La expectativa de los dirigentes argentinos es cobrar 3500 millones de pesos anuales o más por los derechos televisivos del fútbol. ¿Pero qué parámetro tomaron para llegar a esa cifra? ¿Cuánto se paga en el resto del mundo? ¿O en los demás países de Sudamérica? Si la suma que conforma a los clubes es aquella (unos 219 millones de dólares al cambio actual), rondaría la mitad de lo que la cadena Globo desembolsa por el campeonato brasileño. Ni qué hablar de los valores siderales que reciben las mejores ligas de Europa. Las cifras que se negocian acá –aun con esas diferencias desventajosas– tienen más relación con las de nuestro continente pauperizado y están condicionadas por la tasa de ganancias que se lleva la televisión por cable. 

Los dirigentes sudamericanos, en lugar de vender los derechos con sabiduría, prefirieron enriquecerse ellos. La corrupción se devoró a sus cúpulas en el escándalo de la FIFA. Recibieron coimas a cambio de contratos monopólicos por televisar partidos internacionales de sus seleccionados. Y se olvidaron de defender los intereses de sus asociaciones en cada mercado local. Por eso en casi todos los clubes están disconformes con lo que reciben de la TV. Suele haber protestas, hay instituciones importantes que intentan negociar por su cuenta los derechos y otras que se mueven en bloque para lograr mejoras. En la Argentina es donde más se percibe ese humor caldeado. Pero a diferencia de los demás países, los clubes negociaron durante ocho años con el Estado. El contrato que lo une a la AFA hasta 2019 todavía no se rescindió. 

Las demás federaciones tienen poderosos grupos económicos enfrente. La de Brasil a Globo y una filial de Turner, las de Perú, Uruguay y Venezuela al empresario Francisco Paco Casal, la paraguaya a una telefónica, Tigo y las demás a otros conglomerados de medios. La de Colombia, por ejemplo, mantiene contrato con la sociedad de RCN TV y Direct TV para transmitir por el canal Win Sport. En estos países a menudo se negocia mal. En Montevideo, la Asociación Uruguaya (AUF) se entusiasmó hace pocos días con la oferta que presentó un argentino, el licenciado Gerardo Molina. En los hechos, nunca entregó los avales de una propuesta económica que caricaturizaba al contrato vigente. Ese que firmó la AUF con Tenfield, la compañía que fundaron Casal, Nelson Gutiérrez y Enzo Francescoli en 1998. Molina ofreció pagar 68 millones de dólares anuales que, con regalías e ingresos por marketing –su especialidad– ascenderían a 100 millones. Lo iba a hacer a través de su empresa, Euromericas Sport Marketing. Los dirigentes uruguayos estaban por gestionar la rescisión con Tenfield (paga 9 millones de dólares por año y su acuerdo se extiende hasta 2025) cuando el nuevo oferente no se presentó en la fecha señalada.      

Según el diario La República, una empresa que los medios habían vinculado con Molina para su presunto emprendimiento lo desmintió: Fox Networks Group Latin América emitió un comunicado en el que negó mantener relación con él y Euromericas Sport Marketing. Al parecer, a la cadena Fox Sports no le interesó el producto que comercializa Casal por medio de Gol TV. El mismo empresario que ya controlaba los derechos televisivos del fútbol peruano y el venezolano desde hace poco. 

Molina no concretó hasta ahora su propuesta y en Uruguay se lo relacionó con una compañía aérea española (Cosmos) antes que con el ambiente del fútbol. Se sabe que es un especialista reconocido en la industria deportiva. Su empresa, en febrero de 2014, fue la que divulgó un acuerdo entre el por entonces jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, y emisarios de Lionel Messi. Tenía como objetivo que el crack del Barcelona se convirtiera en la cara de los Juegos Olímpicos de la Juventud que se realizarán en Buenos Aires el año próximo. Puro marketing, acaso en la misma dimensión que la propuesta de los 68 millones que hasta el momento es solo virtual.

