Alemania: Campeona del mundo y gran favorita. Joachim Low ha sabido hacer la transición y, por el momento, mezcla bien los campeones de 2014 con la nueva generación de estrellas (Kimmich, Sané, Goretzka...). Es el único conjunto que se clasificó al Mundial ganando todos sus partidos y, tras proclamarse en 2017 campeón del Europeo sub’21 y de la Copa de las Confederaciones, con equipos alternativos, Low tiene dónde elegir.
Boicot: La acusación de haber interferido en las elecciones de Estados Unidos y de países europeos, con ataques cibernéticos para influir en la opinión pública, o de estar detrás del envenenamiento en Londres del ex agente doble Sergei Skripal han provocado que países como el Reino Unido o Islandia propongan un boicot diplomático al Mundial, cuyos palcos estarán más vacíos de autoridades que en ediciones precedentes.
Cuarto cambio: Oculta entre el terremoto que supone la implantación del VAR, la aprobación por la International Board y la FIFA de una cuarta sustitucón en la prórroga abre nuevas posibilidades a los seleccionadores y una forma distinta de gestionar los planteles durante el torneo.
Dinero: La FIFA quiere que el Mundial sea también un buen negocio para las federaciones y los clubes. Para ello, ha aumentado un 40 por ciento los premios, hasta repartir un total de 791 millones de dólares (unos 650 millones de euros). El campeón del mundo se llevará 38 millones de dólares, el subcampeón 28 y el tercero y el cuarto, 24 cada uno. Por participar, la FIFA dio un millón y medio de dólares y repartirá otros 8 millones a cada selección eliminada tras la primera fase. Los clubes también reciben su porción de la torta en función del número de jugadores que aportan. La FIFA ha destinado 209 millones de dólares a este apartado, más otros 134 para indemnizar por lesiones.
España: De la mano de Julen Lopetegui y avalada por una fase de clasificación impecable, España vuelve a un Mundial ilusionada con la posibilidad de ser protagonista. El buen momento de De Gea o Isco, la irrupción de Marco Asensio y la facilidad goleadora de Rodrigo o Iago Aspas dan argumentos para situar a la Roja entre las favoritas.
FIFA: El primer Mundial post-Blatter es también la gran prueba para Gianni Infantino, el nuevo presidente de la FIFA, que se ha esforzado por mostrar una nueva cara en una organización acosada por los escándalos. Con la transparencia como lema, el Mundial tendrá el preámbulo de la elección de la sede de 2026, a la que acuden una candidatura norteamericana (México-Estados Unidos y Canadá) y otra de Marruecos.
Griezmann: Su ambición por sentarse “en la mesa de Cristiano y Messi” sólo se verá refrendada con una actuación descollante en el Mundial. El Principito se quedó a un paso de lograrlo en la Eurocopa, pero falló en el momento decisivo y ahora cuenta con una nueva oportunidad de demostrar que está a la altura de los mejores.
Hooligans: A priori, la gran amenaza del Mundial. Los antecedentes de la Eurocopa, donde las peleas entre ultras rusos e ingleses sembraron el caos en Marsella, los incidentes violentos de esta temporada por toda Europa y la supuesta alianza entre radicales rusos y argentinos contra los hooligans ingleses convierten la seguridad en el gran reto de la organización. El gobierno ruso, para empezar, ha endurecido la ley por desórdenes; se impondrán penas de entre 8 y 15 años de prisión y sanciones de 3000 a 20.000 euros a los alborotadores.
Islandia: La selección del país menos poblado de la historia del Mundial (335.000 habitantes) es también el “equipo de todos”. Con su simpatía y aspecto de vikingos, los islandeses demostraron en la Eurocopa que son algo más que un equipo exótico, capaces de derrotar incluso a Inglaterra.
