Carlos Sorín suele filmar sus películas en orden cronológico del relato. “En esta película pude relativamente, porque las escenas iniciales, cuando Cecilia y Diego conocen al niño en el despacho del juez, era en Ushuaia y yo no podía hacer cien kilómetros ida y vuelta todos los días. Entonces, las últimas escenas que filmamos, que son las primeras de la película, las hice al final”, cuenta Sorín. Pero el resto lo pudo filmar en orden cronológico, aunque con ciertas limitaciones. “Por ejemplo, la escuela la teníamos los sábados, no la teníamos todos los días. Entonces, debíamos hacer una ingeniería como para poder seguir. Pero no hacía tanta falta porque los actores entendían muy bien. Los dos son muy eficaces. Yo necesito más seguir el relato porque lo voy armando y voy haciendo videos. Es una necesidad más mía que de los demás”, concluye el director.
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