Fallas “del sistema”, aterrizajes forzosos, lluvia de demandas, demoras recurrentes, desperfectos técnicos y aviones que nunca cobran vuelo: desde su desembarco en el país la lowcost mimada del macrismo, ligada a Richard Gluzman, un ex socio del vicejefe de Gabinete Mario Quintana, no ha parado de acumular irregularidades. En este panorama, ahora, Julián Cook, el CEO de Flybondi, adelantó que antes de fin de año intentará agregar vuelos a Montevideo, Punta del Este y Río de Janeiro. Y contó también que le gustaría vender pasajes a doscientos pesos, pero no lo dejan.
"Nosotros no queremos competir con las aerolíneas existentes, nosotros queremos apuntar al público que no vuela y nada mejor que precios bajos para cambiar la mentalidad. Por ejemplo, me gustaría vender pasajes a $ 200, más allá de que eso no se puede hacer porque no permiten hacerlo a menos de $ 500", sostuvo el empresario al frente de una compañía que al momento en el que le adjudicaron las rutas aéreas declaró un capital total de 6000 dólares y ningún avión.
A pesar de las denuncias por irregularidades, la empresa avanzó en su plan de negocios y habilitó un punto de conexión en Córdoba, para lo cual pidió incluso beneficios fiscales y extensiones impositivas. Al extenso inventario de problemas de operatividad que acumula Flybondi en su corta vida y antes incluso de empezar su actividad, hay que sumar los cuestionamientos judiciales que objetan el servicio que está en condiciones de brindar y condiciones de seguridad tanto de la línea aérea como del aeropuerto de El Palomar.
En enero, el debut fue con un fallido vuelo de prueba en Córdoba y, desde entonces, no pudo prestar normalmente el servicio hasta el final de ese mes. El sábado 3 de febrero en un vuelo de Bariloche a Córdoba, la aerolínea dejó a los pasajeros sin valijas por otro incidente técnico. Para mediados de marzo ya llevaba acumulado seis percances. El más estruendoso fue el del lunes 12 de marzo, cuando estrenaba su tercer avión, con un vuelo desde Iguazú a Córdoba y desde allí, a El Palomar. Ese día una “falla del sistema” obligó a reprogramar y los pasajeros fueron demorados unas doce horas. El avión –patente LV-HKR- demorado en esa oportunidad había sido comprado a una low cost tailandesa, Nok Air, que se cuenta entre las más inseguras del mundo. No se trata de un caso aislado: los problemas constantes que padecen los pasajeros de Flybondi se originan en una estrategia comercial que consiste en la compra de aviones usados, baratos y con baja calificación de seguridad