A un año del femicidio de Tamara Ayelén Merlo, en Villa Gobernador Gálvez, la causa se encamina hacia el juicio oral y público. Esta semana, el fiscal Florentino Malaponte espera la audiencia preliminar para acusar formalmente a Fernando Daniel Godoy, y pedir la pena de prisión perpetua por balear a su pareja. En la investigación, el sindicado fue dando diferentes versiones del hecho, para intentar desvincularse. La familia de la joven no entiende qué sucedió y reclama justicia. "Queremos la pena máxima, porque a mi hija no la recupero más y mi nieto perdió a su mamá", sollozó Graciela, en diálogo con Rosario/12.
"Quien ama no humilla, ni maltrata, ni mata. Ni una menos", reza la foto de perfil de Graciela, junto a la imagen de Tamara. Su hija mayor tenía apenas 18 años y un bebé de uno y medio, Ciro, cuando fue asesinada de un balazo alrededor de las 21.30 del 10 de junio de 2017, en su casa de Alvear al 3200, de la ciudad ubicada al sur del Gran Rosario. La joven vivía con su concubino desde hacía un año, en el barrio La Esperanza, y tras el suceso fue llevada por sus suegros al hospital Anselmo Gamen. Tenía una bala alojada en el abdomen. Aquella noche ni siquiera llegó a ser atendida por los médicos.
Godoy, de 21 años, quedó detenido minutos después. En su primera declaración dijo que fue a buscar a su novia, en moto, a un cumpleaños y cuando regresaron comenzaron a ser perseguidos por dos personas encapuchadas, en otro rodado. Según esa versión, intentó entrar el vehículo en la casa y la chica quedó en la calle cuando escuchó disparos. Al salir ‑-dijo-‑ la vio tirada en el piso con un disparo en la panza y llamó al padre de la muchacha. Sin embargo, las contradicciones aparecieron rápidamente en el relato y el fiscal lo llevó a audiencia imputativa.
En esa instancia, sentado en el banquillo de acusado, el imputado dio otra versión: que estaba manipulando un arma y que se le escapó el disparo que hirió a su pareja. Además, la noche del hecho se allanó la vivienda donde ocurrió el suceso y sobre la cama matrimonial fue encontrado un celular destruído, sin chip, y algunas partes de un revólver. En un descampado se encontró un arma. Las pericias arrojaron resultados coincidentes con la bala encontrada en el cuerpo de la joven. Desde entonces, Godoy continúa en prisión preventiva.
A la versión del imputado se enfrentó la de un vecino. El hombre dijo que los disparos fueron dos y que alrededor de quince minutos más tarde se escuchó el pedido de auxilio del sindicado. También una mujer dijo haberlos visto entrar a la casa, y que no pasó ningún encapuchado. A ello se sumó que la familia comenzó a hablar de hechos extraños, de los que la víctima no hablaba.
Antes de que la chica muriera, sus suegros pasaron a buscar a la pareja y al bebé, y los llevó al hospital. Pero ya era demasiado tarde. El vehículo fue secuestrado y las primeras pericias arrojaron un dato que llamó la atención de los investigadores, ya que solo encontraron una gota de sangre. A ello se sumó que la versión del imputado era poco creíble. Cercado, dijo que sospechaba de personas con las que tenía problemas, pero no explicó de qué broncas se trataba, ni detalló con quién las tenía.
Entre las sospechas de los investigadores, se indicó que Tamara pudo haber recibido el disparo dentro de la vivienda y que la escena parecía haber sido limpiada. En la reconstrucción del hecho, el propio acusado llevó a los investigadores hasta el dormitorio, donde la chica ya le había puesto la ropa de dormir al bebé.
Días después, la familia de Tamara habló de sucesos que a ellos les llamaba la atención, como moretones con los que aparecía la muchacha, que siempre iba sola a las reuniones de su familia, pero que tenía que estar en los encuentros con la familia del acusado. "Yo pensé muchas veces que él era compañero porque cuando venía a verme, él siempre estaba cerca de ella, pero ahora me doy cuenta de que la controlaba, la celaba. Sin embargo, la dejaba sola en situaciones como el cumpleaños, donde él también estuvo invitado. Yo ese día le dije a mi hija que él era un antisocial y le pregunté si había pasado algo, porque ella tenía los ojos como llorosos, pero me dijo que él era así y que no pasaba nada", relató Graciela, quien está a cargo de su nieto. "Todos extrañamos mucho a Tamara. Sus hermanos más chicos eran muy pegados a ella, que era tan cariñosa", dijo la mujer.