Entre copas

Pablo Mehanna
Aldo’s queda en República Árabe Siria 3037. Teléfono: 4843-1675.
Horario de atención: lunes a viernes a partir de las 17; sábados y domingos, también al mediodía. 

La propuesta de la nueva casa de Aldo’s (ya su tercera sucursal, cada una con perfil propio) es ideal para aquellos que se tientan ante una larga lista de opciones y les cuesta decidir. Como respuesta, el chef Maximiliano Matsumoto diseñó una carta en gran parte pensada para compartir: la idea es darse el gusto y rendirse a los antojos. Boquerones ($140) o bocadillos de acelga con salsa agripicante ($130), boniato con palta ($130), burrata con pistachos, caqui y aceite de oliva ($200) o cous cous estilo marroquí y pollo al curry ($200) son algunas de las opciones. Para los más clásicos, suman cuatro platos principales, de aires mediterrá-neos: muy buenos gnudi de ricota (justo en el medio entre un raviolón y un ñoqui), un pato confitado, la pesca del día y berenjena a la parmesana. También está la opción de las picadas, para armar con quesos y embutidos de la casa, y de postre los infaltables e imprescindibles flan de dulce de leche y volcán de chocolate con helado ($180, ambos). Todos los platos tienen la honestidad de lo simple: un excelente producto, tratado con delicadeza y ténica, ahí reside en gran parte el secreto del lugar.

La carta de vinos es un capítulo aparte. Con impronta de wine bar (como todos los Aldo’s), su dueño Aldo Graziani realizó una meticulosa curaduría y armó una importante selección de bodegas grandes y pequeñas, para pedir por botella, copa o en coquetas jarritas de medio litro (desde $45). Todos los días hay happy hour de 17 a 20 y, en la barra, la bartender Bianca Bertoldi prepara con pericia tragos clásicos y recetas de su autoría a partir de macerados propios. 

Aldo’s es un perfecto punto de encuentro para cerrar el día, tomar una copa, comer algo rico y volver a casa. Su barra central propicia las charlas improvisadas y las mesas ordenadas en un espacio donde prevalece la madera y las luces bajas son perfectas para desacelerar los ánimos más estresados. Cálido y acogedor, este bistró cuenta también con algunas mesitas calefaccionadas afuera para los que aún fuman, en un barrio que, cada día, está más lindo.


Arte & gastronomía

 

Pablo Mehanna
Adorado Bar La Usina del Arte queda en Agustín R. Caffarena 1.
Horario de atención: martes a viernes de 9 a 19, sábados, domingos y feriados de 10 a 21. 

A sus tres locales de Buenos Aires (dos en Palermo y uno en San Telmo), Adorado Bar acaba de sumar un pop up (así lo han bautizado), ubicado en la Usina del Arte. Con unas pocas mesitas propias pero un gran lugar para visitar y recorrer, esta nueva casa tiene una propuesta sencilla de comida rica y al paso, una suerte de fast food con opciones frescas. Entre los salados, hay sándwiches de milanesa con lechuga y tomate; de pollo con tomates secos, queso y verdes; de salmón con rúcula, palta y queso crema; y un suculento sándwich veggie (todos a $100). También hay ensaladas, como la Beirut, de trigo burgol, brie, vegetales grillados, nueces y semillas ($100) o la Oslo, que viene con papas rotas, salmón, tomates cherry y palta ($120), entre otras variedades. Y para acompañar, cerveza ($60), limonada o gaseosas ($50). Pensado también para los que trabajan en la zona, todos los días hay un menú del día que cambia para no aburrir. La propuesta de Paulo Barberis, su dueño, es clara: comida casera, hecha con productos frescos y elaborada en el día. 

Como debería hacerlo toda cafetería de museo o espacio cultural, el espacio está bellamente diseñado. Y si el sol acompaña, tiene unas mesas y sillas afuera, ideales para una comida rápida previa a la recorrida por las muestras que estén en exhibición. 

Visitantes locales y turistas circulan por la Usina. Para todos ellos Adorado Bar suma una propuesta de cafetería, con buen café y rica pastelería donde destacan la granola power que viene con yogurt, bayas de Goji, coco, banana y arándanos ($110) y los bagels tostados con mermelada y queso ($95) o jamón y queso ($110), todas opciones acompañadas por una infusión (¡vale la pena darle una oportunidad a la chocolatada que cotiza en alza en estos días de invierno!). También hay cookies, budines y medialunas. 

Sin pretensiones de revolucionar la gastronomía local, Adorado cumple como buena opción en un barrio donde claramente faltan propuestas como está: un lugar lindo donde comer bien por precios amigables.


Con aire francés

Pablo Mehanna
Le Moulin de la Fleur queda en Rodríguez Peña 1699. 
Horario de atención: todos los días de 9 a 21. 

En sus tiempos de modelo internacional, Iván San Martín tenía mucho tiempo muerto. Y así, entre pasarelas y vestuarios, descubrió la magia del pan y amasar se transformó en una actividad casi cotidiana. No solo cocinaba para él, también lo hacía para sus compañeros de casa. De vuelta en Buenos Aires, decidió continuar con la pasión y abrió Le Moulin de la Fleur, una panadería/confitería de impronta muy francesa, donde abundan las cosas ricas, no aptas para personas que anotan las calorías que ingieren. Su viennoiserie es irresistible, las deliciosas croissants de almendras ($52), el pain au chocolat ($50) y las brioches ($45) merecen ser probadas y elegidas una y otra vez. Se pueden pedir para llevar o disfrutar allí, aprovechando la nueva sucursal de Recoleta, recientemente inaugurada. Para beber, blend de té de Tehani (desde $65) o un espresso doppio ($80) que se puede cortar con leche común o de soja. También hay jugos recién exprimidos y licuados. Muffins como el de chocolate semiamargo ($73) o tortas como la Oreo ($110) o el Frangipane de peras y almendras ($128) son perfectos para levantar el ánimo y encarar el día con energía. 

Le Moulin de la Fleur tiene muchos combos para elegir, algunos bajo la categoría “saludables”, como el porridge de avena con frutas de estación, nueces, almendras y chocolate semiamargo ($130, un plato que no suele verse en las cartas porteñas) o el pudding de chía preparado con leche de soja, frutas frescas y miel ($125). Hay meriendas para compartir ($540) que casi casi son una cena y un brunch también para dos que viene con brioche rellena de salmón ahumado, tartine de jamón crudo y palta, huevos revueltos, frutas con granola, croissant, jugo e infusiones ($640). Nadie se quedará con la ganas de una copa de vino, un aperitivo o una cerveza, la perfecta compañía de una sopa bien caliente ($125). 

Le Moulin de la Fleur es un precioso lugar, muy acogedor y versatil: sirve para ir a trabajar un rato con la computadora así como para juntarse en pareja o con amigos.