Minutos antes de las 11.30 hubo quórum y un cuarteto de cuerdas comenzó a interpretar el Himno nacional, lo único que acalló el murmullo previo y el que, luego, durante horas, siguió sobrevolando el recinto, donde el rumor permanente del poroteo y de la información que circulaba por redes sociales volvía más intensa la jornada. “Histórico” fue la palabra que acompañó la mayoría de los discursos de quienes avalan el proyecto de interrupción del embarazo y que, al cierre de esta edición, seguía siendo objeto de una sesión maratónica. Mientras los representantes de sectores antiderechos persistían en reiterar argumentaciones y fragmentos del dictamen de minoría (de rechazo al proyecto de legalización) y dudar de las cifras que el ministro de Salud de la Nación brindó en las audiencias informativas, las y los representantes que respaldan la legalización optaron por recurrir a argumentos políticos, científicos, jurídicos, de derechos, a testimonios y a coincidir en dos aspectos fundamentales: el impulso que las jóvenes dieron al debate y el trabajo transversal que impulsó el trámite legislativo antes de la sesión. Fue esa misma transversalidad, en la que la agenda de género moldeó otras alianzas, la que también se veía ayer en el recinto: cuando una diputada cerraba su intervención recitando el lema de la Campaña por el Derecho al Aborto (“educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”), las últimas palabras eran acompañadas por otras pares, puño en alto; cuando una de un partido contaba una información, un caso conmovedor, otras de otro bloque se acercaban a abrazarla. Cuando todavía faltaban muchas horas para la votación, una cosa estaba clara: el final estaría atravesado por la emoción.
“Estamos acá gracias a la lucha de miles de mujeres de la Campaña por el Derecho al Aborto que vienen trabajando hace muchos años en un proyecto que legalice la interrupción voluntaria del embarazo” y a “la decisión del Presidente”, dijo Daniel Lipovetzky, titular de la comisión de Legislación General al abrir la lista de oradores y que, como tal, presidió el plenario de comisiones durante el proceso de audiencias informativas y debate sobre el dictamen. “Los miles de abortos clandestinos que se hacen cada año en Argentina son un problema que debemos resolver”, dijo, y añadió que el proceso de audiencias registró un millón 200 mil entradas en la transmisión online de cada jornada, por lo que “la gente nos pide que lo hagamos”. “La gente está pendiente de lo que decidamos, y lo vemos en los alrededores de esta Cámara”, agregó, mientras, a unas bancas de distancia, Pablo Tonelli hacía gestos de incredulidad.
Sobre el escritorio de Emilio Monzó, presidente de la Cámara, un crucifijo y una medallita con una virgen velaban por el micrófono desde el que conducía la sesión, mientras la jujeña Alejandra Martínez (presidenta de la comisión de Mujer) se dirigía a los indecisos para “pedirles con toda humildad y respeto a quienes no hayan definido su voto o no hayan tenido oportunidad de escuchar a todos los expositores: tenemos una oportunidad histórica, no la desperdiciemos. Lo terrible que nos podría pasar es decepcionar a miles de mujeres y niñas” y lo demuestra el hecho de “que estén siguiendo en los medios la intervención de cada diputada, cada diputado. No ha sucedido nunca”. “Están confiando en nosotros, no los decepcionemos”, dijo, y recordó la experiencia del trámite parlamentario: “hemos realizado una construcción plural, con los aportes de todos, hemos confiado en ese dictamen que hemos tenido en cuenta cada una de las preocupaciones” de las y los indecisos.
Carmen Polledo, presidenta de la comisión de Salud, refirió “el mal uso de la libertad” y aseguró que “disponer de nuestro cuerpo no puede implicar el daño al cuerpo de otros” porque “somos libres de autodeterminaciones pero necesitamos convivir”. Gabriela Burgos, presidenta de la comisión de Legislación Penal, aseguró que se siente “idetificada” con la lucha del movimiento de mujeres, “pero no me voy a sentir más mujer porque voy a tener el derecho de prohibirle la vida a alguien”.
