El líder norcoreano, Kim Jong-un, reafirmó su promesa de desarme nuclear durante la histórica cumbre en Singapur con su par estadounidense, Donald Trump. Sin embargo, la declaración final del encuentro no incluyó plazos ni medidas concretas para llevar a cabo la desnuclearización de la península coreana.
“El presidente Trump y el presidente Kim Jong-un tuvieron un intercambio de opiniones amplio, profundo y sincero sobre las cuestiones relativas al establecimiento de nuevas relaciones entre Estados Unidos y la República Popular Democrática de Corea y la construcción de un régimen de paz duradero y robusto en la península de Corea”, reza el documento conjunto firmado por los mandatarios en su encuentro en el hotel Capella de la isla turística de Sentosa. A pesar de que la declaración quedó en generalidades, se estableció que habrá más conversaciones lo antes posible para implementar de forma rápida los resultados de la cumbre.
En una extensa conferencia de prensa posterior a la reunión, Trump celebró el resultado como una victoria aunque también subrayó que las sanciones contra Corea del Norte se mantendrán hasta que se resuelva el tema de las armas nucleares. Pero Estados Unidos sí se comprometió a otorgar garantías de seguridad al país comunista, entre las que se encuentra poner fin a sus maniobras militares con Corea del Sur ya que, según dijo, dichos ejercicios sólo acentúan las tensiones. “Esto permitirá ahorrar una enorme cantidad de dinero”, añadió el mandatario, quien se mostró de muy buen humor en la conferencia. No obstante, un portavoz del gobierno surcoreano pidió después aclaraciones sobre esta promesa hecha por Washington. Estados Unidos tiene en la actualidad 28.500 soldados estacionados en el país aliado como elemento disuasorio de las amenazas norcoreanas.
“El presidente Kim Jong-un reiteró su firme e inquebrantable compromiso con la completa desnuclearización de la península de Corea”, se lee en la declaración, aunque no se mencionan pasos concretos, como había exigido Trump con anterioridad. Ante las preguntas críticas de algunos periodistas en la rueda de prensa que ofreció posteriormente, Trump defendió lo conseguido alegando que se trata de una declaración bastante amplia y que no había tiempo para más.
Trump afirmó que Kim le aseguró que Corea del Norte ya ha comenzado a desmantelar una importante base de pruebas de misiles. “Esto es algo grande”, añadió. La prevista desnuclearización, que avanzará, según dijo, muy rápido, será controlada por inspectores estadounidenses e internacionales, explicó sin dar más detalles. El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) se mostró dispuesto a llevar a cabo las inspecciones tras conocer la noticia.
Respecto de la paz entre las dos Coreas, Trump confía en que podría firmarse pronto. “El estado de guerra sigue desde hace 70 años, pero pronto terminará”, anunció el magnate, haciendo referencia a que el conflicto en la península terminó en 1953 sólo con un armisticio. “El pasado no debe definir el futuro”, subrayó y añadió: “Como demuestra la historia, los adversarios pueden convertirse en amigos”.
Durante la ceremonia en la que suscribió la declaración, el mandatario estadounidense sentenció: “Sólo los valientes consiguen la paz” y Kim, sumándose al humor de su par, dijo: “El mundo verá un gran cambio. Hemos decidido dejar el pasado atrás”.
Nunca antes un presidente estadounidense se había reunido con un líder del país comunista y hasta ahora no había contactos diplomáticos bilaterales. Después de esta cumbre, las dos naciones afirmaron buscar refundar sus relaciones respondiendo al deseo de ambos pueblos de paz y bienestar, según se comprometieron en el texto.
Trump anunció que quiere invitar a Kim a la Casa Blanca para continuar con las conversaciones, toda una victoria para el líder de un país aislado internacionalmente. “Estamos orgullosos de lo que ha pasado hoy”, dijo Trump, que tampoco descartó visitar Pyongyang cuando sea el momento oportuno, según afirmó.
A pesar de que hasta hace pocos meses ambos mandatarios se intercambiaban insultos hasta llegar incluso a amenazarse con ataques nucleares, tras la firma todo eran elogios. Trump dijo de Kim, por ejemplo, que era un hombre muy talentoso que quiere mucho a su país.
A partir de ahora, el encargado de continuar ahora las negociaciones será el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, que volará ya el jueves a Seúl y después a Beijing.
La comunidad internacional reaccionó positivamente a la cumbre. El presidente surcoreano, Moon Jae-in, por su parte, alabó lo que llamó las valientes decisiones de los dos líderes, pero alertó acerca las numerosas dificultades que quedan aún por delante. Además de Corea del Sur, también China y Rusia, más cercanos a Pyongyang, saludaron los avances. Moscú propuso incluso recuperar el formato de negociaciones a seis bandas, que incluían a las dos Coreas, China, Japón, Rusia y Estados Unidos.
El secretario general de la ONU, António Guterres, consideró la cumbre un importante hito, mientras la Unión Europea hizo hincapié en que el encuentro demostró que el objetivo de la desnucleariación era posible. También la OTAN ofreció su apoyo para avanzar en el desarme.
El magnate también explicó a la prensa que se había abordado la cuestión de los derechos humanos en Corea del Norte. “Se habló de ello y se seguirá hablando en el futuro”, dijo, si bien reconoció que se trató de forma más breve que el desarme. Según estimaciones del gobierno estadounidense, en norcorea hay entre 80.000 y 120.000 personas en campos de trabajo, muchas de ellas en condiciones inhumanas.
El mandatario republicano, que ya volvió a su Estados Unidos, se mostró convencido de que el líder norcoreano quiere mejorar la situación en su país: “Creo que él quiere hacer las cosas bien”, estimó Trump.
La cumbre comenzó con una reunión de los dos líderes solos con sus traductores y siguió con una comida conjunta de las delegaciones. Antes de sentarse a la mesa, Trump ya estaba exultante: “Las cosas fueron mejor de lo que nadie hubiese podido esperar, de primera clase”, celebró. Tras el primer apretón de manos, Kim dijo: “Las viejas prácticas y los prejuicios nos perjudicaron, pero los vencimos a todos y hoy estamos aquí”.
Ambos líderes posaron para la prensa frente a seis banderas de cada uno de sus países en el hotel de estilo colonial. Durante el histórico apretón de manos, que duró 13 segundos, los dos tenían aspecto tenso y serio, pese a lo cual el presidente estadounidense le apoyó brevemente la mano en el hombro a Kim en un gesto amistoso. El encuentro tuvo un enorme peso simbólico en Corea del Norte, que se ve así reconocida al mismo nivel que Estados Unidos.