Los Golden State Warriors confirmaron que van camino a convertirse en una nueva dinastía en la NBA tras cerrar 4-0 la serie final frente a los Cleveland Cavaliers de LeBron James, llevando a California su segundo título consecutivo, el tercero en los últimos cuatro años y sexto de su historia. Además, fue sólo la novena vez que en 72 ediciones las finales terminaron en barrida, algo que no ocurría desde la temporada 2006-2007 cuando los San Antonio Spurs de Emanuel Ginóbili, Tim Duncan y Tony Parker lo hicieron frente a, también, los Cavaliers de un joven James.
El premio al Jugador Más Valioso de las Finales fue nuevamente para Kevin Durant, quien finalizó con promedios de 28,8 puntos, 10,8 rebotes, 7,5 asistencias y un superlativo 52 por ciento de efectividad en sus lanzamientos. Desde la llegada del alero de 2,06 metros hace dos años a un equipo que ya había sido campeón en 2015 y subcampeón en 2016, el elenco de Oakland se hizo con los dos torneos que disputó. Es que Durant añadió una constancia anotadora capaz de sanear las ya pocas ocasiones en que se secaba ofensivamente el big three compuesto por Stephen Curry (dos veces MVP de la liga), Draymond Green (Mejor Jugador Defensivo de la 2016-17) y Klay Thompson (Cuatro veces All Star). Para colmo, el poseedor de una mecánica de tiro indefendible –por su altura y elevación–, mejoró este año en la faceta defensiva, convirtiéndose en uno de los mejores taponadores de la liga.
Una de sus víctimas fue LeBron James, quien pudo haber jugado su último partido en Cleveland. Al nueve veces finalista de la NBA (ganó tres) se lo vio en exceso solitario y cargó con toda la responsabilidad ofensiva de su equipo (34 puntos y 10 asistencias por partido), algo que repercutió en el lado defensivo donde, ya con 33 años, no hizo la diferencia. Según trascendió, su futuro podría estar cerca de los Philadelphia 76ers de los prometedores Joel Embiid y Ben Simmons o de los Houston Rockets de James Harden y Chris Paul, quienes estuvieron a un paso de dejar en el camino a los Warriors en las Finales del Oeste. Lo que es seguro es que, con LeBron vistiendo otra camiseta, se reconfigurará el mapa de candidatos a disputar el trono a los nuevos reyes: los Warriors.