En muchas ocasiones, hay que perder cosas para aprender a valorarlas. Es el caso de Juan Martín Del Potro, que estuvo cerca de retirarse del tenis, alejado de la competencia, y volvió al circuito tras superar su tercera operación de muñeca, finalizando uno de sus mejores años. Campeón de la Copa Davis por primera vez en la historia, una medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Río, ganador del ATP 250 de Estocolmo, y victorias ante top ten forman parte de este repertorio.
El esperado retorno se produjo en el ATP 250 de Delray Beach, Estados Unidos, certamen en el que cayó en semifinales 7-5, 7-5 ante el local Sam Querrey. “Pero esta semana he ganado más que un torneo. Estoy muy contento de jugar al tenis de nuevo”, dijo tras el duelo. Sus objetivos estaban puestos en disfrutar de lo que ama después de tantas batallas contra lesiones.
En marzo participó de los Masters 1000 de Indian Wells y Miami en los que perdió en segunda ronda. Al mes siguiente disputó el ATP 250 de Munich en el que se despidió en cuartos de final. En mayo dio el presente en el Masters 1000 de Madrid, y logró una buena victoria ante una de las revelaciones del año, el austríaco Dominic Thiem, en su debut. Seguido de ese encuentro fue derrotado por Jack Sock.
En junio se inició la gira de césped, superficie que le sienta muy bien y que lo favorece debido a la potencia de su juego. En el ATP 250 de Stuttgart consiguió dos buenas victorias, ante el búlgaro Grigor Dimitrov y el francés Gilles Simon, antes de caer en semifinales ante el alemán Philipp Kohlschreiber.
A la semana siguiente se trasladó hacia el ATP 500 de Queen’s, torneo en el que luchó ante el estadounidense John Isner en la ronda inicial, pero terminó superado 7-6 (2), 6-4.
Llegó el turno del primer Grand Slam en su vuelta a las canchas, y la cita era nada menos que en Wimbledon, certamen en el que fue semifinalista en 2013. Allí, en segunda ronda logró una de las victorias más resonantes de la temporada ante el suizo Stan Wawrinka, que en ese momento era número cinco del ranking de la ATP. Emocionado tras lo que había conseguido, no se olvidó de las situaciones adversas que tuvo que atravesar, y declaró: “Después de mi tercera cirugía, esto es como mi segunda o tercera carrera en mi corta vida. Solo quiero jugar al tenis de nuevo; es una gran sensación para mí, me siento vivo”. En la ronda siguiente cayó ante el francés Lucas Pouille, pero no importaba, el anuncio de que estaba de vuelta ya estaba hecho.
Tras el tradicional certamen británico, llegó el turno de volver a ponerse la camiseta celeste y blanca para jugar los cuartos de final de Copa Davis, ante Italia, como visitante. Allí, el ex número cuatro del mundo integró el dobles junto al bahiense Guido Pella, en el que ganaron y fueron partícipes del triunfo y acceso a las semifinales de la máxima competencia del mundo por equipos.
En agosto lo esperaban los Juegos Olímpicos, en Río. En Londres 2012 el bonaerense se había colgado la medalla de bronce. El sorteo le deparó un debut difícil: el número uno del mundo, Novak Djokovic fue su rival en primera ronda. Del Potro sacó a relucir su mejor tenis aquella noche: sus latigazos de derecha lastimaban al serbio, al igual que el saque del argentino. Nunca le encontró la vuelta el europeo, y fue victoria del campeón del US Open 2009 7-6 (4), 7-6 (2). Pero no se conformó con eso: continuó ganando y en semifinales lo aguardaba uno de los mejores jugadores de la historia del tenis, Rafael Nadal. Con el rodaje y el buen juego que traía, Del Potro también dio el batacazo y se llevó el duelo 5-7, 6-4, 7-6 (5). Tras haber jugado un partido extenso con el mallorquín, llegó a la definición ante el escocés Andy Murray, número dos del mundo. En un encuentro más que digno, y que además fue el más largo de la temporada con una duración de cuatro horas y dos minutos, cedió 5-7, 6-4, 2-6, 5-7. “Esta semana es de las mejores cosas que me pasaron”, aseguró tras haber logrado la medalla de plata. Con el resultado, se convirtió en el sexto jugador de la era Abierta en ser múltiple medallista olímpico, campeón de Grand Slam y de Copa Davis. En esa lista también aparecen Andy Murray, Rafael Nadal, Goran Ivanisevic, Stefan Edberg y Roger Federer.
Por otro lado, es el quinto jugador en llegar a 10 victorias en Juegos Olímpicos, junto a Roger Federer (13), Andy Murray (12), Fernando González (10) y Rafael Nadal (10). Y el sexto tenista en obtener dos semifinales en este tipo de eventos.
Con los sentimientos a flor de piel por lo hecho, y con su juego consolidado se trasladó hacia la ciudad que había conquistado en 2009: Nueva York. Disputó el US Open, certamen en el que se impuso ante el español David Ferrer (13º) y Thiem (10º). Finalmente, esta vez no pudo con Wawrinka, y se despidió en cuartos de final. Se transformó en el jugador con ranking más bajo (142º) en meterse entre los ocho mejores del Major estadounidense.
En septiembre, nuevamente representó al país frente a Gran Bretaña, por las semifinales de la Copa Davis. En Glasgow, se tomó revancha y en el primer día de la serie batió a Andy Murray 6-4, 5-7, 6-7 (5), 6-3, 6-4. La característica de ese partido fue el tenis de alto vuelo y el nivel superlativo de ambos. De hecho, el diario francés L’Equipe lo calificó como el mejor encuentro del año. Argentina ganó la serie 3-2 y se instaló en la final de la competencia.
En octubre fue hacia Shanghai, disputó el Masters 1000, torneo en el que cayó en su debut ante el belga David Goffin. Pero la derrota quedó en el olvido, y a la semana siguiente se consagró campeón del ATP 250 de Estocolmo. “Le agradezco a la gente que me apoyó sin saber si iba a seguir jugando al tenis o no”, aseveró tras el título. Fue uno de los seis jugadores que se coronó en la temporada sin perder sets.
En la gira indoor de fin de año, su próximo destino fue el ATP 500 de Basilea, en el que alcanzó los cuartos de final (perdió ante el japonés Kei Nishikori).
Una vez que compitió en su último torneo, tanto él como el resto de los integrantes del equipo argentino de Copa Davis, se enfocaron en su objetivo: levantar por primera vez en la historia la Ensaladera de Plata. En Croacia, demostró su capacidad de líder y comandó al representativo nacional a la victoria. El primer día de la serie se impuso 6-4, 6-7 (6), 6-3, 7-5 ante Ivo Karlovic. Y el domingo, cuando la serie estaba 2-1 para los locales, y Marin Cilic se encontraba 2-0 en sets ante Del Potro, el argentino sacó a relucir su mejor versión y lo dio vuelta. Le dio vida al equipo en la final, y la chance de que Federico Delbonis inclinara la serie, algo que finalmente pasó. Fue la primera vez que revirtió un encuentro a cinco sets tras ir 0-2. “Ganar la Copa Davis es lo mejor de mi carrera”, reconoció.
Terminó el año en el puesto 38 del ranking, lo había comenzado en el 590. Sus números hablan por sí solo.
Pero su sueño no se detuvo en los logros. Los reconocimientos y los galardones no tardaron en llegar. La ATP lo premió como el regreso del año, y además recibió el Olimpia de Oro. Un año más que impensado, pero aún es joven y puede seguir escribiendo su nombre en la historia del deporte argentino. Se acabó el pasado, es un futuro en camino.