Era lo esperable y se confirmó. Estados Unidos, México y Canadá organizarán su primera Copa Mundial tripartita en 2026. Que además pasará a tener 48 selecciones y no las 32 que juegan hasta ahora. La votación de la FIFA en que los tres países se impusieron a la candidatura de Marruecos terminó con un aplastante 134 a 65. Hubo una sola federación que no se inclinó por ninguna de las dos propuestas. Con una escenografía parecida a las que se ven en las sesiones de la ONU, 200 congresistas se pronunciaron sobre este gran negocio planetario. Las imágenes se pudieron seguir por un canal exclusivo a lo largo de toda la madrugada argentina. Como se trata de una cuestión de Estado, festejaron Donald Trump, Enrique Peña Nieto y Justin Trudeau, los tres presidentes de América del Norte. La consecuencia más notoria para nuestra parte del continente, es que con este resultado perdería fuerza la candidatura de Argentina, Uruguay y Paraguay para organizar el Mundial de 2030, el Mundial del centenario de la primera Copa.
“Estados Unidos, junto a México y Canadá acaban de obtener la Copa del Mundo. Felicitaciones por la gran cantidad de trabajo duro”, escribió en su cuenta de Twitter el presidente de EE.UU.. Trump había amenazado antes a las naciones –en rigor, federaciones– que votaron ayer en la FIFA. “Sería una vergüenza que países a los que siempre apoyamos fueran a hacer lobby contra la candidatura de Estados Unidos” había señalado por la misma vía el 26 de abril. Más allá de esta advertencia, es muy probable que la organización que preside el suizo Gianni Infantino se hubiera inclinado igual por la propuesta de EE.UU. y sus aliados. Se trata de una Copa por la cual sus organizadores ahora elegidos prometieron 14.300 millones de dólares en ganancias. Casi el doble de la suma que declaró Marruecos si el torneo se disputaba en su territorio: 7200 millones.
La victoria del trinomio era predecible y no solo por la envergadura y el peso específico de los candidatos. La FIFA los había evaluado meses antes y en ese test, la candidatura compartida superaba en puntuación a la del reino del norte de Africa. Por la suma millonaria ofrecida, logística, infraestructura, y en este último rubro, los estadios construidos sobre todo. Marruecos debería levantar unos cuantos, mientras que en los socios de América del Norte sobran.
Las presentaciones de los aspirantes en el Expo Centre de Moscú tuvieron cierto colorido y se apoyaron en videos documentales y cuadros estadísticos. De nada valió el comentario risueño del ex jugador nigeriano Amokachi en el recinto respaldando a Marruecos, sobre cómo se vive una Copa en EEUU: “El fútbol es más que unas cifras. Yo tuve la suerte de estar en el Mundial del 94 celebrado en Estados Unidos y cuando a la gente le preguntabas por la calle quién era Maradona, no lo sabían”. Otros grandes futbolistas también apoyaron la propuesta de Marruecos: el alemán Matthäus y el brasileño Roberto Carlos. Tampoco fue tomada en cuenta la apelación de Mulay Hafid lalamy, presidente de la federación marroquí: “Una cita mundial deber ser humana, es muy fácil manejar las variables de una ecuación financiera, los beneficios no son la razón de ser de un Mundial”.
Que se lo digan a la FIFA si no es que la mueve el dinero. Y en la Copa del 2026, que lo diga también EE.UU. La candidatura con sus socios de América del Norte y la oferta de partidos que se proponen es muy asimétrica. Estados Unidos se quedará sobre un total de ochenta encuentros programados con las tres cuartas partes: sesenta. Diez serán para los mexicanos y otros diez para Canadá. Peña Nieto y algunos medios de su país igual festejaron que la Copa Mundial se realizará por tercera vez en la historia en su país. Se jugó en 1970 y 1986, cuando Maradona y sus compañeros se consagraron campeones mundiales.
El 68º Congreso de la FIFA alegó cuestiones de transparencia, como si se tratara de soltar amarras con un pasado donde se votaron candidaturas sospechosas de haber pagado coimas. Ese sayo todavía pesa sobre Qatar, el organizador de la próxima Copa de 2022. Estados Unidos no pudo digerir que un pequeño emirato rico en gas y petróleo le birlara el Mundial que seguirá al de Rusia. Los participantes de ese circo planetario en que se convirtió el fútbol, lo definieron con palabras como pasión, tradición y religión, pero nunca hablaron de negocio. La hipocresía es otra de las marcas de identidad de una organización como la FIFA.