“El viento me despabila, el frío me corta la cara”, canta el grupo geselino Montiel en “Primavera”, una de sus canciones más bonitas. El estribillo es hermoso y poderoso, aunque contradice lo que se espera de una banda de procedencia balnearia: ¿acaso no viven felices y en ojotas aquellos que residen frente al mar? “Quienes tienen la oportunidad de conocer la realidad de las ciudades costeras de nuestro país notarán la dualidad que coexiste en ellas: esa mezcla de euforia y depresión”, explica el cantante Joaquín Miracca. “Y la banda no es ajena a la realidad de la ciudad en donde nació. Porque musicalmente nos nutrimos la columna vertebral del rock argentino que alguna vez supo transitar por nuestras playas, pero las letras que escribimos ilustran la existencia entre paisajes de arena y basurales, bosques y cemento. Somos cinco pibes devenidos en muchachones que no nos jactamos de pertenecer al submundo que exploran los músicos, sino más bien al de aquellas personas de pueblo que relatan la mera simpleza de vivir”.
Después de cinco años de trajín doméstico tocando para locales y visitantes desde los primeros soles de cada verano hasta los últimos frescos de todo invierno, Montiel tendrá este sábado su anhelado debut porteño por partida doble. Es que primero harán un set acústico a las 22 horas en Yonki Monkey (Cabrera 5065, Palermo) y luego desarmarán sus petates para reajustarlos al formato eléctrico pasada la medianoche en El Emergente (Gallo 333, Abasto). “La posibilidad de desembarcar en Capital surge de nuestra búsqueda por salir más allá de la Costa Atlántica y también a pedido de turistas porteños que nos conocieron en verano”, explica Miracca.
El grupo (que se completa con el bajista Iván Pérez, los guitarristas Iván Guerreiro Ochoa y Pablo Echeverría, y el baterista Mariano Cubilla) llega con dos discos en el buche. El primero tiene el nombre de la banda y el segundo, de reciente factura, incluye cinco canciones. Se llama Peajes y fue grabado en Monsterland (los viejos estudios Del Abasto al Pasto) bajo las órdenes del experimentado ingeniero en sonido Andrés Mayo. “Tocamos fuerte todos los veranos, pero en el que pasó lo hicimos como nunca y eso nos alentó a encarar nuevos horizontes con la humilde creencia de que ya tenemos la madurez suficiente para ir por nuestros sueños”, afirma la voz cantante de Montiel.
Todo artista que salta al redil público busca conmover a alguien más que los amigos, las parejas y los parientes. Ese, se supone, es el anhelo primigenio de todo aquel que se cuelga un instrumento en su intimidad o lo simula con cualquier objeto parecido frente al espejo. “Estamos rodeados de afectos y de ciertos bienes materiales mínimos que nos dan confort, pero como integrantes de un grupo que hace rock deseamos ser la banda de sonido de la vida de quien nos escucha”, concluye Miracca. Un camino que estos humildes pero laboriosos geselinos intentarán iniciar este sábado en la ciudad en la que todo artista debe inexorablemente alunizar si desea llegar al corazón de audiencias sedientas de novedades.