“Esto que se ha logrado, que es algo inédito en nuestra historia en términos de apoyo mundial, en cantidad de dinero y en la flexibilidad y el acompañamiento del plan, es una oportunidad para que la Argentina consolide un camino de crecimiento y desarrollo”, aseguró ayer el presidente Mauricio Macri al referirse al rescate multimillonario que el Fondo Monetario Internacional acaba de aprobar para la Argentina (ver aparte). La algarabía hace recordar a aquel mensaje navideño que el 22 de diciembre de 2000 Fernando De Rúa compartió por televisión con todos los argentinos, días después de conseguir un acuerdo multimillonario con el Fondo. “He anunciado un blindaje internacional que nos saca del riesgo y crea una plataforma extraordinaria para el crecimiento”, aseguró entonces el líder de la Alianza. Aquel anuncio fue festejado también, al igual que ahora, por numerosos políticos, empresarios y economistas que creyeron ver en la ayuda del FMI la base de la recuperación, aunque la alegría terminó durando poco. Lo que sigue es un repaso de aquella experiencia para explorar los puntos de contacto y recordar cómo terminó.
El 28 de enero de 2000, a menos de dos meses de haber asumido, el gobierno de la Alianza anunció un acuerdo stand by con el FMI que preveía el desembolso de 7400 millones de dólares. “El acuerdo es una muestra de la solidez del programa económico de la Argentina, sin que esto signifique ninguna condicionalidad por parte del FMI”, aseguró el vicepresidente Carlos “Chacho” Álvarez, encargado de hacer el anuncio. “Lo importante es que no nos fue impuesto, sino que lo buscamos nosotros, a partir de la grave situación en que recibimos el poder”, subrayó el presidente Fernando De la Rúa al día siguiente desde el Foro Mundial de Davos.
Como siempre en estos casos, Washington fue clave al momento de cerrar el trato. “Lo felicité por cómo inició su gestión y por haber alcanzado el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional”, comentó el secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Lawrence Summers, después de reunirse con De la Rúa en Davos el 30 de enero. “He recibido estos tres días fuertes demostraciones de confianza hacia la Argentina y sus posibilidades de crecimiento. Destacan lo que hemos hecho para ordenar las cuentas y combatir el déficit fiscal”, sostuvo De la Rúa al cierre de su visita a Suiza. “Lo que tenemos que marcar ahora es el camino del crecimiento, y eso se consigue con un aumento de las exportaciones y mayor presencia en los mercados internacionales”, añadió.
El 10 de marzo el Directorio del FMI aprobó formalmente el acuerdo. En el texto final el gobierno se comprometió a impulsar una fuerte reducción del déficit y a enviar al Congreso proyectos de ley para aumentar de 60 a 65 años la edad jubilatoria de las mujeres, transformar al Banco Nación en una sociedad anónima y promover la desregulación de las obras sociales sindicales, aunque el secretario de Hacienda Mario Vicens aseguraba por entonces que esas metas eran sólo “indicativas”. El desembolso inicial era de 1300 millones de dólares y luego dependería de los resultados que fueran surgiendo de las auditorías trimestrales a cargo de Teresa Ter Minassian.
Al poco tiempo quedó claro que las metas de reducción del déficit no se estaban pudiendo cumplir y que los problemas políticos se habían transformado en un freno para las reformas estructurales. El 19 de septiembre de 2000, el por entonces economista jefe de FMI, Michael Mussa, destacó las medidas para reducir el déficit fiscal adoptadas por el Gobierno, pero sostuvo que la contracara de esa política fue una caída de la demanda y de la actividad económica. “Debido a este lento crecimiento, los ingresos fiscales estarán por debajo de lo previsto. Esto motivó que se ampliase el déficit anual”, dijo Mussa al explicar el acuerdo entre el FMI y el gobierno para subir el límite de ese desequilibrio para 2000 y 2001.
A comienzos de noviembre la desconfianza se instaló en el mercado. El precio de los títulos públicos comenzó a caer y la tasa de interés se disparó. Los inversores extranjeros consideraban que comprar títulos argentinos en ese momento era asumir un riesgo demasiado elevado ya que desconfiaban sobre la posibilidad de que Argentina pudiera llegar a conseguir los 21.800 millones de dólares que necesitaba para refinanciar los pagos de la deuda en 2001.
