A 3 AÑOS DEL INICIO DE LA CAMPAÑA #NIUNAMENOS Y DE LAS MÚLTIPLES EXPRESIONES QUE SE HAN VENIDO SUCEDIENDO EN RELACIÓN AL ROL DE LA MUJER EN LA SOCIEDAD ACTUAL -LA REIVINDICACIÓN DE SUS DERECHOS, LA IGUALDAD, LA PARIDAD DE GÉNERO EN EL TRABAJO Y EN LOS LUGARES DE TOMA DE DECISIONES-, GABRIELA DIKER, RECTORA DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE GENERAL SARMIENTO (UNGS), DIALOGÓ CON UNIVERSIDAD SOBRE EL LEGADO DE LA REFORMA UNIVERSITARIA Y EL LUGAR DE LA MUJER EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR, ENTRE OTROS TEMAS. 

Una de las seis máximas autoridades femeninas que tienen las 57 casas de altos estudios públicos del país, Gabriela Diker, realiza una afirmación que adquiere relevancia a la luz de los últimos debates sobre el acceso de los sectores populares a la universidad. La rectora de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS), una de las instituciones emplazadas en el conurbano bonaerense, expresa: “Tenemos que insistir en que somos instituciones públicas garantes del derecho de todos los y las jóvenes a recibir una formación de la más alta calidad en las que producimos conocimiento validado científicamente y relevante socialmente”.

Con el objetivo de revalidar su conducción en la universidad que tiene su sede en Los Polvorines durante las próximas elecciones del 11 de junio, Diker no pierde oportunidad de resaltar el creciente rol de la mujer en el sistema universitario, aunque reconoce: “El dato significativo es que las probabilidades de que una mujer ocupe el rectorado de una universidad pública en nuestro país son bajísimas. En éste, como en todos los ámbitos, para acceder a este cargo y para ejercerlo, las mujeres debemos esforzarnos muchísimo más que los varones”.

¿Cómo ve el hecho de que haya una menor proporción de mujeres (en comparación con los hombres) en altos cargos jerárquicos dentro de las universidades? 

En la Argentina, sobre 57 universidades nacionales somos sólo 6 las mujeres que ocupamos el máximo cargo de conducción. Teniendo en cuenta que las mujeres alcanzan casi el 60% de la matrícula estudiantil, y un poco más aún en la proporción de graduadas universitarias por año, es evidente que la desigualdad de género atraviesa de una manera brutal el sistema universitario.

¿Considera que falta perspectiva de género en la universidad? ¿Por qué? ¿Cómo cree que se puede revertir?

Sí, por supuesto. El punto más sensible radica en que seguimos formando profesionales que reproducen, en sus respectivos campos, los estereotipos de género y las relaciones de desigualdad que le están asociadas. Sin embargo, la cuestión comenzó a visibilizarse y estamos avanzando. En casi todas las universidades públicas ya se cuenta con protocolos para atender a situaciones de violencia de género, áreas de apoyo y espacios de formación sobre el tema. En el caso de la Universidad Nacional de General Sarmiento contamos, incluso, con procedimientos aprobados que nos permiten registrar y/o modificar, en toda la documentación que se produce, el nombre de una persona en función de su identidad de género autopercibida, haya modificado o no su DNI, en el marco de lo que establece la ley de identidad de género. Aprobamos una modificación del Estatuto que establece la paridad en los órganos de gobierno y creamos una línea presupuestaria destinada a financiar las políticas de género.

Además, a nivel del sistema universitario se dio un paso muy importante con la creación en el CIN de la Red Interuniversitaria por la Igualdad de Género y contra las violencias.

A 100 años de la Reforma Universitaria, ¿cuál es su mayor legado?

Sin dudas, el cogobierno, el régimen de concursos, la libertad de cátedra y en general, la autonomía intelectual y científica de las universidades en relación con otros poderes, que en el caso de la Universidad de Córdoba, en 1918, estaba encarnado fundamentalmente en la iglesia Católica. Diría que el legado es ese movimiento de democratización y apertura que, sumado a la gratuidad de los estudios universitarios aprobada en el año 1949 y a la declaración más reciente del principio que afirma que la educación superior es un derecho humano universal, le dan al sistema universitario argentino una fisonomía muy particular y permiten reconocer una historia de oposición a la tradición elitista de las universidades.

¿Qué principios considera irrenunciables para la Universidad Pública?

Que la educación superior es un bien público y social, y un derecho humano universal, tanto en su dimensión individual como colectiva. Dicho de otro modo, se trata de sostener como principio que la función central de la universidad es su contribución a la construcción de una sociedad más igualitaria, tanto en términos de su democratización del acceso de todos los jóvenes, es decir, en relación con la dimensión individual del derecho a la educación superior, pero también, por supuesto, en términos de su contribución, a través del conocimiento que produce y los profesionales que forma, a un modelo de desarrollo que tenga como horizonte la igualdad.