Hoy a las 21.30 Toquinho actuará una vez más en Buenos Aires, esta vez acompañado por su banda, en el Teatro Opera. En una entrevista vía mail repasa sus cincuenta años de carrera, lo que encuentra en común entre el pueblo brasilero y el argentino (su gusto por “la buena comida, las mujeres bonitas, el fútbol y la música”, según enumera); defiende el actual gobierno de Michel Temer, la cárcel a Lula y el poder judicial y mediático de su país.
–Ya es un “visitante frecuente” de la Argentina, con su banda o con María Creuza. ¿Cuál es la conexión que se estableció com este país?
–Es siempre emocionante volver a Argentina. Junto con María Creuza, fue ahí donde inicié mi trabajo con Vinicius de Moraes, que redundó en una alianza de diez años plenos de éxitos. Cuando estoy ahí, me siento casi un porteño, tanta es la intimidad adquirida a lo largo de los años con el pueblo y sus costumbres, que tanto se acercan a nosotros, brasileños. La vibración humana es contagiosa en ambos pueblos. Vibramos en el mismo diapasón con la buena comida, con mujeres bonitas, con el fútbol y con la música. El cariño que recibo aquí es el mismo que recibo ahí.
–Está repasando cincuenta años de carrera. Cuando mira hacia atrás, ¿qué aparece como sobresaliente en esa media década de trayectoria?
–Perdura la sensación de una constante renovación y de un continuo perfeccionamiento. Cada año robustece lo siguiente y las décadas se diluyen en el descubrimiento de nuevas técnicas y en la extensión del vigor ampliado por las conquistas y los éxitos. El tiempo no apaga lo que nos arde en el alma. Esta larga trayectoria sólo puede alcanzarse con mucha dedicación. Me considero un artesano, siempre apoyado en la guitarra que representa el inicio y el desarrollo de todo. Y la música será siempre una llama para encender mi dedicación al instrumento. Estudio todos los días en busca de nuevos acordes y armonías. Me encanta hacer lo que hago, el escenario es la extensión de mi casa. Mi guitarra es mi equilibrio con la vida. El momento de mayor alegría fue, ciertamente, mi larga sociedad con Vinicius de Moraes, más de diez años de amistad y profesionalismo.
–Y en el presente, ¿qué aparece como una alegría o como un deseo cumplido?
–Yo sigo divirtiéndome con mi trabajo, eso es lo que garantiza el desarrollo de mi carrera y el perfeccionamiento con mi guitarra. La música esconde misterios que se renuevan a cada descubrimiento. Hay que buscar develarlos. Es lo que hago, renovándome y proponiendo siempre los desafíos a los que me invita.
–En Brasil estuvo hace poco actuando acompañado por el Quinteto Piazzolla. ¿Cómo se dio este encuentro y qué le interesa de esta reunión, de la música de Piazzolla y del tango en general?
–El Quinteto Astor Piazzolla, el único conjunto musical capaz de representar el estilo del compositor porteño. Su objetivo es difundir la revolución que el maestro Astor Piazzolla provocó en el tango y en la música argentina. Conocí a Piazzolla en la época de mi sociedad con Vinicius. Él iba mucho en nuestros shows en Buenos Aires con Amelita Baltar y Horacio Ferrer. Un gran músico, una persona amable, querida, un transformador del tango argentino. Hoy tengo el placer de, en cierta manera, convivir un poco con su música trabajando con el Quinteto Piazzolla. Hacemos un show que une el tango con el samba. A pesar de algunas divergencias, cuando se unen porteños y brasileños siempre resultan bellezas sugestivas. En el mismo equipo, Messi, Di María, Dybala, Neymar, Jesús y Felipe Coutinho.
–Aquellos conciertos en la Fusa se volvieron míticos, y fue su primera visita a estas tierras. ¿Cómo la recuerda?
–Aquella temporada en La Fusa se hizo inolvidable. Era el comienzo de mi carrera, y de María Creuza también, estimulados por Vinicius de Moraes. Todo ha contribuido a una evolución profesional. El éxito del show, la dimensión que tomó el disco que grabamos, hasta hoy en catálogo, el ambiente alegre y relajado, una fiesta a cada presentación. Se queda todo eso en la memoria, renovado en cada show que hacemos hoy. Puedo decir que Vinicius de Moraes me consolidó como compositor. Con él yo comenzaba a trabajar con uno de los mayores poetas y letristas de la música popular brasileña, ya consagrado por tantos éxitos. Dejamos una obra extensa, de más de cien canciones, grabamos cerca de treinta discos, hicimos más de mil shows. Todo ese trabajo representó una fuerte base para que yo siguiera después de su muerte en 1980. Sigo aplicando hoy mucho del aprendizaje que tuve al lado del Poeta, con una evolución constante.
–Muchas de sus canciones se volvieron muy populares, himnos de Brasil. ¿Alguna es su preferida, por algún motivo especial?
–Difícil destacar alguna, parece que desvalorizo a las otras, todas muy importantes en cada fase. Pero, por lo que representó en mi asociación con Vinicius de Moraes, escogía “Tarde en Itapoan”. Fue con ella que me consolé definitivamente como socio del Poeta. Y “Aquarela”, por la dimensión internacional que me proporcionó. También tengo un cariño especial por “El cuaderno”, con Mutinho. Esta canción encanta niños y adultos de la misma manera enternecedora.
–Desde la Argentina seguimos con gran preocupación los últimos sucesos políticos del Brasil, la destitución de Dilma, el asesinato de Marielle Franco, el encarcelamiento de Lula, y en general el estado de excepción democrática que impera en su país. Su amigo Chico Buarque ha sido una de las figuras que se expresaron públicamente denunciando todo esto. ¿Cómo se posiciona usted? ¿Y cómo ve que se posiciona, en general, la cultura en Brasil?
–¡No hay excepción democrática! Hay, eso sí, una democracia practicada como debe ser: respetando la Constitución y permitiendo a sus transgresores, involucrados en sucesivas corrupciones, todas las formas de defensa en procesos transcurridos esencialmente dentro de las normas legales. Hay parlamentarios, gobernadores y ex presidente cumpliendo penas por los errores graves que cometieron en el ejercicio de sus cargos públicos. Nada más que eso. Estamos viviendo un proceso de transición muy difícil, pero tenemos esperanzas en el fortalecimiento de las instituciones gracias al trabajo del Poder Judicial y de la prensa.