“Vamos a decir las cosas como son: la Argentina está mal”, aseguró el presidente De la Rúa el 10 de noviembre en un mensaje televisivo en el que responsabilizó a la herencia recibida y anunció nuevas medidas de ajuste. “El actual escenario puede llevar a nuestra economía a una verdadera catástrofe si no actuamos bien y rápido”, agregó. “Invito a los representantes de todos los argentinos: a los gobernadores, a los legisladores, a que juntos demos un impulso contundente al plan económico, el que votó la gente”, sostuvo. Mientras tanto, en Washington el secretario de Hacienda, Mario Vicens, y su par de Finanzas, Daniel Marx, negociaban contrareloj un crédito contingente liderado por el FMI. Ahí se comenzó a cocinar el “blindaje” destinado a evitar el default y salvar el régimen de convertibilidad que garantizaba que un peso era igual a un dólar, pues entonces la devaluación no era considerada una opción.
Finalmente, el 18 de diciembre de 2000 el presidente De la Rúa anunció en la Quinta de Olivos la concreción de un acuerdo con el FMI, otros organismos, bancos, AFJP y el Estado español por un salvataje de 39.700 millones de dólares, el mayor de la historia argentina. “Para medir la importancia del crédito pensemos por un instante en lo que pudo haber ocurrido de no obtenerlo”, indicó el mandatario, quien describió al socorro crediticio como el inicio de una nueva etapa de su gobierno. “Nos han saludado los líderes del mundo”, sostuvo. El 22 de diciembre se volvió a mostrar eufórico en un mensaje televisivo. “El mundo ha sabido ver las virtudes de un gobierno serio y de un país con futuro. A veces las cosas se ven mejor a la distancia que de cerca, porque los problemas cotidianos nos agobian y enceguecen, pero yo debo ver más allá porque soy el Presidente. Y les digo que tenemos muchos motivos para celebrar”, sostuvo, para luego terminar con una frase que quedó en el recuerdo: “¡Qué lindo es dar buenas noticias!”.
El Directorio del FMI aprobó formalmente el nuevo acuerdo el 12 de enero de 2001. Entre las exigencias se incluyó la reforma previsional, que contemplaba la eliminación de la Prestación Básica Universal y la elevación de la edad jubilatoria de las mujeres, el compromiso de avanzar con la reestructuración de la Anses, eliminar el déficit del PAMI, implementar el Régimen Penal Tributario y expandir la cobertura de la fiscalización interna a 100.000 nuevos contribuyentes durante 2001, entre otras medidas.
“Para crecer al 2,5 por ciento este año debe reducirse el costo total de financiamiento entre 300 y 375 puntos básicos respecto de los niveles previos al blindaje (el riesgo país ya bajó más de 250 puntos desde mediados de noviembre). La disminución de las tasas norteamericanas refuerza la probabilidad de crecer a estos porcentajes y permite descartar escenarios de catástrofe en el 2001”, había asegurado la consultora Ecolatina a comienzos de enero en su informe semanal. La amenaza del default parecía haber quedado momentáneamente atrás. Sin embargo, la tranquilidad no duró ni dos meses.
El mercado volvió a temblar en febrero por el efecto que provocó sobre los mercados emergentes la crisis de Turquía, país que recientemente había recibido un paquete de ayuda similar al de Argentina. El 21 de ese mes la Bolsa de Estambul cayó un 18 por ciento en medio de una fuerte pulseada entre el mercado y el gobierno turco en torno de la paridad cambiaria, lo que provocó una disparada de las tasas de interés. De pronto, las dudas sobre la capacidad argentina de cumplir con su deuda volvieron y el efecto “blindaje” se evaporó. El 2 de marzo el ministro Machinea renunció. Lo reemplazó López Murphy, quien anunció un recorte anual de 2 mil millones de dólares y duró en su cargo apenas dos semanas. El 20 de marzo lo reemplazó Domingo Cavallo, quien mandó al Congreso un proyecto de ley que le daría superpoderes especiales por un año. Luego llegarían el megacanje, el corralito, los saqueos, la renuncia de De la Rúa y finalmente el default y la devaluación.