Desde Saransk
En su regreso a los Mundiales después de 36 años, Perú aprendió ayer que la felicidad nunca es completa al caer 1-0 con Dinamarca en la ciudad de Saransk después de que Christian Cueva fallara un penal. Un gol de Yussuf Poulsen a los 59 minutos, más el penal errado por Cueva y un taco de Paolo Guerrero que pasó a centímetros del poste definieron el triunfo de Dinamarca en el cierre de la primera fecha del Grupo C del Mundial 2018. Antes, Francia ganó 2-1 a Australia (ver aparte).
La fiesta peruana en Saransk tuvo un final triste, pero el sabor debe ser agridulce. El equipo de Ricardo Gareca jugó un buen partido, tuvo varias posibilidades para empatar y mereció mejor suerte, aunque ahora se jugará la clasificación en la próxima fecha, el martes ante Francia, en Ekaterimburgo. Salvo una combinación muy poco probable de resultados, una nueva derrota marcará la eliminación de un equipo que ayer perdió por primera vez después de 15 partidos y 18 meses.
Más allá de la derrota, Perú no sólo estuvo a la altura del Mundial por sus hinchas, que superaron a los daneses en una proporción 100/1 en las tribunas del Arena Mordovia, sino también porque la selección jugó como si fuese un participante histórico de las Copas del Mundo.
Equivocada o no, la ausencia de Guerrero en el equipo titular, confirmada minutos antes del partido, fue toda una definición de la albirroja: primero el equipo, después los nombres. El entrenador argentino dejó a su estrella en el banco de suplentes, considerando que los únicos cinco partidos que había jugado en los últimos 8 meses, producto de su sanción por doping, lo dejaban por debajo de Jefferson Farfán.
Pero gracias a esa estructura colectiva, que lo hizo llegar a Saransk con un invicto de 15 partidos, Perú arrancó con personalidad y solidez. Presionando arriba. Dejándole en claro a Dinamarca que su clasificación a Rusia 2018 no fue casual.
Cueva se movía con inteligencia, Luis Advíncula se sumaba desde el lateral derecho y Kasper Schmeichel empezaba a convertirse en la figura danesa cuando tuvo que intervenir ante un remate de André Carrillo. Dinamarca, sorprendida, tardó 20 minutos en reaccionar, pero entonces tomó la pelota, en especial a partir de Thomas Delaney, y emparejó el partido, aunque sin participación especial de su figura, Christian Eriksen, el atacante del Tottheham.
En esa paridad, con algunos sustos ocasionales para Pedro Gallese (que tuvo una buena respuesta ante Lasse Schone) y para Schmeichel (un remate de Farfán pasó cerca), llegó el penal que Yussuf Poulsen le cometió a Cueva y que el árbitro gambiano Bakary Gassama recién cobró a partir del VAR. Iban 44 minutos. Sin embargo, el volante del San Pablo mandó su remate por encima del travesaño y tuvo que ser consolado por el resto de los titulares y todos los suplentes cuando, tres minutos después, al terminar el primer tiempo, caminó desconsolado, al borde de las lágrimas, hacia los vestuarios.
Perú nunca olvidará el penal errado por Cueva, pero también es cierto que el equipo de Gareca siguió sumando chances al comienzo del segundo tiempo. Schmeichel volvió a lucirse ante Edison Flores y una gran acción de Cueva, en el minuto 56, no pudo ser completada por Farfán ni por Flores. Hasta que a los 59, por única vez falló la estructura peruana, Poulsen quedó a mano a mano ante Gallese y marcó el 1-0.
Si el resultado ya era injusto, lo fue todavía más en los últimos minutos. Gareca dispuso el ingreso de Guerrero y el mayor goleador histórico de Perú tuvo dos chances claras, en especial el disparo de taco que estuvo a centímetros de ser un gol comparable al de Teófilo Cubillas a Escocia en Argentina 1978.
Un cabezazo de Alberto Rodríguez también pasó cerca y el mismo Poulsen salvó en la línea lo que parecía el gol de Carrillo, la figura peruana del partido, quien volvió a desbordar para la derecha y habilitó a Farfán, cuyo remate fue salvado por Schmeichel. Iban 83 minutos y Perú ya empezaba a comprobar que la fiesta de su regreso, 36 años después, no tendría un final feliz.