El ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva continúa liderando la intención de voto de cara a las elecciones presidenciales de octubre a pesar de permanecer detenido acusado de corrupción, según una encuesta difundida hoy por la consultora Datafolha. Ayer, el ex mandatario de Brasil afirmó que confiaba en que la justicia electoral no cederá al chantaje y le permitirá presentarse en los comicios de octubre. Lo escribió en el llamado “Manifiesto al pueblo brasileño” que fue leído ayer en el acto en el que el Partido de los Trabajadores (PT) lanzó su candidatura.
Las encuestas lo avalan. Lula, quien desde el 7 de abril está en prisión, alcanzaría al 30 por ciento de los votos, 13 puntos por encima del diputado ultraconservador Jair Bolsonaro, que se posiciona en segundo para las elecciones presidenciales que se realizarán el próximo 7 de octubre. En tercer lugar se encuentra la ex senadora centrista Marina Silva, 20 puntos por debajo del ex mandatario.
El líder del Partido de los Trabajadores (PT), además, se impone en todos los potenciales escenarios de segunda vuelta; sin embargo, en un escenario en el que fuera proscripta su candidatura, los otros posibles candidatos del PT apenas llegan al uno por ciento de los votos.
Según Datafolha, en los escenarios electorales sin Lula, Bolsonaro lidera con 19 por ciento y Silva sube hasta el 15. El izquierdista Ciro Gomes se ubica como la tercera opción, con entre el 10 y el 11 por ciento de las potenciales adhesiones, mientras que Geraldo Alckmin, de la centroderecha, llega al siete.
Lula está preso en la sureña ciudad de Curitiba, condenado por el juez Sergio Moro por corrupción pasiva y lavado de dinero en el marco de la megacausa conocida como Lava Jato en una investigación sin pruebas. En agosto, un tribunal electoral decidirá respecto de la viabilidad de su candidatura.
Mientras tanto, la imagen del presidente que destituyó a través de un golpe parlamentario a Dilma Rousseff sigue cayendo. La encuesta reflejó que un 82 por ciento de los encuestados considera que su gobierno es "muy malo o pésimo", mientras que apenas un tres por ciento piensa que es "óptimo o bueno".