Los asesinos franquistas lo fusilaron, en la madrugada del 17 de agosto de 1936, escondieron su cuerpo en una fosa común, pero no pudieron matar su poesía y su teatro. Más de 200 personalidades del mundo de la cultura, la política, la ciencia y las artes –entre los que se destacan la escritora Rosa Regàs, los actores Javier Bardem, José Sacristán y Juan Diego Botto, la bailaora y coreógrafa Eva Yerbabuena y el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias– se han sumado a la propuesta que solicita la concesión el Premio Nobel de Literatura para Federico García Lorca a título póstumo. Las normas actuales prohíben expresamente que el galardón se pueda otorgar a personas fallecidas, pero los impulsores de la iniciativa creen que la Academia Sueca –que ha suspendido la entrega del Nobel de Literatura por las denuncias de violación, agresión y acoso que han desatado una crisis descomunal en la institución– puede hacer una excepción para reconocer la trayectoria de “una persona excepcional, símbolo inmortal del diálogo entre la literatura y la sociedad civil”.
“Pedimos el Nobel de Literatura para Federico García Lorca, el escritor granadino que sigue traspasando fronteras y conquistando el corazón de millones de lectores. Sus asesinos nunca consiguieron acallar su voz, la voz libre de un demócrata enamorado de su pueblo y de todos los marginados de la tierra”, se puede leer en el manifiesto que se presentó públicamente en un acto en la plaza Mariana Pineda de Granada, en el que estuvieron los impulsores de esta iniciativa, el abogado y exjuez Baltasar Garzón, la presidenta de la Fundación Saramago, la traductora Pilar del Río, y el cantaor Juan Pinilla. Garzón aseguró que “dar este premio a título póstumo a personas y profesionales que merecieron el premio pero que vieron truncada su vida y, por tanto, no pudieron siquiera optar al mismo, sería dignificar el Nobel. Y ahí el mejor candidato es García Lorca, por lo que hizo y por lo que ha sucedido después con su obra”. Entregarle el premio al autor de Romancero gitano y Poeta en Nueva York, entre otros, del que se cumplió 120 años de su nacimiento el pasado 5 de junio, tendría “una trascendencia literaria en primera instancia”, reconocen en el texto, pero a la vez “sería también una respuesta, desde la defensa de los Derechos Humanos y la vida, al terrible asesinato de un ciudadano que legítimamente luchó por la Segunda República y por las ideas de progreso, comprometiendo su nombre y su carrera en actos y suscripción de manifiestos que probaban su compromiso cierto a favor de la libertad y contra el fascismo”.
Aunque el poeta y dramaturgo murió físicamente y sus restos todavía no fueron encontrados después de tres intentos fallidos en 2009, 2012 y 2016, García Lorca “es un poeta de muerte imposible”, advierten los promotores del Nobel póstumo. “Él y su obra han reaparecido en todas las universidades, institutos y escuelas del mundo”. Los fundamentos combinan argumentos que surgen de la obra y de la vida. “En estos tiempos de despertar del movimiento feminista, no podemos olvidar el innegable compromiso de Federico con la causa de la liberación de las mujeres, su apuesta por la igualdad entre sexos en una época y un país dominados por el patriarcado, el clero y la reacción. Lorca dedicó parte de su teatro a denunciar la opresión sufrida por la mujer rural andaluza, víctima eterna de la miseria y el machismo, en el hogar y en el campo, sometida a una doble tiranía que todavía no se ha erradicado”. El autor de notables piezas dramáticas como Bodas de sangre, Yerma y La casa de Bernarda Alba no es ningún desconocido para la Academia Sueca. Uno de sus miembros y el que fuera secretario de la institución, Hjalmar Gullberg, admitió en 1956 que la obra del Premio Nobel de Literatura Juan Ramón Jiménez no tenía “el calor vital de un Antonio Machado o un Federico García Lorca, pero a ninguno de los dos podemos premiarles porque han muerto en la Guerra Civil”.
Las normas que impiden conceder premios póstumos pueden y deben cambiar. La Academia Sueca está en crisis desde que en noviembre estalló el escándalo a raíz de denuncias de violaciones, agresiones y abusos que realizaron 18 mujeres contra Jean-Claude Arnault, el esposo de la poeta Katarina Frostenson y hasta entonces miembro de la Academia. Una seguidilla de desacuerdos internos provocaron las renuncias de Frostenson, la secretaria, Sara Danius, y la escritora Sara Stridsberg, entre otros. Este año no se entregará el Premio Nobel y habrá que ver si la institución logra recomponerse para poder hacerlo en 2019. Si se abriera la puerta de un premio póstumo, no solo García Lorca, sino muchos otros y otras podrían recibirlo como Anton Chéjov, Leon Tolstoi, James Joyce, Marcel Proust, Virginia Woolf, Franz Kafka, Robert Walser, Italo Calvino, Marina Tsvietáieva, Katherine Mansfield, Anna Ajmátova, Mary McCarthy, Ursula K. Le Guin, Marguerite Duras, Christa Wolf, Jorge Luis Borges y Silvina Ocampo, por mencionar algunos nombres. Pilar del Río, durante la presentación, dijo: “Federico García Lorca necesita el Nobel y el Nobel necesita a Federico García Lorca”. Muchos saben que el poeta y dramaturgo granadino merece el Nobel, el problema es que el Nobel –al menos tal como ha venido funcionando hasta ahora– tal vez no se merece a un Lorca.