La letra insecto, ese ejército de hormigas que marchan sobre la página, es como el documento de identidad caligráfica de Jorge Luis Borges. Poemas & Prosas Breves es un excepcional trabajo conjunto de Daniel Balderston, director del Borges Center de la Universidad de Pittsburgh y la diseñadora María Celeste Martín que compila una serie de poemas y textos de Borges con imágenes facsimilares de los manuscritos originales, novedosas transcripciones tipográficas de los materiales y comentarios críticos. El libro –que en breve tendrá una versión en eBook– reúne una serie de poemas y prosas que abarcan desde 1919 hasta 1965, cuyos manuscritos están en Estados Unidos, sobre todo en Bibliotecas de universidades. Hay manuscritos que muestran sucesivas versiones en la misma hoja, como “Trincheras” y “Judería”, un poema inédito e inconcluso en inglés “Third English Poem”, otros semi inéditos (“A mi padre” y “Homenaje”), copias en limpio de la época de la primera escritura (“Rusia”, “La doctrina de pasión de tu voz”, “La vuelta a Buenos Aires”), copias en limpio hechas décadas después de la primera escritura (“La Plaza San Martín”, “Las calles”), un poema mecanografiado de la época de la ceguera (“Susana Soca”) y otro dictado a la madre cuando ya estaba ciego (“Jacinto Chiclana”). Son veinte textos que despliegan muchas de las etapas de la escritura de Borges.
Balderston, doctor en Literatura Comparada por la Universidad de Princeton, director del Borges Center de la Universidad de Pittsburgh y de la revista Variaciones Borges, cuenta que Poemas & Prosas Breves, presentado en la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, es el primero de tres libros que pondrá en circulación la institución que él dirige: en septiembre se publicará una selección de manuscritos titulada Ensayos y a finales de este año llegará Cuentos. “Yo leí a Borges cuando estaba estudiando mi último trimestre en la Universidad de California, en el año 74. Cuando fui a Princeton para hacer el doctorado, había dos grandes estudiosos de Borges ahí: James Irby y Sylvia Molloy. Y acabé haciendo una tesis doctoral sobre la lectura que hace Borges de la narrativa de Robert Louis Stevenson”, recuerda el escritor estadounidense a PáginaI12. Balderston publicó Borges: realidades y simulacros (Biblos, 2000), un libro que se enfoca en la masculinidad y cuestiones de género, y es autor también de Innumerables relaciones: cómo leer con Borges (Universidad Nacional del Litoral, 2010) y How Borges Wrote (Universidad de Virginia), que se publicará el próximo año en español en una edición de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno.
“Borges era un objeto imposible para mí por la dispersión de sus papeles, por los precios que podían tener sus manuscritos y por el hecho de que había muy pocos manuscritos hasta hace unos diez años –explica Balderston–. Yo había hecho trabajo genético sobre las notas de El beso de la mujer araña de Manuel Puig, dirigí la edición crítica de las novelas cortas de Juan Carlos Onetti, y trabajé sobre originales de Juan José Saer y Silvina Ocampo. Hacia 2010 me dije: ‘ya tengo las herramientas para trabajar sobre los manuscritos de Borges, a ver qué se puede hacer’. Ya estaba con la picazón de querer saber cómo eran los manuscritos de Borges y tratar de entender su sistema de escritura”. El especialista aclara que el Borges Center no tiene manuscritos del autor de Ficciones, pero la Universidad de Pittsburgh acaba de comprar un cuaderno, que tiene firma de Borges, fecha y lugar (Adrogué, 1950). “El primer texto de ese cuaderno es el cuento ‘La espera’ y están las primeras anotaciones para ‘El escritor argentino y la tradición’. La mayor colección de manuscritos de Borges está en la Albert and Shirley Small Library de la Universidad de Virginia. También en el Harry Ransom Center de la Universidad de Texas hay cuadernos y la copia mecanografiada de ‘Emma Zunz’, que Borges le regaló a Cecilia Ingenieros, a quien le dedicó el cuento”, repasa Balderston.
–¿Cómo escribía poemas Borges, según lo que se puede leer en los manuscritos?
–En algunos casos hay la misma búsqueda apasionada e incesante de posibilidades. El manuscrito de “A Francisco López Merino” demuestra que hay una cantidad mucho más grande de palabras descartadas que las utilizadas en el poema final. Eso también ocurre en los manuscritos de algunos cuentos, donde hay muchísimo material descartado. Hay una gran diferencia entre los primeros borradores y los segundos borradores porque disminuye el grado de incertidumbre, pero aún en los segundos borradores puede haber muchas posibilidades latentes. Una de las cosas que yo discuto en How Borges Wrote es el hecho de que aún después de publicar sus textos, él sigue revisando y revisando con o sin intención de reeditar. Hay textos que él reescribió sobre publicaciones. La Biblioteca Nacional va a publicar tres versiones de “La lotería en Babilonia”, donde en la tercera versión hasta hay un cambio de título y nunca publicó eso; son cambios sobre un ejemplar de Sur y no los incorpora a ninguna versión publicada. El decía que después de la ceguera utilizaba la rima y la versificación regular para poder dictarle a alguien, para que fueran copias más limpias. Tenemos una versión mecanografiada sobre el poema de “Susana Soca”, pero yo no sé si hay una versión manuscrita de la persona que tomó el dictado. También tenemos la “Milonga de Jacinto Chiclana”, del 65, cuando él está ciego. Su madre Leonor toma al dictado, pero vemos en la versión, en el manuscrito, que ella va a anotando posibilidades, reemplazando, es decir que sigue el mismo procedimiento después de la ceguera.
–¿Qué es lo que más le atrae de Borges como escritor?
–Uno puede volver a leer a Borges y encontrar cosas muy diferentes, muchos niveles de interpretación y muchos abordajes posibles. Si me hubieran dicho hace 35 años que iba a trabajar con los manuscritos de Borges, no lo hubiera creído porque eso no estaba para nada en mis planes. Lo que más me atrae de Borges es la complejidad y el inmenso poder de sugerencia que tienen sus textos.