Los rostros y susurros de mujeres se superponen: “Aborté en una clínica. En una sala. Aborté con misoprostol. Estaba sola. Con mi mamá. Estaban mis amigas. Tuve una hemorragia. Sangré diez días. Tenía miedo. Tenía miedo. Estaba segura”. Una fila de mujeres tomadas de la mano. Una de ellas, habla: “Soy Milena, tengo 40. Del aborto hace muchos años. Fue en Lanús. Tomé el colectivo 100. La única vez en mi vida que me subí a ese bondi ahora que lo pienso. El médico era grandote y tenía la cara colorada. Yo estaba de tres meses, no había terminado el secundario”, o “Soy Inés. Fue el año pasado, acababa de cumplir 22. Yo pensaba que si eyaculaba afuera no podía pasar nada”, o “Me llamo Luisa, tengo 60. Aborté hace 40 años.”
Los relatos en primera persona son historias de mujeres y chicas reales, atravesadas por la experiencia de la clandestinidad a la que condena la penalización del aborto, y representadas por actrices reconocidas. “El aborto legal salva vidas”, cierra cada spot de la campaña que circula en las redes desde hace días y busca difundir la necesidad de que el aborto sea legal en Argentina.
“Todo se realizó de modo gratuito y solidario con el único fin de que se apruebe la legalización del aborto. Nos moviliza la causa, y ninguna otra cosa. El pañuelo nos unió a todas en esta actividad”, dijo a este diario Majo Malvares, reportera gráfica y una de las autoras de la Campaña “Somos historias. Nuestras vidas, nuestra salud, nuestras decisiones importan”, compuesta por once spots con la misma estructura e idéntica búsqueda, realizados por el colectivo de Mujeres Audiovisuales junto a Actrices Argentinas y trabajadoras independientes del campo audiovisual. “Con esta iniciativa apoyamos el proyecto de ley promovido por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto legal, seguro y gratuito, que se votará el próximo 13 de junio en el Cámara de Diputados de la Nación”, dicen las autoras.
Las actrices que pusieron el cuerpo y el corazón son Cecilia Roth, Laura Novoa, Florencia Peña, Soledad Villamil, Anita Pauls, Alexis Perseo, Marina Glezer, Romina Gaetani, Victoria Onetto, Moro Anghileri, Maruja Bustamante, Eliana Wasserman, Nara Carreira, entre otras figuras destacadas del cine y la televisión argentina.
El relato de Milena continúa como el de tantas otras: “Estaba re segura de que no quería seguir adelante con el embarazo. Lo único que me daba miedo era no haberme animado a hablar con mis viejos. Tenía la plata y un novio que me acompañó en todo momento mientras pudo, claro. Porque a la hora de los bifes estás más bien sola. Una vez en la camilla empecé a llorar, quería que estuviera mi mamá ahí, o por lo menos mi novio. Pero me habían hecho entrar sola. La enfermera se enojó. Ustedes son todas iguales. Primero abren las piernas, después lloran. Yo no sabía cómo funcionaba, qué me iban a hacer, cómo quedaría. Nadie me explicó. Empecé a gritar y me anestesiaron. No me acuerdo más. Me desperté en otra habitación, a oscuras, con algodón entre las piernas. Me dijeron que podía irme. Que tomara el antibiótico porque no se iban a hacer cargo de ninguna infección”.
La guionista Agustina Comedi es la ideóloga y motor del proyecto. Convocó a Majo Malvares y Gimena Tur, ambas habían trabajado en la Campaña por la libertad de Milagro Sala caracterizada por la foto con la mitad de su cara, que llamaba a fotografiarse y rellenar el vacío de la otra mitad. También sumó a la actriz Nara Carreiras. “Armó una convocatoria pidiendo por redes relatos verídicos. Ella hizo un compilado y lo fue guionando con la idea de armar un crisol de diferentes situaciones que muestran lo trágico de la clandestinidad del aborto. Buscamos mostrar lo malo de cuando esto pasa a ser clandestino, en qué situaciones las mujeres están acudiendo a esa necesidad. Lo que está mal es la clandestinidad y no el aborto”, explicó Malvares.
Luisa trabajaba en San Justo. Vivía en Villa Luro y estudiaba teatro en Palermo. Fue violada. “No podía hacer nada porque me ahorcaba –continúa su historia–. Me dejó en Rivadavia y yo estaba como atontada. Miraba el auto irse y ni siquiera tomé la patente. Estaba destruida. Vivía con mi abuela. Ya cuando me vine mi familia me dijo de todo porque las actrices se suponía que eran putas. Sentí que se desplomó el mundo. Fui con una amiga a su obstetra y me dijo que estaba embarazada y me dio el teléfono de un médico. Yo quería matarme. Me pegaba trompadas en la panza.”
Los spots se están subiendo a diferentes plataformas de internet de forma simultánea y se están proyectando en diferentes espacios como centros culturales y sociales. Las creadoras todavía no dimensionan la recepción que están teniendo, están metidas en la post producción de los últimos videos.
El plan es subir uno por día hasta el día de la votación en la Cámara de Diputados y luego seguir con un par más para la sesión en Senadores. Están convencidas de que el proyecto pasará.
“Hace poco quedé embarazada de nuevo y cuando me preguntaron si era la primera vez mentí, dije que sí. Hace dos años empecé a ir a las marchas de mujeres, ahí me di cuenta que no tenía nada que ocultar, que la clandestinidad y el secreto son lo que genera toda esta violencia”, concluye el relato de Milena. Porque como sintetizan las autoras: “el aborto clandestino e ilegal somete a todo tipo de violencias a las personas con capacidad de gestar y, de una manera u otra, atraviesa nuestras vida”.