Una fiesta hermosa. Las pibas y el verde, los protagonistas. Un grito bien agudo explotó en la esquina de Callao y Rivadavia cuando a las 9.51, desde la pantalla gigante en la que se transmitía la sesión de diputados, se anunció la media sanción para el proyecto de legalización del aborto. Cuando se dio a conocer que había un problema en el conteo de votos, el clima de fiesta se detuvo y las chicas y chicos que habían pasado toda la noche junto al Congreso, soportando el frío con mantas y fogatas, se miraron algunos con asombro y otros con miedo a lo peor. Pero la incertidumbre duró solo un momento, ya que minutos después se corrigieron los números finales y los cuerpos verdes, apretados, se estrujaron aún más entre abrazos, lágrimas y la canción que vienen coreando desde hace tiempo: “Aborto legal, en el hospital”.
“¡Ganamos dos veces! ¡Dos veces!”, bromeó una adolescente entre la multitud, con lágrimas sobre sus mejillas cubiertas de glitter. El resultado –129 votos a favor, 125 en contra y una abstención–, desató el baile y los saltos de todos los que pese a las bajas temperaturas se quedaron haciendo el aguante en el lado verde de la vigilia, durante la tarde del miércoles y la madrugada del jueves. Las palabras de Elisa Carrió sobre el final de la sesión –que duró unas 22 horas– fueron abucheadas y no lograron mover el foco de lo que realmente se estaba festejando, un paso más para que el proyecto de ley pueda concretarse y miles de mujeres dejen de morir por abortos clandestinos.
El rol patriarcal de la iglesia, protagonista de las presiones que durante las últimas semanas recibieron los diputados indecisos para votar en contra del proyecto de ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), fue expuesto una y otra vez por las voces que cantaron durante horas. “¡Saquen sus doctrinas de nuestras vaginas / saquen sus rosarios de nuestros ovarios!”, “Y ya lo ve, y ya lo ve, es para el Papa que lo mira por TV”, “A la Iglesia Católica Apostólica Romana / que se quiere meter en nuestras camas / le decimos que se nos da la gana / de ser putas, travestis y lesbianas” fueron algunas de las letras dedicadas por las jóvenes y no tan jóvenes.
Si bien fueron muchos los que se quedaron a pasar la noche bajo la intemperie –algunos pudieron traer sus carpas–, unos minutos antes de la votación las avenidas Callao y Rivadavia comenzaron a poblarse cada vez más. De la vigilia, quedaban llamitas de algunas fogatas a punto de apagarse, las caras cansadas con resto de brillos y pintura, y la ansiedad extrema frente a la definición de los indecisos. “La espera se hizo larga, emocionante, con mucha ansiedad, pero con mucha fuerza. No dormimos nada, imposible, estábamos escuchando el debate, haciendo conteos en la cabeza todo el tiempo”, dijo Emilia, de 27 años, que vino el miércoles desde la Plata. Yamila, de 24, y sus amigas también pasaron la noche afuera del Congreso: “Bancamos la espera con mucho frío, muchas ansias. Yo no dormí nada, las cuidé a ellas que durmieron más o menos dos horas. Estamos acá hace más de 20 horas. Sentimos que valió la pena, ya era hora”, dijo la joven, que tuvo un hijo a los 16 aunque no deseaba continuar con el embarazo.
Mariana, de 37 años, salió hacia el Congreso desde la provincia de Santa Fe el miércoles a las dos de la mañana. “Llegamos a las cuatro de la tarde. No dormimos nada, la espera se hizo muy larga. Casi nos volvimos pero sabíamos que teníamos que quedarnos, por Ana María Acevedo. Ayer hablé con su mamá y me preguntó ‘¿vamos a ganar?’ ‘Claro’, le dije yo”, explicó sin poder contener las lágrimas, recordando a la joven santafesina que murió en 2007, quien había sido diagnosticada con cáncer y le negaron el aborto.
“Siento mucho orgullo. Rebelde y feminista. Me quedé toda la noche, y fue difícil, como cuando acompañamos los abortos. Pero el resultado cuando hay organización popular y objetivos claros es este. Después de muchísimos años es la primera vez que el parlamento representa algo que tiene que ver con el bienestar de la población completa”, opinó Romina Pereyra, secretaria de CTA y militante de una consejería pre y postaborto.
La chicas de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito comenzaron la desconcentración por Callao alrededor de las 10.20. A una cuadra de Rivadavia, pararon para cantar “Ahora que estamos juntas / Ahora que sí nos ven / Abajo el patriarcado, se va a caer, se va a caer / Arriba el feminismo que va vencer, que va a vencer”. Nina Brugo, abogada e histórica militante feminista, encabezó el baile con su bastón, mientras las más jóvenes le gritaban: “Nina / Nina / Nina corazón / acá tenes las pibas para la revolución”. Lucila Szwarc, militante de la Campaña, quien estaba muy feliz por el logro, expresó: “La vigilia fue una de las cosas más lindas que me pasó en la vida. Estaba lleno de pibas, carpas, gritos, duró todo el día y toda la noche. En un momento empezó a correr el rumor de que la media sanción no salía. Pasamos mucha angustia y mucha desesperación, pensando estrategias. Finalmente se dieron vuelta los votos”.
Minutos después de los bailes y abrazos –porque como explicó ayer una señora mientras contenía las lágrimas de otra, “Nadie se tiene que quedar sin abrazos. Hay demasiado dolor en el medio”– las militantes de la Campaña posaron para la foto y miraron cómo en el cielo explotaban los fuegos artificiales del festejo. Al finalizar las explosiones, apareció el humo verde, el ulular y la canción identitaria de cada marcha: “Somos las nietas de las brujas que no pudiste quemar”. Cerca de las 11.00 de la mañana, la marea verde se agachó sobre Callao y Perón e inició una corrida alzando los pañuelos en alto.
“El bebito” no se quiso perder la fiesta, que duró un rato más. A este encuentro, sin embargo, cayó con anteojos de sol y pañuelo verde al cuello.
Informe: Azul Tejada.