En el frío atardecer del jueves nos encontramos en una reunión los autores de esta nota, apenas entramos uno de los presentes lanzó una pregunta que nos hizo entrar rápidamente en calor: “¿Vieron el proyecto de ley de despenalización del aborto, si ustedes fuesen legisladores que votarían?”. Al unísono respondimos sin dudar ni un instante: “¡A favor!” (Chino Navarro, en adelante CN), “¡En contra!” (Enrique Palmeyro, en adelante EP). 

A partir de ahí se desarrolló una discusión intensa, que, de a poco, se fue transformando en diálogo. Finalmente llegamos al acuerdo de escribir este artículo a “cuatro manos”. A continuación compartimos algunas de las cosas (más suaves) que dijimos durante la discusión.

CN: Están muriendo mujeres, no mezcles las convicciones religiosas. 

EP: Las convicciones religiosas no puedo dejarlas de lado porque no estoy partido en pedacitos, una parte religiosa y otra no. De cualquier manera no es una cuestión de fe que lo que hay en el vientre de una mujer cuando queda embarazada es un ser vivo. 

CN: Un ser vivo… sí, pero algunas legislaciones dicen que hasta que no se forma el cerebro…

EP: Cómo hacemos para determinar el momento en que empieza a ser humano el bebé en el vientre materno si desde la fecundación comienza una evolución continua en la que no se pueden distinguir cambios abruptos.

CN: No sé. De cualquier manera no se trata de promover el aborto. Me parece que abortar siempre es una situación lamentable. Lo que digo que no se puede sostener es que la mujer que atraviesa la angustia de la decisión de abortar, cuando es pobre, tenga que hacerlo en condiciones insalubres que ponen en riesgo su vida y encima la persiga la justicia.

A partir de ahí comenzó el diálogo. 

Nuestra apreciación sobre lo que puede aportar este proyecto de ley en caso de aprobarse es claramente diversa. Esto es así, sin vueltas. Uno piensa que mejoraría la situación y otro que empeoraría muy gravemente.

Sin embargo, coincidimos en que actualmente, aunque la legislación lo prohíba (salvo algunas excepciones), de hecho, muchas mujeres, sobre todo las que viven en situación de mayor pobreza, abortan en pésimas condiciones y se producen muertes sin duda evitables.

Estamos de acuerdo en que no puede ponerse el énfasis en perseguir a las mujeres que atraviesan este drama y hay que profundizar en cambio las penas de los que hacen un negocio de la práctica clandestina del aborto y mucho más de los criminales que lo hacen en condiciones que ponen en riesgo la salud de las mujeres a quienes se les practica. También compartimos la importancia de educar sexualmente, cultivando el amor, la libertad auténtica y la justicia, superando lo meramente informativo y brindando todo lo necesario para una planificación familiar acorde con las convicciones de cada persona. 

Otra medida en la que coincidimos es la de facilitar de una vez por todas el camino de la adopción, pulverizando los “kioscos corruptos” que lucran con esto, para que aquellas personas que anhelan tener hijos sin lograrlo, puedan canalizar este deseo vinculándose con aquellas mujeres que no se sienten en condiciones de sostener su maternidad.

Finalmente ambos creemos que este debate no puede hacernos perder el rumbo centrándose sólo en la despenalización. Los que compartimos el sentir de una nación para todos y todas, debemos unir cada vez más nuestras fuerzas para lograr medidas concretas que cambien las condiciones que muchas veces conducen a las familias a un camino sin salida por la carencia de lo mínimo necesario para vivir. Que millones de personas, muchos de ellos niños, carezcan de una alimentación nutritiva y por tal motivo queden deteriorados para toda la vida, que tantas personas se mueran de enfermedades curables por las falencias del sistema de salud, que las familias no tengan una casa donde vivir, que a amplios sectores de trabajadores de la economía popular no se le reconozcan los derechos que corresponden a todo trabajador e incluso se los persiga por realizar su trabajo.

Para superar la “cultura del descarte” y que este sentir popular se haga realidad no es verdad que no alcancen los recursos, sólo hay que repartirlos mejor. Sólo a modo de ejemplo de las luchas de las que no debemos desviarnos: la escandalosa la ganancia en dólares que se llevaron, y si no hacemos nada se seguirán llevando, las inversiones “golondrina” en dólares mientras los miramos pasar). 

Está en el corazón de nuestra cultura encontrarnos, compartir y abrazarnos. 

Fernando “Chino” Navarro:  Abogado 

 Enrique “Quique” Palmeyro: Psicopedagogo.