Después de vencer al sudafricano Kevin Anderson, el porteño Diego Schwartzman apeló a la historia bíblica de David contra Goliat para explicar cómo levantó dos sets de desventaja en el Abierto de tenis de Francia ante el gigante sudafricano.
“¿Cómo se mantiene la fe?”, le preguntaron. “¿Leíste David contra Goliat?”, respondió él, y en la sala de prensa estallaron carcajadas. “Es por eso, es por eso”, insistió Schwartzman, de 25 años, que hoy se medirá desde las 10.40 en el estadio Philippe-Chatrier ante el número uno del mundo, el español Rafael Nadal, por un lugar en las semifinales de Roland Garros. “La leí cuando era joven en la escuela e intento pensar en eso cuando veo a Kevin o a los chicos que miden dos metros”, se rió el 12 del ranking.
Ya en español, con acento porteño, Schwartzman puso palabras más propias a la historia, que lo tiene hoy como la otra gran esperanza argentina en París después de Juan Martín del Potro (6), que también hoy por la misma instancia enfrenta a la misma hora pero en el estadio Suzanne Lenglen al croata Marin Cilic (4).
“Quiere decir que con menos fuerza y con un poco menos de altura que Anderson pude dar vuelta al partido”, explicó. “Una vez que lograba devolverle el saque, el tenis es lo mismo”, explicó Peque, quien de todas formas reconoció que durante “un rato largo” Anderson lo estaba “matando a palos”.
A pesar de las risas, quizá ha sido esa la vida del tenista más bajo del circuito: soportar palos, saques potentes, golpes inmisericordes. Restar, poner la pelota en juego y apuntar cuidadosamente para dar su golpe. Un estado permanente de David frente a jugadores que casi siempre aparecen como Goliats.
Pero esa era la única forma de surgir en el tenis, como lo explicó hace un año a la agencia alemana dpa. “Soy bajito. O aprendía a devolver bien o no podía jugar al tenis”, explicó entonces el argentino. Sin embargo, a sus modos de supervivencia Schwartzman ha sumado cada vez más la experiencia de jugar torneos importantes, en particular aquellos a cinco sets.
Si el año pasado llegó a cuartos de final en el US Open, este año igualó ese límite en otra superficie. El Peque sabe dosificarse cada vez mejor, jugar inteligentemente y levantar el nivel en el momento adecuado.
En este Roland Garros, ganó sus dos primeros partidos con idéntico marcador y duración: 6-1, 6-3 y 6-1 en una hora y 27 minutos. Luego apabulló al croata Borna Coric también en tres sets y el lunes firmó su historia épica ante Anderson.
“En un mundo de gigantes, tu talento no deja de brillar”, lo felicitó por Twitter el español Feliciano López, que le dijo que “eso de ‘Peque’ se acabó”.
Por lo pronto, Schwarztman tendrá hoy una oportunidad de seguir escribiendo su historia cuando enfrente a Nadal, que es más que un Goliat. El español lleva tres años sin perder un set en París y persigue su undécimo título en Roland Garros.
“Siempre creo que puedo hacerlo. Si no es así, no estaría jugando tenis”, declaró el argentino, que no se achica ante el reto de desafiar al rey de la arcilla. “Sé que tendré posibilidades, pero necesito aprovecharlas”, añadió Schwartzman, que se cruzó con Nadal en el Abierto de Australia, a principios de año, y recientemente en el torneo de Madrid, las dos veces con derrota.