Al Gobierno se le quemaron todas las metas, empezando por la proyección inflacionaria. Después de haber elevado en diciembre último la estimación de suba de los precios para el 2018, llevándola del 10 a un incumplible 15 por ciento, el equipo económico reconoció ayer que no hay un norte de inflación para este año. La razón que subyace a esa decisión es que no está claro cuál es el techo del dólar. “No tenemos metas para este año”, reconoció el titular del Banco Central, Federico Sturzenegger, quien junto al ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, presentaron el acuerdo de financiamiento de 50 mil millones de dólares con el FMI y el consiguiente panorama del ajustazo fiscal que exige el organismo. Las nuevas proyecciones establecen un nivel de inflación del 17 por ciento para el año que viene. La eliminación de la pauta para este año se da en medio de una disputa con la CGT, que amenaza con un paro general si no se reabren las paritarias. También fue modificada la meta de crecimiento y de déficit fiscal.
La meta de inflación del 15 por ciento tuvo un final anunciado: voló por los aires. Si desde aquella conferencia de prensa de Dujovne, Sturzenegger, el ministro de Finanzas, Luis Caputo, y el jefe de Gabinete, Marcos Peña, el horizonte en materia de precios lucía muy poco confiable, con el paso del tiempo fue quedando en el olvido. Primero fue la aceleración del dólar durante el verano y la serie de tarifazos en el gas, la electricidad y el transporte, junto a las continuas subas de la nafta, las prepagas y los peajes. La fuerte devaluación del peso en mayo, las nuevas alzas del transporte y de la nafta y del agua corriente, entre otras, acercaron la meta anual del 15 por ciento para el primer semestre. Según datos de la UMET, sólo entre enero y mayo la inflación asciende al 12,9 por ciento. Pero además, las perspectivas de devaluación no se detuvieron, de hecho el mercado espera que la divisa se ubique por encima de los 30 pesos para fin de año. El acuerdo con el Fondo ofrece una enorme cantidad de liquidez pero al mismo tiempo podría restringir las intervenciones que hace el BCRA en el mercado cambiario para contener las presiones internas sobre el dólar.
“Hubo un desvío por situaciones que no se pueden predecir, como la suba de los precios del petróleo, la sequía y los movimientos cambiarios. Dado el desvío que tuvimos en el primer tramo del año en materia inflacionaria, para el 2018 decidimos no tener metas. Los rezagos de la política monetaria permiten trabajar con cierto tiempo, entonces comprometernos con una meta para 2018 nos parece que no corresponde. Este año vamos a tratar de reducir la inflación lo más posible, pero en vistas de reducir la inflación con la meta en 2019”, amplió Sturzenegger.
La meta de inflación oficial para 2016 era de hasta un 25 por ciento pero los precios subieron un 41 por ciento, mientras que en 2017 el objetivo era un máximo del 17 por ciento pero el alza fue de casi 25 por ciento. En 2018 ya no hay metas. Para 2019, la primera meta era de un rango del 3,5 al 6,5 por ciento, a fines del año pasado se elevó al 10 por ciento y ayer, con el Fondo de por medio, quedó en 17 por ciento. La inflación del 5 por ciento en 2020 pasó ahora al 13 por ciento y alcanzaría el 9 por ciento en 2021. Por lo pronto, Sturzenegger dijo que “si en junio de 2019 tenemos una inflación del 20 o 21 por ciento estamos en camino a cumplir con esas metas”. Actualmente la suba interanual de los precios está en el 26 por ciento.
El cambio en el escenario macroeconómico también trastocó las metas de crecimiento. Según detallaron ayer los funcionarios, la suba del 3,5 por ciento en el Producto Bruto Interno prevista en el Presupuesto ahora queda en el 1,4 por ciento, aunque el Gobierno se cubre y señala que el objetivo es conseguir un piso de 0,4 por ciento para asegurar el cumplimiento de la meta fiscal.
El acuerdo con el Fondo supone nuevos objetivos en materia de reducción del déficit fiscal. El rojo del 3,2 por ciento en el déficit primario de 2018 ahora pasa al 2,7 por ciento; el de 2,2 por ciento de 2019 pasó al 1,3 por ciento; el déficit de 1,2 por ciento quedó en equilibrio fiscal en 2020 y el equilibrio de 2021 pasó a un superávit de 0,5 por ciento.