¿Qué implicancias trae para la comunidad travesti ser parte del #NiUnaMenos? En tanto movimiento claramente heterosexual y reclamo de una de las partes, la mujer en relación a la violencia ejercida por el hombre, en tanto colectiva nos implica acompañar, sumarle cuerpos y todo el aporte de sapiencia y creatividad del que dispongamos. Como en casa cuando nos abrazamos a mamá interponiéndonos en el camino para que ese hombre no la golpee. Pero también hay que recordar que en ese vínculo enfermo quedamos afuera. El par hétero no nos contempla en otra lógica que su violencia, como niñez intersex mutilando genitales, ausentarnos de cualquier aparición posible en cuentos infantiles o lecciones para aulas, mucho menos en prepresentaciones deseables como en cambio se piensan a sí mismas/os. Nos ven sufriendo acoso hasta la expulsión de la escuela, nos dejan fuera del concepto cuerpo de la medicina, nos bloquean el acceso al trabajo. Así las cosas renovar el compromiso de acompañar es algo que nos tramita el dolor de verlas en relaciones violentas y en otro plano más macro construye los cimientos para una sociedad más amorosa donde el amor sea protegido con pactos legales eficaces que en algún futuro lejano nos contemplen también sujetxs de su amor.

En este estado de situación, ¿cómo acompañar con amor sin des contemplarnos a nosotrxs mismxs? Poniendo el cuerpo y la voz en tantísimos lugares y en la marea misma, el mensaje es todxs nosotrxs somos objeto de la violencia hetero-winca-patriarcal del macho, pero también de la de ustedes, mujeres, que como madres nos quieren hacer subir al escenario a mover el culito para mostrar lo dulces que son y darle un viso de pluralidad, diversidad y multiculturalismo a un movimiento demasiado grande, demasiado internacionalista, demasiado desesperado y demasiado centrado también. Tanto de todo ello que una tiene que subir a lavarle el rostro, hacerle pinkwashing, al feminismo a esta marea de mujeres donde no se distinguen quienes nos bloquean el paso, quienes nos piensan machos disfrazados para infiltrarnos, quienes nos piensan mujeres para tranquilizar sus culpas donde les resulta más sencillo que pensarnos travestis y quienes nos abrazan en ese ser travestis. Otro tanto pasa con las lesbianas que no salen del closet mujer, de todos modos si hay travestis, estas al menos tiene vagina, en ese cardúmen de cuerpos con vagina las travestis aportamos pero son las madres las que continúan manejando los dineros. ¿Qué cambia para las travestis que una travesti lea el párrafo que le marcan? Como colectivo, implica una inclusión en minusvalía, sin poder propio sino sujetado a ser adoptadas pues no importa entonces ser un colectivo vulnerable sino ser una inmensa masa, algo más de la política machista. Que nos usufructúen para su fotito diversa sin nada a cambio, nada va a cambiar para mí como empleada del Estado ni para la que aún se para en una zona roja. Nos debilita en la construcción comunitaria, en la discusión de por qué ésta o aquélla se subió al escenario lo menos que vamos a contemplar es su impericia política o hasta su mundana necesidad de figuración sino que muchas la querremos lapidar. Algunas creeremos que todas esas mujeres nos apoyan en nuestras luchas y veremos en nuestra próxima movida que ni los gays que tiene su foto de Instagram con #NiUnMenos nos acompañan. Que si no nos llevan de la mano en la sede partidaria no nos dan ni la hora, que ninguna de todas ellas, ni entre las que apoyan el #CupoTrans nos ofrecen trabajos en sus casa, sus empresas, sus emprendimientos, sus cooperativas o dónde sea que ejerzan su porción de poder que les da esa pertenencia a la heterosexualidad y ser las putas, las novias, las amantes, las madres que les exige este Patriarcado.