Stefano Bollani regresa a Buenos Aires. La presentación de un nuevo disco y el estreno sudamericano de un concierto para piano y orquesta son las buenas razones por las que el pianista italiano vuelve a la ciudad que no duda en definir “única y atractiva”. “Más la conozco y más quiero conocer de su música”, comenta Bollani al comenzar la charla con PáginaI12. El viernes a las 21, en el Teatro Coliseo, el pianista presentará Que bom, el disco que grabó en diciembre del año pasado en Río de Janeiro y que entre otros cuenta con la participación de Caetano Veloso, João Bosco, Jaques Morelenbaum y Hamilton de Holanda. El domingo a las 20 actuará en el CCK, junto a la Orquesta Sin Fin, dirigida por Exequiel Mantega, para mostrar Concerto azzurro. Ambos encuentros son parte del ciclo Italia XXI, impulsado por el Instituto Italiano de Cultura de Buenos Aires.
Concerto azzurro es la más reciente composición de Bollani para piano y orquesta. Encargada por la Orquesta de la Radio y Televisión de Leipzig, y estrenada en la edición 2017 del Maggio Musicale Fiorentino, la obra orquestada por Paolo Silvestri conjuga elementos del universo clásico y del resto del mundo. Se articula en los canónicos tres movimientos de los conciertos clásicos, sin embargo presenta rasgos muy particulares, propios de la versatilidad del pianista italiano. Lejos de la referencia al color de la divisa de la hoy desangelada selección italiana de Fútbol, Bollani explica el origen del nombre de su concierto desde otros lugares. “Azul es el quinto chakra, el del oído, el de la garganta, y por lo tanto de la expresión”, asegura, y enseguida amplía el concepto citando a Lucy Van Pelt, la amiga de Charlie Brown en la historieta, cuando dice que pintar el cielo de azul es siempre una buena idea.
Escritura e improvisación se balancean en el Concerto azzurro de Bollani, que por sobre todo es la herramienta precisa para el pianista omnívoro e inclasificable que atraviesa los géneros, entre actitudes del jazz, gestos sinfónicos y espíritu de canción. “La improvisación es la clave. Dentro de la estructura de un concierto, delimitada por la relación entre orquesta y solista, el piano tiene suficiente libertad para crear nuevas ideas todas las noches. Como solista obedezco a las reglas planteadas, pero hasta cierto punto, porque son reglas que inventé yo mismo. Tanto en la vida como en la música, nunca dejo de sentir la necesidad de ser libre y decir y hacer lo que quiero. De lo contrario, algo se bloquea en el cuerpo y en el espíritu y tarde o temprano se vuelve en contra”, explica Bollani.
El otro lado de Bollani en Buenos Aires tiene que ver con Que bom, su nuevo disco, otra exaltación de una incesante relación con música brasileña cuyo origen no encuentra un lugar preciso en la memoria del pianista: “Mi relación con Brasil y su música nació hace mucho, no sabría decir desde cuándo, pero siempre fue óptima e abundante. Diría que desde siempre me vengo enamorando de la variedad de formas musicales de América del Sur y Brasil me hechizó de entrada. Al principio con la bossa nova y la MPB de Caetano Veloso, Chico Buarque y todos los demás, y luego directamente con la gran tradición del choro y la samba”.
Que bom llega diez años después de Carioca, el primer tributo discográfico de Bollani a Brasil y su música. Aunque esta vez se trata de composiciones del mismo Bollani, el espíritu es el mismo de entonces. Ambos discos comparten los músicos de la base rítmica: Jorge Helder en contrabajo, Jurim Moreira en batería y Armando Marçal en percusión, fila a la que ahora se agrega Thiago da Serrinha. Son estos mismos músicos que acompañarán a Bollani el viernes en el Teatro Coliseo en la parada de la gira sudamericana que comenzó en Asunción, siguió por Córdoba y después de Buenos Aires continuará en julio por Europa. “Me interesaba mantener ese sonido para que penetre en mis nuevas composiciones. En este sentido, pensé que sería interesante fortalecer la percusión, porque el piano también es un instrumento de percusión y quería hacerlo sentir cómodo con instrumentos de la misma familia”, aclara el músico italiano.
Además del ámbito sinfónico y el nuevo grupo brasilero, en la actualidad Bollani articula su actividad con otros proyectos, muy diferentes entre sí. Desde el Danish Trío, que se completa con Jesper Bodilsen en contrabajo y Morten Lund en batería, con el que últimamente grabó el disco Mediterráneo, junto a músicos de la Filarmónica de Berlín; Napoli Trip, con el saxofonista Daniele Sepe; o el dúo con el mandolinista brasileño Hamilton de Holanda. Y también en recitales solistas en los que, según cuenta, al final nunca está solo. “Enseguida encuentro la compañía del público y de lo que me transmite”, asegura el pianista, que continuamente amplía sus horizontes expresivos como conductor de programas de radio y televisión, en el teatro y también en la literatura. El año pasado se publicó en Italia Dialoghi fra alieni (Diálogos entre extraterrestres), un libro de conversaciones sobre varios temas con los escritores Mauro Biglino, Anne Givaudan e Igor Sibaldi. “El del extraterrestre es un excelente punto de vista para mirar el mundo, es decir a nosotros mismos, desde fuera de los hábitos que los terrestres hemos desarrollado. Me intriga saber cuán fresca podría ser esa mirada. Pero sobre todo es una metáfora de todo lo que no sabemos y que, increíblemente, nos asusta. Si se desconoce todo de los extraterrestres, ¿por qué deberían ser necesariamente violentos y malos? Además, desde el punto de vista del planeta Tierra, pruebas a la vista, no quedan dudas que los malos y los violentos somos los seres humanos”, sostiene Bollani.
Trajinando entre las variedades, Bollani encuentra el goce pleno de la música cuando logra desarmar las dimensiones del tiempo y hacerlas confluir en el presente. “Un amigo, el escritor Antonio Bertoli, solía decir que el pasado y el futuro son dos monstruos que devoran el presente. Me gusta mucho esa definición. La música sucede en el presente y creo que al pasado hay que estudiarlo, incorporarlo, pero dejarlo de lado cuando llega el momento de tocar. De lo contrario, no se disfruta el presente ¡y eso es una lástima!”, asegura Bollani que para el futuro se augura una relación más estrecha con músicos argentinos. “Ocurrirá en este caso, con la orquesta de Exequiel Mantega. Y sucedió en el pasado con Diego Schissi, ese gran pianista y compositor que tienen ustedes. Me gustaría inventar más oportunidades para entrar en contacto con este mundo musical, que me resulta muy atractivo”.
A pesar de las distintas tradiciones por las que atraviesan Bollani y su música, habitualmente se lo encasilla en la categoría “jazz”, una etiqueta de la que sin embargo no reniega. “A las etiquetas la inventamos para poder hablar de música, pero afortunadamente no tengo el hábito de ordenar los músicos en frasquitos para clasificarlos ¡y mucho menos a mí mismo! El jazz en todo caso es un buen término, entre todos los frasquitos posibles, porque más que un género musical es un lenguaje, el de la improvisación. Me identifico con la improvisación, con la idea de que cada noche pueda suceder algo diferente, de que la música nazca en el momento, frente a todos”.