El lunes 28 de mayo, en el diario La Nación, el colega Gabriel Vommaro –sin duda, un especialista en temas PRO y Cambiemos– publicó el artículo “Usos políticos de la conversación pública”. Ahí sostiene que el “cambio cultural” que propone el gobierno de la Alianza Cambiemos implica un “proceso reformista que lleva a cabo desde diciembre de 2015”. Esa apreciación habría que ponerla en paralelo con la idea de Cambiemos como “derecha democrática y renovada” de José Natanson.
Disiento tanto con una apreciación como con la otra. Si en la Argentina, desde diciembre de 2015, está pasando algo es una situación de desmoronamiento de la economía, del Estado y de ciertas pautas del vivir en común. ¿Dónde estaría el resultado de las profundas reformas sociales del gobierno nacional? Si Cambiemos le ofrece algo al pueblo argentino es una promesa, vuelta realidad, y condensada en la expresión “vivir en la incertidumbre” que fraseó en septiembre de 2016 el entonces Ministro de Educación y Deportes de la Nación –y ahora senador nacional por la provincia de Buenos Aires– Esteban Bullrich, en un Foro de inversiones y negocios. Dijo que era preciso “crear argentinos” que fueran capaces que “vivir en la incertidumbre”. Con la crisis del capitalismo y con el lugar periférico-dependiente propio de la Argentina no es posible prometer ni siquiera una falsa utopía de bienestar por derrame. Cambiemos tiene un pool de medidas económicas regresivas que responden directamente a sus negocios y las sostiene con represión. Esa que vimos con la desaparición de Santiago Maldonado, con el encarcelamiento de Milagro Sala en Jujuy, con la represión a lxs maestrxs con motivo de la instalación de la Escuela Itinerante en la Plaza del Congreso, con la persecución y detención de varias militantas con motivo del Ni una menos de 2017, con la represión a lxs trabajadorxs cesanteadxs de PepsiCo o a lxs 258 despedidxs del INTI, con la aberración de la Corte Suprema de (in)Justicia con el 2×1, con las amenazas constantes a dirigentes populares. En el revés de trama, presenta una subordinación a los planes estadounidenses de reconquista latinoamericana. De hecho, no se hace garante de la independencia nacional y esto lo verificamos con la soberanía puesta en jaque con el reinicio de conversaciones con el FMI anunciadas por Presidente Macri el 8 de mayo. Decisión que redundará en recorte del gasto público, apertura de importaciones, cierre de fábricas, más desempleo, más hambre, menos salud, menos educación. En definitiva: menos soberanía.
Ni proceso reformista ni derecha democrática y renovada entonces, sino un gobierno de ricos para ricos que afecta la dignidad humana. Basta ver en las esquinas de las ciudades seres humanos basurizados, tirados en colchones o bajo mantas y con alguna olla al lado con restos de comida a causa de las políticas del cambio. Esas políticas no buscan la pobreza cero sino un incremento exponencial de la incertidumbre. Ahí está el veto exprés para sostener el tarifazo y en términos generales la destrucción de las formas humanas articuladas dentro del campo popular. Ahí mismo hay que situar las declaraciones de la gobernadora Vidal acerca de las Universidades ubicadas en la provincia de Buenos Aires: innecesarias porque “nadie que nace en la pobreza llega a la Universidad”. En ese fraseo está inscripta la huella de una ausencia: del Estado y concretamente de políticas públicas para el bienestar de las clases trabajadoras.
La respuesta frente a tanta monstruosidad y al rumbo tozudo de la Alianza Cambiemos debe ser colectiva apelando a las inteligencias y otras sagacidades del campo popular. No podemos otorgarnos el lujo ni de pensar ni de militar en soledades auráticas. Tal vez la salida esté en la construcción de un gobierno de unidad nacional con tres finalidades: liberación, república y carta constitucional, con vistas a redefinir las bases de la sociedad y del Estado, las relaciones entre las clases y sus respectivas condiciones de vida, que impulse la reconstrucción económica y que reubique internacionalmente a la Argentina. Esto es: liberarnos de las fuerzas destructoras, abrumadoras, represivas y negadoras de la vida del campo popular.
Rocco Carbone: Universidad Nacional de General Sarmiento/Conicet.