“Involucrar a las fuerzas armadas en seguridad interior es desprofesionalizarlas y poner en riesgo su gobierno civil y los derechos humanos”, advirtió un grupo de especialistas a fines de mayo. La estrategia que evalúa el gobierno de Cambiemos implica “la proyección de la presencia militar sobre el sistema político y la sociedad”, con resultados desastrosos que suelen ejemplificarse con los casos de Colombia y México.

–¿El riesgo mayor sería generalizar la letalidad como respuesta estatal?

–Los riesgos están a la vista en Colombia y muy marcadamente en México, donde la contaminación con el narcotráfico es inmediata por la capacidad de corromper del dinero del narcotráfico, que penetra en las instituciones militares. Por otro lado se genera una situación de guerra en términos de desplazamientos, muertes, desapariciones, porque nadie controla finalmente esa violencia.

–México suele mencionarse como ejemplo de las consecuencias catastróficas de la intervención militar en la “lucha contra el narcotráfico”.

–México y Colombia. En 2016 hubo una conferencia de Naciones Unidas sobre drogas y fue impresionante que tanto (Enrique) Peña Nieto, presidente de México, como (Juan Manuel) Santos, de Colombia, reconocieron que la militarización y la “guerra contra las drogas” había sido un fracaso y sugirieron cambiar de estrategia. Ahora no pueden salir fácilmente de la situación creada y seguro tienen presiones externas, pero lo dijeron todas las letras. Me parece la mejor de las lecciones. Por otro lado, la primera conclusión del informe sobre drogas que elaboró Naciones Unidas en 2013, que presentó su secretario general José Miguel Insulza, fue que el 80 por ciento de la droga que se consume en Estados Unidos es de origen colombiano. Es decir que en términos prácticos la “guerra contra la droga” tampoco dio resultado y sólo desató barbaridades, especialmente en Colombia, donde se produce, y en México, que hace de almacén y de paso de frontera. En alguna medida, dicho irónicamente, Estados Unidos se comporta como un estado fallido, porque no puede controlar la entrada de droga y busca soluciones fuera de su territorio.