Los momentos emotivos llegaron después, cuando comenzaron las intervenciones de algunas diputadas que impulsaron el proyecto de la Campaña en su séptima presentación. Brenda Austin, después de recordar los hitos que significaron en la vida política y feminista algunas mujeres de la UCR (empezando por Elvira Rawson), y continuó mencionando a las mujeres que deben practicarse abortos clandestinos. “¿Realmente se sienten con el derecho a juzgarlas? Hay dos opciones: el sí o el no. Hay una que impone libertad”, señaló, y luego añadió que quienes están en contra se reparten entre dos posiciones: “los que quieren volver a antes de 1921, penar a las que mujeres que aborten incluso producto de violación, y aquellos que legítimamente tienen dudas. A esos les pido que no sepulten la posibilidad de dar vuelta la situación en Argentina”. Llegaba al cierre de su intervención, mientras Silvina Lospenatto, sentada en una banca de la fila siguiente, se daba vuelta y seguía cada palabra asintiendo, emocionada. Minutos después, ella y otras diputadas de su bloque, como Karina Banfi, se acercaron a abrazarla y felicitarla.
“Estamos hablando de un derecho humano fundamental, que es el derecho a la salud y hoy está siendo negado. Hay miles de muertes evitables en sus manos”, dijo Mayra Mendoza, cuya intervención siguió a la de Nicolás Massot (con quien ella, Juan Cabandié y Horacio Pietragalla tuvieron un cruce durante la intervención del macrista), a la que, advirtió al comenzar, no se referiría porque prefería hablar de “esta sesión histórica”. Mendoza se dirigió a los indecisos y a los compañeros de su partido que se opondrían y pidió que “comprendan que este también es un tema de justicia social. Evita nos planteaba que donde hay una necesidad hay un derecho. Hoy tenemos la necesidad de legislar para garantizar la salud de las mujeres, principalmente de las más humildes de nuestra patria. Hay un derecho y es al aborto legal. Hay un derecho al aborto legal. Han planteado que debíamos hacer una consulta popular. Es falso lo que dicen, los derechos humanos no se plebiscitan, escuchen a la sociedad”.
Mientras las noticias sobre indecisos que anunciaban su respaldo a la legalización sobrevolaban el recinto y los pasillos, Daniel Filmus historió la conquista de derechos de las mujeres y las minorías sociales, pero también las respuestas de quienes se oponían. “Veo las caras de los que estaban en contra de la educación sexual y hoy se llenan la boca diciendo que el aborto se evita con educación sexual”, dijo, y recordó también: “Vetaron un artículo que decía que era el Estado el que podía dar educación sexual porque decían que solo los padres podía hacerlo, que no podía ser obligatorio, y que las escuelas privadas no se lo podían permitir. ¿Y los que compararon el matrimonio igualitario con la zoofilia?”. También explicó que, entre las razones que lo impulsarán a votar a favor, están sus dos hijas, de 5 y 28 años. “Espero que nunca tengan que abortar pero quiero que si lo tienen que hacer, puedan con todas las condiciones que el Estado les pueda garantizar. Si vuelvo y mi voto fue negativo, ¿con qué cara las miro?”
A media tarde, mientras la lista de oradores confirmada rondaba la veintena porque todavía no se había acordado el orden de todos los demás, en una sesión en la que presumiblemente ninguno de los presentes se privaría de hablar, a la emoción de la historia siguió la fuerza de la agenda de género transversal. “Tenemos una nueva generación que muchas veces nos cuesta entender. Somos la generación de la democracia, crecimos en libertad. Esta es la generación de los derechos. Es una generación que exige su parte de la sociedad y que plantea tomar los colegios no en función del aborto, plantea tomar los colegios porque quiere educación sexual, saber qué hacer con sus cuerpos, cómo cuidarse”, decía Carolina Moisés, antes de advertir: “creo que la clave está en el lema de la campaña”. Entonces empezó a recitar: “educación sexual para decidir. Anticonceptivos para no abortar”. Tomó aire. Desde unas bancas cercanas se escucharon otras cuatro voces que se sumaron a la de Moisés, que levantaba un puño. Victoria Donda, Lucila de Ponti, Araceli Ferreyra y Mayra Mendoza dijeron con ella: “¡y aborto legal para no morir!”. Se abrazaron.