docentes del Instituto del Conurbano de la Universidad Nacional de General Sarmiento.