Como una sirena saliendo del Riachuelo: así de enigmática resulta la tapa de Las luces, el sorprendente debut solista de Mariela Centurión: “Me interesaba jugar con esa elegancia dentro de la basura de la ciudad. Casi todas las mañanas me voy con la bici a tomar mate frente al río: es un lugar que está escondido entre las piedras y donde no te podés meter al agua porque te lleva la corriente”, dice una de las mitades (junto a su hermano Fernando) de Como Diamantes Telepáticos, una de las bandas más exquisitas del pop local.
Despojado y fluido, Las luces está lleno de paisajes emocionales: el mar, la soledad, el silencio y la luz parecen haber inspirado esta colección de recuerdos a veces inundados de lágrimas, pero también de luz y serenidad. Y de profundidad: “Entre los 10 y los 12 años entrené buceo con mi padre y aprendí a concentrarme en la respiración y la resistencia, porque tenés que practicar apnea, una técnica en la que te hiperventilás un poco antes de meterte en el agua. Es que, si tenés un accidente, tenés que hacer eso bajo el agua para evitar que te exploten los tímpanos por la presión cuando salís”.
Esas atmósferas musicales mínimas, en las que apenas hay algunas guitarras, baterías, sintes, piano y la inconfundible voz de Mariela, hacen de Las luces un disco para escuchar en soledad, y que con sus letras (confesionales sin ser siomes) invita al silencio. Una música intimista que Mariela de algún modo hizo para sí misma: “Necesitaba materializarlo, pero la verdad es que no tengo para poner un CD”, admite.
Centurión también es actriz y trabajó en un espacio cultural hasta 2015, cuando la noche de algún modo la desgastó: “Después de dos años de trabajar ahí, sentí que mucha energía creativa se me consumía en esa vida nocturna. Me gustó intentar tratar a los artistas como me gustaría que me traten pero no está bueno regalar tu energía. Cuando arranqué a grabar este disco me di cuenta de lo apagada que estaba. Y como el estudio de Bodie Datino es una suerte de espacio fuera del tiempo, mientras lo hacía empecé a refrescarme e iluminarme a nivel creativo”.
Con sus canciones, que tratan sobre olvidar, soltar y abrirse, este debut de Mariela Centurión es literalmente una invocación a la luz: “La luz también es el otro lado de la oscuridad. Hice yoga entre los 13 años y los 16. Creo que ahí aprendés a desarrollar la paciencia y a bancarte el proceso personal: ir al fondo”. De eso tratan canciones como Vagabundo (inspirada en Los vagabundos del Dharma, de Jack Kerouac), Valeriana o Golpe perfecto: de ir al fondo del asunto y salir a la superficie, triunfal entre la basura de la ciudad, pero con una cintita fosforescente para poder pasar al V.I.P como en la foto de la tapa de Maxi Ruiz. “Son canciones que engloban 10 años de búsquedas y que siempre hacía cuando tocaba sola en fechas acústicas, nunca había pensado en grabar un disco solista.”
* Sábado 30 en Clásico Fernández, Piedras 1020. Gratis.