Desde Moscú
El telón se corrió para que la función de la Copa del Mundo inicie su nueva versión hasta el 15 de julio próximo, en el país más grande del planeta. Y el primer campeonato con la “nueva” Federación Internacional (FIFA) comenzó a ofrecer los cambios que intenta implementar su presidente, Gianni Infantino. La ceremonia estuvo rodeada por la sencillez y muy lejos de la opulencia, pero con la clara señal de que el poder del petróleo ruso fue clave para que el campeonato se pudiera desarrollar. La mesa principal de la tarde en Moscú estuvo integrada por la máxima autoridad aquí, Vladimir Putin, el propio Infantino, y el príncipe heredero saudita, Mohammed bin Salman. Es decir, los dos máximos exportadores de petróleo del mundo junto al suizo. La imagen también está vinculada con lo que sucederá dentro de cuatros años, cuando el certamen se realice en Qatar, un estado soberano árabe.El discurso de Putin fue protocolar, y le agradeció a su pueblo la concreción de toda la organización. La gente local, que ocupó la mayoría del estadio, lo aplaudió en dos oportunidades. El resto no pudo entender lo que estaba diciendo. Los casi 82 mil espectadores coincidieron cuando se pusieron de pie para escuchar la entonación del himno de este país, el segundo que se escuchó después del árabe.
El que recibió las primeras ovaciones fue Iker Casillas cuando pisó el campo de juego con la Copa, que estaba guardada dentro de una caja. El arquero español, que ganó el título mundial en Sudáfrica hace ocho años, levantó el trofeo y se lo mostró al mundo. En ese instante, el estadio Luzhniki estalló. El color verde predominó en el campo de juego pero no por el césped, sino por una alfombra desplegada para que todo tuviera su lugar.
El otro gran impacto de la tarde lo causó el cantante británico Robbie Williams, quien hizo delirar al público con sus entonaciones: “Let me Entertain you”, “Feel”, “Angel” y “Rock DJ”. El dueto con la soprano rusa Aida Garifullina emocionó a los locales, que respondieron con gritos y más aplausos. Williams se desplazó hacia los bancos de suplentes mientras atrás desarmaban el escenario y también quitaban la alfombra al campo. Con su habitual excentricidad, Williams le mostró a la cámara que lo seguía el dedo mayor extendido, un gesto de mal gusto que se vio en todos lados.
El maestro de ceremonias, el brasileño Ronaldo, apareció con toda su gracia junto a un niño y le pateó la pelota Telstar a la mascota Zabivaka. El juego estaba cerca de comenzar. El ingenio de los rusos para los cantos no es el ideal, y lo único que se escuchó fue el “Ra-si-á”. El himno local fue otro de los puntos fuertes, y todo el estadio se puso de pie. En el momento de festejar agitaban pañuelos blancos. Los que se hacían sentir más eran los que no tenían protagonismo en el primer encuentro: mexicanos, peruanos, brasileños, franceses y croatas estuvieron desperdigados por el estadio y le pusieron un clima más cálido. El ritmo también lo habían aportado en el traslado hacia allí, con rondas de cantos en los transportes públicos que causaron el asombro de los rusos que se dirigían a cumplir con sus compromisos. Los alrededores suelen ser también sitios de encuentros para festejar, y uno de los bares tuvo que ser evacuado por recibir una amenaza de bomba. Cuando comprobaron que no había nada, los clientes pudieron volver a ingresar.
El primer error de los rusos se produjo en la formación de los equipos, debido a que el técnico de Arabia Saudita, el argentino Juan Antonio Pizzi, figuraba como español. Los goles aparecieron más tarde en el primer duelo mundialista para tapar eso, y el presidente Putin ponía cara de incredulidad cuando su selección convertía. En uno de los goles le dio la mano al príncipe saudita, que apenas se reía. La cúpula del fútbol festejaba de todas maneras. El Mundial y toda su maquinaria ya habían encendido los motores.