El día después de Argentina-Islandia en el Mundial no fue el soñado para el numeroso cuerpo técnico que encabeza Jorge Sampaoli ni para el plantel liderado por Lionel Messi. El empate fue duro, ¿pero resultó inesperado? Para los más fanáticos, seguramente. Pero aquellos que venían siguiendo el devenir islandés aseguraban que los dirigidos por el odontólogo Heimir Hallgrimsson iban a ser un rival que no se la iba a hacer fácil a la Argentina. Y argumentaban sus opiniones en el camino ascendente vivido por Islandia desde que en 2007 tocara fondo al perder ante Liechtenstein por 3-0, en la ronda de clasificación para la Eurocopa 2008. Aquel golpe motivó a sus dirigentes a apostar a la formación de nuevos futbolistas, algo sumamente complicado por el clima frío en extremo que imposibilita la práctica al aire libre de cualquier deporte. Pero ese obstáculo fue abordado construyendo canchas bajo techo que atrajeron a muchos chicos.
El trabajo de formación fue premiado con la aparición de futbolistas que no tardaron en destacarse. Entre ellos, los delanteros Kolbeinn Sigthorsson y Alfred Finnbogason y fundamentalmente su estrella Gylfi Sigurdsson, por cuyo fichaje el Everton de la Premier League pagó 45 millones de euros.
De la mano de esa camada de jugadores se dio la revitalización del seleccionado nacional. En las Eliminatorias para Brasil 2014, salieron segundos en su grupo y disputaron el repechaje frente a Croacia, que los venció. El nivel en alza se mantuvo y se corroboró en la Eurocopa 2016, cuando dieron la nota al dejar afuera a Inglaterra en octavos de final, con una victoria por 2-1. Y confirmaron ese buen andar en las Eliminatorias del Viejo Continente para 2018, ganando su grupo y mandando a Croacia a jugar el repechaje para obtener su plaza.
Estos eran los antecedentes del equipo vikingo, y seguramente a ellos se referían los futbolistas y el técnico argentino al advertir que no había que contar los tres puntos sin jugar. “Sabíamos cómo jugaban y que iba a ser difícil entrarles”, reconoció Messi al final del partido del sábado.
Fue eso lo que pasó. Salvo en contados pasajes, el equipo de Sampaoli tuvo el control de la pelota y el protagonismo del juego, como lo pide la historia del fútbol argentino y la jerarquía de sus jugadores. La Selección estaba obligada a ganar, esa era la presión extra que cargaban los jugadores sobre sus camisetas. Al contrario de Islandia, “un equipo feliz”, en palabras de Mourinho, “porque disfruta competir”.
Precisamente lo llamativo del partido que jugó Argentina fue que no mostró la variedad de recursos necesarios para vulnerar el entramado defensivo de Islandia, o al menos en la cancha no se dieron los resultados que tal vez sí observó Sampaoli en su laboratorio.
El esfuerzo se hizo. No alcanzó. Pero quedan dos partidos para definir el pase a octavos. Argentina no ganó, pero sumó un punto, y depende de sí misma. Si le gana a Croacia y luego a Nigeria, el primer puesto del Grupo D difícilmente se le escape. Y Sampaoli tiene en el plantel las individualidades para que el timorato juego ante Islandia sea el piso de rendimiento y que el transcurrir de los partidos lleven a la Selección al lote de los favoritos. Croacia y Nigeria mostraron que sus planteamientos son más accesibles a la propuesta argentina, y sobre todo a Messi, quien seguramente podrá moverse con más espacios para desequilibrar.
No es fácil el debut en un Mundial, repiten hasta cansarse quienes han afrontado esa cita ecuménica. Evidentemente, no es un lugar común. Lo pueda atestiguar Argentina, después del paso en falso ante Islandia. Pero también Alemania, que cayó frente a México, en otro resultado contrario a todos los pronósticos. El Tri trocó en diez días la vergüenza en proeza. Pasó de los cuestionamientos al plantel por una fiesta con escorts a los elogios que hablan de que puede integrarse al lote de los favoritos. Y hasta Brasil –candidato indiscutible en todas las encuestas y en cada estudio estadístico– se fue desilusionado por el 1-1 frente a Suiza, en su presentación, en la que Neymar fue menos protagonista que Messi.