La Plaza de Saint James se encuentra en un exclusivo barrio del centro de Londres, rodeada por sedes de multinacionales y clubs privados. Este martes, una de las instituciones que adornan la plaza, el Royal Institute of International Affairs, más conocido como Chatham House, se convirtió en una suerte de microcosmos argentino.
Ante una audiencia de unas 50 personas el jefe de gabinete Marcos Peña desplegó su habitual discurso a prueba de las balas de la realidad. Pero esta vez, por imperio de la crisis, añadió un nuevo elemento central: el FMI.
En un mensaje a tono con el del Fondo, Peña asumió plena responsabilidad por los recortes que se vengan. “Somos totalmente responsables del acuerdo. Nosotros vamos a pedir el préstamo. Nosotros somos responsables”, dijo en un inglés acentuado, tan fluido y sanatero como su español.
El jefe de gabinete citó palabras del director del Departamento para el Hemisferio Occidental del FMI, Alejandro Werner, para definir la marcha de las negociaciones: “we are making good progress”.
Según Peña hay una clara sintonía entre el gobierno y el FMI. “El FMI y los mercados entienden la necesidad de un programa gradual. Vamos a cuidar a los más vulnerables y priorizar el crecimiento económico. Y vamos a acelerar el ritmo al que estamos avanzando para conseguir un equilibrio fiscal. Es importante lo que hemos logrado. A fin de año, habremos reducido el gasto público de un 42 por ciento del PIB a un 38”, dijo Peña.
Las cifras de Cambiemos tienen una relación elástica con la realidad, pero en este caso pueden ser un indicador del recorte que queda. Peña negó que este programa fuera a alterar la paz social y política, y calificó a las protestas de las últimas semanas como un reflejo de los seguidores del Kirchnerismo que no aceptaron “su derrota en las urnas”.
Otro reflejo del microcosmos argentino en la Plaza de Saint James fue un puñado de manifestantes de la Campaña de Solidaridad con Argentina que portaban caretas de Peña con nariz de Pinocho y carteles que enumeraban las mentiras del jefe de gabinete y su gobierno. Entre otras falsedades y para no abrumar: “pobreza cero, no vamos a ajustar, bajaremos la inflación”.
En este microcosmos no podía estar ausente otro de los cambios que trajo Cambiemos. Una joven manifestante de la Campaña de Solidaridad, Martina, que estaba esperando sola en una esquina de la plaza a otros compañeros, fue abordada por dos argentinos bien vestidos, de unos 45 años, con aspecto de la city o de la embajada que le hablaron directamente en castellano y le preguntaron si venía a la convocatoria de las 12,30, algo que suponía un conocimiento de antemano del evento.
En un momento de la discusión que siguió, uno le preguntó si vivía en Londres y le aconsejó que se fuera a un país que no fuera capitalista, como Corea del Norte o China. “La actitud fue claramente intimidatoria. No sé bien cómo, pero sabían que estaba para la protesta, por eso se acercaron para hablarme en castellano. Aprovecharon además que estaba sola. El pueblo tiene hambre, no hay trabajo, la gente no puede pagar las boletas de luz ni de gas, la educación y la salud pública están desfinanciadas, pero hay algo que les preocupa. Saben que estamos despiertos”, señaló Martina a Página/12.
Marcos Peña cerró su visita a Londres con una reunión en 10 Downing Street con David Lidington, Ministro para el Gabinete, y Peter Hill, Principal Secretario Privado de la Primer Ministro Theresa May. Por la noche viaja a Nueva York acompañado del ministro de Finanzas, Luis Caputo, donde se reunirán con el Consejo Empresarial para el Entendimiento Internacional, inversores, empresarios y representantes del mundo financiero que escucharán con presumible benevolencia y billetera cerrada este discurso plano y optimista que es marca registrada de Cambiemos.