Daniel Arzani tiene 19 años, es un mediocampista derecho, rápido y gambeteador, y se llevó una sorpresa cuando el entrenador de la selección de Australia, el veterano portugués Carlos Queiroz, lo convocó a último momento y le dio la camiseta 17 para jugar en Rusia 2018: Danielito se convirtió así en el pibe más pibe de los 32 planteles mundialistas. Aunque jugó en todas las selecciones juveniles australianas, incluyendo la de aquellos grandotes de la sub-23, recién debutó en la mayor la semana pasada en un amistoso contra los checos. ¡Si hasta enero ni siquiera había debutado en Primera! Ahora, apenas lleva un semestre jugando como profesional en el Melbourne City.
El pibe nació en Irán y vive en Australia desde que tenía siete años. Es un talento importado, lo que no es una curiosidad en un país con tanta tradición inmigratoria: las selecciones australianas suelen ser crisoles de jugadores de distintos orígenes, un fenómeno que suele advertirse también, por caso, en los seleccionados estadounidenses. Pero la carrera del DT Queiroz (con pasado en la Selección de Portugal y en el Real Madrid) sugiere que tiene buen ojo para elegir jugadores: dirigió a pibes como Cristiano Ronaldo, Zidane, Beckham, Raúl, Ronaldo, Figo, Casillas y Cuchu Cambiasso, así que por algo habrá decidido llevar a Daniel Arzani a Rusia.
Con sus 19 años, este volante iraní-australiano, de todos modos, está lejos en el ránking histórico de los jugadores más jóvenes en jugar Mundiales. Todos los pibes-récord tenían 17 años y algunos días, como el norirlandés Norman Whiteside en España ‘82, el nigeriano Femi Opabunmi en Japón-Corea del Sur 2002 o el goleador camerunés Samuel Eto’o en Francia ‘98. Aunque, a la hora de los récords, los futbolistas juveniles africanos arrastran el mito –sino el prejuicio– de que sus verdaderas fechas de nacimiento son una incógnita.
El caso del pibe más exitoso en la historia de los Mundiales es, evidentemente, el del prócer brasileño Pelé, que en Suecia ‘58, con 17 años y pico, se convirtió también en el futbolista más joven en levantar la Copa del Mundo: no sólo fue la joven estrella en el primero de los cinco mundiales ganados por Brasil, sino que en las frías canchas suecas anotó además seis goles.
Pero la historia mundialista está llena de pibes que masticaron bronca, como los dos máximos cracks argentinos. Le había pasado a Diego Maradona en Argentina ‘78, cuando tenía 17 años y el DT Menotti –ay, ay, ay– lo dejó fuera de la lista de 22 mundialistas en el último corte. Y le pasó también a Lio Messi en Alemania 2006, cuando tenía 18 años y, pese a ya estar jugando el Mundial, fue dejado estaqueado en el banco de suplentes incomprensiblemente mientras la Selección quedaba eliminada ante los locales porque el DT Pekerman –ay, ay, ay revisited– eligió poner al apático y espigado Jardinero Cruz. Algunos siempre creen que a los pibes todavía les falta.