Jogo bonito: ¿Recuperará Brasil la esencia del juego que lo hizo un equipo especial? A punto de cumplirse 60 años de la conquista del título en Suecia, con Pelé y Garrincha como estandartes de un equipo maravilloso, el equipo de Tite viaja a Rusia con la idea de volver a ganar un título mundial en Europa y otro par de artistas (Neymar y Coutinho) que vuelven a ilusionar. El mundo añora el jogo bonito.
Kilómetros: El país más extenso del mundo acoge un Mundial con sedes que llegan a distar entre sí más de 3000 kilómetros (de Kaliningrado a Ekaterimburgo). Esto obligará a las selecciones a largos desplazamientos, con la selección española entre las más viajeras. El equipo de Julen Lopetegui ha elegido Krasnodar –que no es sede– como base de su concentración, lo que la obligará a recorrer casi 8000 kilómetros sólo en la primera fase.
Luzhniki: Principio y final de la competencia. Sobre el antiguo Estadio Central Lenin, que ya albergó los Juegos Olímpicos de 1980 y del que se conserva la fachada, gravitará todo el Mundial ya que, además del partido inaugural y la final, será la sede de tres encuentros de la fase de grupos, uno de octavos y una semifinal. Con una capacidad de 80.000 espectadores, el Luzhniki ha sido remodelado durante cuatro años, tras los Mundiales de Atletismo de 2013, con una inversión de unos 335 millones de dólares.
Messi: “El fútbol le debe un Mundial a Messi”, ha asegurado el seleccionador argentino, Jorge Sampaoli. Y Messi se lo debe a la historia. Pese a sus conquistas con el Barcelona y tras haber rozado la gloria en Brasil 2014, al mejor jugador del siglo se le exige el título mundial para entrar en el olimpo de Pelé y Maradona.
Neymar: Si a Messi se le exige el Mundial para sentarse junto a Pelé y Maradona, Neymar precisa ser el líder de una Canarinha campeona para alcanzar a Messi y Cristiano y lograr su ansiado Balón de Oro. Una lesión lo apartó hace cuatro años en cuartos de final y otra, esta temporada, lo ha dejado sin su partido más importante, ante el Real Madrid en la Liga de Campeones. Ha enfocado toda su recuperación en llegar a tiempo para un Mundial ruso que le ofrece el desquite.
Orange: Junto a Italia, la gran ausente del Mundial es la selección holandesa. Tercera en Brasil 2014, la ausencia de los “orange”, con su colorista y ruidosa afición, se notará en Rusia. Su eliminación es el resultado de la pésima gestión de sus recursos, el progresivo debilitamiento de su Liga y la falta de recambio para una generación –la de los Robben, Van Persie y Sneijder– que ha estirado su presencia durante demasiado tiempo.
Putin: Pese a que al presidente ruso no le gusta el fútbol, sino el judo y el esquí, Vladimir Putin sabe de la capacidad propagandística que tiene el mayor espectáculo deportivo del mundo y lo quiere aprovechar. No es sólo una gran ocasión para mostrar al mundo las excelencias de su país o un reclamo para inversores, sino que también puede refrendar sus políticas. Por eso, algunos como el ajedrecista Gary Kasparov han alertado de que puede convertirse en el “Mundial de Putin” y han llamado al boicot diplomático. “Neguemos a Putin la confirmación y la gloria que tanto desea”, ha dicho.
Qatar: Aunque no ha logrado la clasificación, Qatar estará muy presente en Rusia 2018. No sólo porque el mundial ruso le entregará la posta, sino porque en los prolegómenos de éste puede lograr que su fase final se dispute con 48 selecciones, si prospera en el Congreso de Moscú, el 13 de junio, la propuesta de la Conmebol, que llega avalada por Gianni Infantino.
Ronaldo: Con 33 años, Cristiano Ronaldo se encuentra, probablemente, ante la última oportunidad de brillar en un Mundial, un torneo que se le resiste. Con tres goles en total –uno en cada Copa del Mundo en la que ha participado– y eliminado en la primera fase en Brasil 2014, Ronaldo quiere resarcirse.
