El papa Francisco se comunicó telefónicamente ayer por la mañana con Marcelo Colombo, obispo de La Rioja, para anunciarle en forma personal, “con palabras cálidas y paternales”, que había firmado el decreto pontificio por el cual la Iglesia Católica reconoce la condición de mártir del obispo riojano Enrique Angelelli, asesinado en 1976 por la dictadura militar. De esta manera se allana el camino para la beatificación, que podría concretarse este mismo año, y que es el paso previo a la declaración de un católico como santo. En la Iglesia el reconocimiento de la santidad es la forma de presentar a un fiel como ejemplo de vida. Angelelli fue un obispo comprometido con los pobres, cercano al pueblo riojano y a sus luchas, y después de su muerte se constituyó en un paradigma del compromiso evangélico por la justicia social.
Según confirmó a PáginaI12 el obispo Colombo, el decreto pontificio también reconoce el martirio “en odio a la fe” de los sacerdotes Gabriel Longueville y Carlos de Dios Murias, y del laico católico Wenceslao Pedernera.
Enrique Angelelli fue designado obispo de la diócesis de La Rioja el 3 de julio de 1968 y su muerte se produjo el 4 de agosto de 1976 en la localidad de Punta de los Llanos (La Rioja) en un simulado accidente, que luego se comprobó como un asesinato. Durante años la Conferencia Episcopal Argentina evitó pronunciarse acerca de la condición martirial de la muerte de Angelelli. El cardenal cordobés Francisco Primatesta, ya fallecido, era entonces presidente del episcopado. Jorge Bergoglio, siendo cardenal de Buenos Aires y presidente de la Conferencia Episcopal, fue uno de los impulsores de la canonización de Angelelli y Colombo, actual obispo riojano, se empeñó en llevar la causa adelante.
La decisión adoptada ahora por el papa Francisco ratifica la línea trazada por el pontífice de reconocer a quienes, desde la Iglesia, se comprometen con los pobres y excluidos y por la justicia social y está en línea con una medida similar adoptada recientemente con el también mártir arzobispo de San Salvador (El Salvador), Oscar Romero, asesinado en su país el 24 de marzo de 1980 y beatificado el 23 de mayo de 2015.
Colombo dijo a este diario que la decisión de Francisco es “un reconocimiento a los testigos valientes del Reino de Dios en la Argentina” y un “aliciente para no cejar en el anuncio” que deben hacer los cristianos.
Para el obispo riojano la determinación papal es además una forma de reafirmar aquella idea de los “obispos con olor a oveja” pregonada por Francisco y confirmar a una Iglesia “cercana a la gente, a los pobres, a los excluidos, que no siempre son considerados”.
Los curas Gabriel Longueville y Carlos de Dios Murias fueron detenidos, torturados y posteriormente asesinados en El Chamical (La Rioja) el 18 de julio de 1976. Longueville tenía entonces 45 años y su compañero 31. Ambos eran colaboradores directos de Angelelli y el asesinato del obispo se produjo cuando éste regresaba desde El Chamical a la capital riojana después de asistir a las exequias de sus curas.
Wenceslao Pedernera fue un laico católico asesinado el 25 de julio de 1976 en su casa de Sañogasta (La Rioja), cuando tenía 29 años. Cuatro encapuchados le dispararon veinte balazos delante de su esposa Coca y sus tres hijas pequeñas. Era un campesino organizador del movimiento rural católico y discípulo del obispo Enrique Angelelli.
En diálogo con este diario el obispo Marcelo Colombo adelantó que, si bien no existe aún una fecha establecida para realizar formalmente la beatificación, la ceremonia oficial podría concretarse en el mes de noviembre próximo. Colombo, que dejará La Rioja porque ya fue designado por el Papa como nuevo arzobispo de Mendoza, viajará al Vaticano en los próximos días para recibir el palio arzobispal y aprovechará la ocasión para concretar los detalles de la ceremonia formal de beatificación. No obstante el obispo confirmó que el próximo 4 de agosto habrá en La Rioja una gran celebración “para celebrar la vida que nos viene del Señor y que en Enrique, Carlos, Gabriel y Wenceslao fue entregada por amor a Dios y a los hombres”. Al día siguiente, 5 de agosto, la ceremonia se trasladará a Punta de los Llanos, al mismo lugar donde fue asesinado Angelelli, y ese será el último acto formal de Colombo en La Rioja antes de instalarse en Mendoza. El obispo reconoció también que el proceso de canonización y el decreto ahora firmado por el Papa pone de relieve “la nobleza de la entrega de nuestros mártires, testigos con su sangre del Reino de Dios”.
El sacerdote Eduardo de la Serna, teólogo, biblista y uno de los referentes del Grupo de Curas en la Opción por los Pobres, sostuvo al respecto que “la noticia del martirio de Angelelli y sus compañeros, como antes la de Oscar Romero, abre las puertas a una novedad antes ocultada”. Según el cura “la idea de que el mártir lo es por ‘odio a la fe’ justificaba los mártires del comunismo, o de los conflictos étnicos-culturales, pero no a los asesinados por las dictaduras latinoamericanas, ‘occidentales y cristianas’”. Por lo tanto, agregó, “reconocer en ellas un ‘odio a la fe’ significa reconocer que la lucha por la justicia, por la dignidad de los pobres y los derechos humanos es parte constitutiva de la fe cristiana”.
De la Serna dijo también que “reconocer a Enrique Angelelli y sus compañeros como mártires significa, además, un salto definitivo ante una jerarquía que, en gran número, eligió creer la ‘fake new’ del accidente que nadie en su sano juicio podía creer. Hoy Wenceslao, Carlos, Gabriel y Enrique son una palabra que Dios dice a la Iglesia argentina, un rumbo, un ‘modo de ser cristianos’, algo que el pueblo intuía y hoy se reconoce universalmente”.
La beatificación de Angelelli y sus compañeros mártires es también una ratificación de la perspectiva que impulsa desde el Vaticano el papa Francisco, poniendo como ejemplo para los católicos a quienes murieron por su compromiso con los pobres.