A este lado del Río de La Plata hay quienes todavía dudan de que exista una oferta concreta por los derechos del fútbol argentino. Se basan en que nadie la presentó por escrito ni la hizo pública la parte empresaria. Un grupo de dirigentes negoció con Espn, otro rechazó los 2200 millones de pesos que la sociedad Turner-Fox ofreció por el fútbol local. Nadie puede descartar que haya otros interesados en quedarse con las imágenes de un campeonato de treinta equipos –único en el mundo– y regado de postales violentas. Pero hasta ahora lo que hay es nada. Ni siquiera una partida del Fútbol para Todos que el gobierno de Macri no incluyó en el presupuesto nacional de 2017. 

Los clubes argentinos no están solos en la protesta por la falta de pago. En Ecuador también hay atrasos en el cobro de las cuotas que deberían abonar los canales Gama TV y TC Mi Canal. Se habían adjudicado los derechos en 2012, venían cumpliendo hasta 2015, pero comenzaron a estar en mora. “Pedimos disculpas a todos los clubes por el atraso, vamos a pagar hasta el último centavo del contrato de 2016”, dijo Carlos Coello Beseke, gerente general de TC Mi Canal. Los dirigentes parecería que perdieron la confianza: “Los canales que tienen los derechos de TV no comen ni dejan comer, no nos dan la cara. Queremos terminar el contrato a fin de año para cerrar esta crisis”, señaló Esteban Paz, directivo de Liga Universitaria de Quito, citado por el diario local El Comercio a fines de 2016. 

El fútbol ecuatoriano comparte una semejanza más con el nuestro, además de la falta de pago. En Sudamérica es el otro donde los partidos se ven gratis por TV. El contrato firmado entre la federación y los dos canales lo permite. Todo lo contrario sucede en Chile, Perú y Colombia, donde hay que pagar. Al igual de lo que ocurrirá en la Argentina a partir de este año y pese a que Macri había prometido en la campaña electoral que se mantendría la gratuidad hasta 2019, cuando venza el contrato del FPT. 

En Paraguay –informa ABC Color– los dirigentes se quejan de que el fútbol local sea uno de los peores pagos del continente, sólo por arriba de Venezuela y Bolivia. Sus clubes recibieron 4,6 millones de dólares en 2016, contra los 3 millones y 2 millones de aquellas ligas, respectivamente. Tigo, una telefónica que es propiedad del grupo sueco Millicom, tiene los derechos de TV del torneo paraguayo. El uruguayo Casal sumó a Venezuela a su escudería de federaciones el año pasado. A través de Gol TV firmó un contrato por dos años para transmitir cinco partidos semanales con opción a diez en total. Laureano González, el presidente de la federación, declaró: “Este es el contrato más importante en la historia del fútbol en Venezuela”. 

Bolivia vende las imágenes de su torneo por una suma cercana a los 2 millones de dólares anuales. Los derechos le pertenecen a Sport TV Rights. Como en la mayoría de los países donde hay empresas adjudicatarias, el contrato es extenso. Llega hasta 2020. El dirigente español Javier Tebas, de visita en La Paz, asesoró a los directivos bolivianos igual que cuando vino a Buenos Aires con los de AFA. Les dijo que deberían vender el fútbol por 4 a 5 millones de dólares al año. Dos de los clubes más grandes del país, Bolívar y Blooming, negociaron hace tiempo sus derechos en forma separada. Pero como no les resultó beneficioso, volvieron al contrato grupal. 

En la antípoda de estas federaciones está la Confederación Brasileña. Globo, que tiene los derechos para el período 2016-2018, controla el mercado, aunque le salió un competidor fuerte. Se trata de la señal Esporte Interativo, de la cadena Turner, la misma que planea quedarse con los derechos a partir de 2019 y ya televisa partidos del Ascenso. En el país más grande del continente, con una población de 206 millones de habitantes, se estima que el fútbol recibe unos 410 millones de dólares anuales de la televisión (según un gráfico publicado por ABC Color de Asunción en diciembre). 

Los dirigentes argentinos antes de comparar su realidad con las cifras del fútbol brasileño o europeo deberían mirar hacia Chile. Los derechos los explota la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP), que tiene su propio canal. La señal le pertenece en un 80 por ciento a esa entidad y el 20 por ciento al empresario Jorge Claro. El ideó el proyecto para que el fútbol vendiera abonos sin necesidad de cederle el negocio al mercado de la TV por cable. Y encima, ahora los dirigentes quieren comprarle su parte.

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