Salah: La gran sensación de la temporada es el egipcio Mohammed Salah. Una lesión en el primer tiempo lo apartó de la final de la Liga de Campeones en la que estaba dispuesto a ser protagonista y siembra de dudas su participación en el Mundial. A Salah, sin embargo, se le espera como aire fresco y, si finalmente llega a tiempo, será un motivo de preocupación para Rusia y Uruguay, las dos selecciones que, en teoría, deben copar los dos primeros puestos del Grupo A.
Telstar 18: Como en torneos anteriores, la polémica sobre el balón del Mundial ha centrado los meses previos al Mundial. La FIFA entrega a cada federación 30 balones tras el sorteo y otros 30 a su llegada a Rusia y, las quejas de los arqueros (como De Gea o Ter Stegen), no se han hecho esperar. No es algo nuevo, porque la tecnología se enfoca al espectáculo, es decir hacia la conquista de goles. Con un guiño hacia el primer balón Adidas de un Mundial, el de México’70, la Telstar 18 mantiene los colores blanco y negro, pero con un diseño pixelado que representa el mundo digital. Su nombre es la contracción de Television Star (estrella de la televisión), que es lo que son los jugadores en el Mundial.
Uruguay: Luis Suárez, Edinson Cavani o Diego Godín quieren despedirse de la escena internacional con una actuación memorable. De la mano, de nuevo, de Oscar Washington Tabárez, la Celeste quiere demostrar que “el milagro uruguayo”, capaz de ganar dos Copas del Mundo y de sacar múltiples estrellas mundiales con tan sólo tres millones de habitantes, sigue vivo.
VAR: El gran protagonista del Mundial, antes incluso de que comience la competencia, es el VAR. Pase lo que pase, el Mundial de Rusia pasará a la historia por ser el primero que utilice la repetición de las imágenes para corregir errores arbitrales. El videoarbitraje cambia hasta la composición de los equipos arbitrales, que desde ahora añadirán nuevos miembros: VAR y asistentes de VAR 1, 2 y 3. En Rusia 2018, las decisiones arbitrales no se adoptarán únicamente sobre el terreno de juego. Desde una sala de video situada en Moscú, se analizarán los cuatro supuestos en los que se puede avisar a un árbitro de un error manifiesto; para determinar alguna infracción que impida validar un gol, verificar acciones punibles dentro del área o penales que no lo son, detectar acciones que merecen la expulsión o confirmar la identificación incorrecta de amonestados.
WADA: El enfrentamiento de la Agencia Mundial Antidopaje (WADA, por sus siglas en inglés) con las autoridades rusas marca el comienzo de la Copa del Mundo. LA WADA pone bajo la lupa al deporte ruso, porque considera que en los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi hubo “dopaje de Estado”. No ha homologado el laboratorio de Moscú, por lo que todos los controles antidopaje del Mundial serán analizados en Lausana (Suiza).
X: La letra que simboliza la incógnita o el signo popularizado por Robert Louis Stevenson para marcar la ubicación del tesoro pirata. Hasta el 15 de julio sobre las 20 hora local –en el caso de que no haya prórroga o penales– no se despejará la incógnita, no se sabrá quién captura el tesoro de la vigésima primera edición de la Copa del Mundo.
Yashin: Hablar de fútbol en Rusia es hablar de Lev Yashin. La “araña negra”, el único arquero que ha ganado un Balón de Oro, es una institución en el país que acoge el Mundial, que ha elegido una imagen suya deteniendo un balón-globo terráqueo para el cartel anunciador del torneo. En un Mundial con Ter Stegen, Courtois, De Gea o Alisson, el recuerdo de Yashin estará muy presente.
Zabivaka: Pese a que las mascotas parecen haber caído en desuso, su explotación aún da dividendos, motivo principal para mantenerlas. En Rusia, será Zabivaka, un lobo vestido con la vestimenta de la selección rusa a punto de patear una pelota y cuya traducción viene a significar “el que anota”. Elegido en votación por Internet por más de un millón de rusos, Zabivaka se impuso al tigre siberiano, que era el gran favorito.