Hotel Golondrina, Travicienta, Monólogos de las tetas con pene son algunos de los títulos de las obras en las que Daniela Ruiz participó en estos años. Actriz, dramaturga, directora, profesora de teatro y fundadora de la Cooperativa de Arte 7 Colores, Daniela pone garra y se toma muy en serio su responsabilidad de crear espacios en el teatro inexistentes. Su objetivo como artivista es visibilizar lo que está por todos lados pero nadie ve, y menos mira, sobre las tablas, la identidad trava y trans a pleno luz, a pleno escenario.
La obra Si me querés, quereme trans se propone visibilidad y más. Deconstruyendo estereotipos busca dar vuelta lo que podemos pensar a primera apariencia, o a primer prejuicio. Llena de audacia y humor, todo ocurre en la piecita precaria donde viven tres amigues: Brenda, trava ingenua que a pesar de todo, sigue buscando el amor; Camila, la travamiga realista y pesimista que trata de bajarla de un ondazo; y Joshep, el amigo gay de la infancia que ya la imagina de blanco en el altar al escuchar hablar de Raúl, el chongo que parece que se enamoró en serio de Brenda, una trava, y que sin aviso previo se cae con el bolsito a vivir con elles. Hasta acá, bastante bien, pero desde lejos, ya aúlla en escena el heteropatriarcado que quiere sellar con fuego el destino de Raúl. ¿Las mensajeras? La madre de Raúl, María del Rosario, que se encarga de no querer entender nada y socorrer a la novia oficial Mercedes, un alma llena de las buenas intenciones cristinazis. ¿Quién ganará?
De esta forma, esta tragicomedia de enredos devela con gracia temas como sobre la trava, su vida, su sentir, su transvivir, su existencia en constante peligro, fragilidad pero con el deseo, por más que parezca imposible, de soñar. Si Raúl se anima, si Brenda lo cree, en este sobrevivir: ¿se puede amar, se puede ser amada? ¿Cuánto espacio hay para el amor en esta vida que bordea el precipicio?
El elenco que encarna este dilema, y nos tiene agarradxs de las pestañas, está integrado por Micaela Bayer, María Pía Martignoli, Emmanuel Martínez, Juan Manuel González, Soelí Naveyra y Chloe Gómez Montero. Elles le ponen todo el brillo para hechizar al público que no quiere perderse ni una línea, ni una mirada, ni un suspiro. En la dirección, Esteban Yukelson, con la asistencia de Mario Rolón, crea una atmósfera intimista y rompe la cuarta pared integrando al espectador.
Pero la obra no termina cuando cae el telón, cuando el público aplaude enardecido; no, todavía hay más. Luego, viene una charla-debate de activistas trans que abren aún más todo eso que quedó en los poros luego de verla. En la última ocasión, Lara María Bertolini, abogada que trabaja y lucha en la Procuración General de la Nación en la Dirección de Acceso a la Justicia, tomó el micrófono, lo empapó de fuerza y empoderamiento travesti.
Lara habló de su realidad, donde también soñar, hacer y triunfar es posible. Su voz clara, incisiva, diáfana es indiscutible, una daga que disecciona una sociedad que sigue siendo mortalmente injusta, donde a muchísimas todavía se les priva de casi todo. Pero el desafío es ser la resistencia de la diversidad que no calla, y pelea. Y sueña, ¿con qué? Con ser jueza de la Nación, en un país con una jueza trava. Pero no para ahí, nos dice la clave de la transformación profunda que buscamos: "si quieren cambiar las cosas, interpelen en todos lados, donde sea, y enseñen porque lo que no tiene la sociedad es conocimiento. Y cuando vayan por la calle y vean a una persona trans, invítenla a tomar un café y simplemente pregúntenle qué le pasa en su vida".
Así, amalgamadas realidad y eso que llamamos ficción danzan en un final donde gritan juntas: ¡Furia travesti siempre!
Domingo 10 de junio a las 19, Circuito Cultural JJ, Jean Jaurès 347.