Otra torta y otro ministro de cultura. Sólo que esta vez no fue el de la Ciudad sino el de la Nación, el polémico Pablo Avelluto, y que tampoco se comió un pedacito de un Jesús sino que la torta directamente estuvo decorada con su rostro. Se la regalaron los trabajadores y trabajadoras de la cartera que conduce, como símbolo de hambre. Fue ayer al mediodía, en las puertas de la sede central del organismo y bajo un sol que acompañó a toda la jornada, en el marco de una protesta que tuvo forma de olla popular. Allí se realizó un creativo pedido por la mejora de las condiciones laborales de los estatales, que en Cultura tiene el agravante de que además se están vaciando lentamente todas las áreas de gestión.
La idea de la acción se terminó de cerrar la semana pasada, cuando desde la dirección del Ministerio informaron a los monotributistas –trabajadores con un nivel máximo de precarización e inestabilidad– que debían empezar a cumplir ocho horas de trabajo diario. Esa modalidad del control horario, según consultaron con abogados, encierra una relación laboral encubierta y además no es fiel con el tipo de tareas que realizan muchos trabajadores y trabajadoras de la cartera, como charlas, presentaciones, actividades en territorios y otras tareas cuyo tiempo, por su propia naturaleza, no se puede cuantificar. Un dato numérico agrava el panorama: los trabajadores que están en esa situación de precarización son casi 600 de un total de casi tres mil empleados, contando todas las áreas y organismos dentro de la cartera cultural.
Por ellos fue centralmente el reclamo que tuvo lugar en pleno barrio de Recoleta, pero también por las condiciones que afectan a todos por igual: despidos en el ministerio (este año fueron 64 y siempre se habla de más), una paritaria que no alcanza y el constante vaciamiento de programas y áreas de la cartera, una de las más ajustadas desde que comenzó esta gestión. También porque “además de todo esto que nos afecta a nosotros como trabajadores, lo que está en riesgo como consecuencia es el acceso a la cultura que brinda el ministerio a todo el país”, según consignó a PáginaI12 Manuel Cullen, delegado general de Ate Cultura.
Además de la torta –redonda, gigante e irónicamente tentadora–, la actividad incluyó otras manifestaciones como un mural gigante donde los trabajadores de la cultura pegaron dos tipos de papeles, de esos que en estos días le quitan el sueño a más de uno: por un lado, tickets de distintos supermercados y boletas de servicios, para evidenciar la dificultad de pagar esas cifras con un ingreso tan bajo como el actual (15 mil pesos para la mayoría de los empleados de la cartera). Por otro, el recibo de sueldo de los secretarios y directivos de la cartera, en muchos casos diez veces mayor a los de trabajadores con quince años de antigüedad. Pese a estas “sorpresas”, Avelluto no los recibió.