La Argentina fue el país emergente que más se endeudó en los mercados internacionales para cubrir desequilibrios de cuentas fiscales y externas el año pasado. Ninguna economía en desarrollo había tomado una cantidad tan elevada de deuda en las últimas dos décadas. Así lo reveló el último informe del Observatorio de Deuda Externa de la UMET. El documento al que accedió este diario detalló que en 2016 la deuda pública alcanzó el 54,8 por ciento del PIB, cuando era de 43,5 por ciento en 2015.
Uno de los principales problemas, según la investigación, fue el cambio de composición de los pasivos, al incrementar la participación de acreedores privados y disminuir el ratio de deuda con organismos intra sector público. Otra de las modificaciones que pone en jaque la autonomía de la política económica para los próximos años es el incremento del peso de la deuda en moneda extranjera respecto de la emitida en moneda local. El informe advirtió que la emisión masiva de bonos esconde una lógica perversa, al financiar la fuga de capitales en lugar de aplicarse a resolver tensiones estructurales de la economía.
“En 2016 el país realizó la emisión de bonos más voluminosa de los últimos 20 años entre las economías emergentes. Esto marcó un verdadero cambio de tendencia en la estrategia de administración de deuda de los años anteriores. La prioridad la tuvieron los mercados extranjeros e inversores internacionales”, dijo Arnaldo Bocco, el director del Observatorio de Deuda Externa. El rector de la UMET, Nicolás Trotta, planteó que la lluvia de bonos emitidos no generó soluciones para el mercado interno. “El factor que representa uno de los mayores desafíos para la gestión económica en la actualidad, cuando algunos hablan de la recuperación de la confianza del mercado, es decisivamente la fuga de capitales. En el primer año de gestión del Gobierno la fuga de capitales aumentó un 72,1 por ciento respecto del 2015. La retórica de la confianza no terminó de convalidarse en la realidad”, afirmó.
El documento del Observatorio de Deuda registró que en 2016 las emisiones totales de deuda con acreedores extranjeros sumaron 48.343 millones de dólares, una cifra equivalente a 10 puntos del Producto Interno Bruto. Las colocaciones de bonos del sector público se elevaron a 29.493 millones de dólares, de los cuales 6500 fueron bonos a 2026; 4500 millones a 2021; 2750 a 2019; 2633 a 2046; 1750 a 2036; 1300 a 2022; 1295 a 2027; 1000 a 2028 y 816 a 2020. También de emitieron unos 7000 millones de dólares en letras del Tesoro de corto plazo (Letes).
Las provincias fueron otro actor relevante para explicar el incremento de la deuda en 2016. Buenos Aires colocó 3000 millones de dólares, al tiempo que la ciudad de Buenos Aires lo hizo en 890 millones, Córdoba en 875 millones, Chubut en 700, Mendoza en 500, Salta en 300, Santa Fe en 250, Chaco en 250 y Neuquén en 235. De este modo, las provincias anotaron una emisión de títulos de 7000 millones de dólares.
Las empresas privadas también aprovecharon el boom de endeudamiento y salieron a los mercados internacionales a emitir obligaciones negociables por un total de 5800 millones de dólares a un plazo de entre 1 y 10 años.
El regreso a un ciclo de endeudamiento provocó cambios en la composición del stock de deuda del Gobierno, lo cual plantea tensiones para el mediano y largo plazo. La participación de la deuda pública en manos de privados ascendió al 33,6 por ciento en 2016, cuando era de 28,8 por ciento en igual período del año anterior. Como contra parte, la participación de la deuda en manos de entidades del propio sector público bajó del 64 al 55 por ciento en el mismo período. La que está en manos de organismos internacionales, en tanto, disminuyó de 12,2 a 11,4 por ciento.
El aumento de la deuda denominada en dólares fue otro cambio relevante. El documento precisó que el equivalente al 16 por ciento del PIB eran bonos a pagar en pesos y el 27,5 por ciento en dólares (43,5 en total). En el segundo semestre del 2016, un 14,6 por ciento se denominó en moneda local y un 38,1 por ciento en moneda extranjera (54,8 en total). Esta situación genera un fuerte problema de sustentabilidad para el repago de los pasivos, puesto que el país no tiene la capacidad de emitir divisas para cumplir con sus compromisos financieros. “Asistimos una vez más a una experiencia dramática de un ciclo de endeudamiento no sustentable, como ha pasado sistemáticamente en nuestra historia, lo que traerá aparejados costos sociales demasiado elevados”, planteó Trotta.
El fuerte endeudamiento lejos de impactar en forma positiva sobre el consumo y la producción se está filtrando a través de la salida de capitales. “Los dólares que se fugaron teniendo en cuenta la formación de activos externos (ahorro de particulares), la remisión de utilidades y el turismo alcanzaron durante el primer año del gobierno de Macri 23.526 millones de dólares. Además, la creciente extranjerización de la deuda genera un elevado flujo de dólares hacia el exterior por la cuenta de intereses, que provocó una salida de 11.966 millones de dólares”, indicó el documento. Agregó que “entre diciembre de 2015 y el mismo mes de 2016, las reservas se incrementaron en 13.417 millones de dólares, cuando el ingreso de deuda ascendió a 48.343 millones. Esto implica que el 70 por ciento de la nueva deuda se empleó para financiar la fuga de capitales y el pago de intereses a los acreedores”.
En el Observatorio de Deuda Externa de la UMET aseguraron que el país ingresó en un círculo vicioso de endeudamiento y fuga, fenómeno que se observó en la convertibilidad y terminó con la crisis social y económica más aguda en la historia local. “La nueva deuda está actualmente financiando la salida de divisas en el corto plazo, cuando en realidad ésta debería direccionarse a destinos que generasen las condiciones futuras para el repago de la misma: principalmente inversión de largo plazo para la diversificación de la matriz productiva y exportadora del país”, mencionó el informe. “Efectivamente, sin incrementos en la capacidad exportadora futura, y una vez obstaculizadas las posibilidades de rollover de la deuda, el ciclo de crecimiento económico basado en la lógica del endeudamiento externo se convertirá en una trampa que podría nuevamente poner en jaque nuestra economía”, concluyó.