El tándem Caputo-Cañonero tendrá un debut a toda orquesta en su primera semana al frente del Banco Central. Hoy se licitan dos bonos en pesos, con los que se espera capturar alrededor de 100 mil millones de pesos en el mercado. ¿Habrá muchos inversores dispuestos a apostar a colocaciones en pesos a un año en un caso, y a ocho años en el otro, en medio de la actual turbulencia? Si bien quien lanza la licitación es el Ministerio de Finanzas, la emisión fue programada por Luis Caputo antes de trasladarse a las oficinas de las que acaba de salir eyectado Federico Sturzenegger. Desde el Banco Central, el propio Caputo enfrentará mañana otro vencimiento multimillonario de Lebac. ¿Qué cartas jugará la flamante dupla que dirige la autoridad monetaria para evitar una fuga hacia el dólar de cientos de miles de millones de pesos, justo cuando el dólar se dispara aparentemente sin techo? Los expertos que conocen el paño –el mercado y los protagonistas– adivinan que el primer paso será ofrecer intereses muy altos, pero a plazos más largos (seis meses o un año para las Lebac). ¿Podrán tentar a quienes, en el último mes, perdieron por goleada al quedarse en Lebac que rindieron en pesos 3,33 por ciento, mientras la cotización del dólar, sin intereses, creció en el mismo lapso casi un 13,5 por ciento? La respuesta va en línea con la confianza que les tienen a Caputo y Cañonero los más poderosos fondos de inversión extranjeros, para los cuales trabajaron como colocadores de inversiones hasta antes de ocupar cargos públicos. “Los fondos sufrieron una fuerte licuación (pérdida de valor real) de sus activos en el último mes de Sturzenegger y confían en que con estas autoridades no se va a repetir. Al contrario, apuestan a recuperar lo perdido. ¿Cómo? Primero, con bonos en pesos pero con valuación dolarizada (como el que se licita hoy). Segundo, con inversiones a largo plazo en pesos con tasas altas, que si el Gobierno no logra dominar rápido la estampida del dólar, lo resolvería dolarizando toda la deuda”, señaló un especialista del sector.
¿Es posible que se llegue a una medida tan extrema? “Está en la cabeza de las nuevas autoridades del BCRA, eso se sabe. Y algunas de las últimas movidas financieras indican que se avanza en ese camino. Caputo y Cañonero no llegaron para licuarles los activos a los fondos de inversión para los que siempre trabajaron, delo por seguro. Y si aceptaron, es porque tienen carta blanca en avanzar hacia esa jugada extrema: la dolarización de todo el sistema financiero.”
El desafío es inmenso, pero a Luis Caputo y a Gustavo Cañonero no los tomará desprevenidos. Es más: hay quienes aseguran que ya tenían planificado este momento, incluso sabiendo los puestos que iban a ocupar, hace un mes. Ex compañero de Caputo como mesadinerista del Deutsche Bank entre 1998 y 2003, Cañonero siguió su carrera en el banco alemán hasta convertirse en economista jefe para Mercados Emergentes. Pero su última función en el sistema financiero fue el manejo, como director, del SBS Group, desde el cual orientó al fondo de inversiones Templeton a adquirir los títulos de deuda en pesos denominados BOTE, junto al fondo Blackrock, por 74 mil millones de pesos (unos 3000 millones de dólares por la cotización a esa fecha). Fue el lunes 14 de mayo, un día antes del súper vencimiento de Lebacs por más de 600 mil millones de pesos. Caputo, que desde el Ministerio de Finanzas encabezó la colocación de los bonos del Tesoro, a cinco y ocho años con un rendimiento del 20 por ciento anual en pesos, festejó la operación al presentarla como “una demostración de confianza del mercado”. Hoy, poco más de un mes después, quien vendió esos títulos y quien recomendó su compra, son flamantes presidente y vice del Banco Central: principales responsables, según evolucione el dólar, de que aquella operación resulte un espectacular negocio para los fondos que entraron o un estruendoso quebranto.
Dos nuevos bonos, hoy
Una de las jugadas clave en la estrategia financiera diseñada por Caputo es la emisión de dos títulos de deuda en pesos, que se licitan en el día de hoy. El primero, a un año, es “dual”. Tiene dos alternativas de rendimiento: una es la tasa de interés en pesos que se defina hoy en la licitación (se supone que superior al 35 por ciento). La otra alternativa surge de transformar en dólares la inversión actual, y calcularla a la cotización de la divisa dentro de un año, al vencimiento, con un interés del 4,5 por ciento. Esto es, garantizarle el “valor dólar más 4,5 por ciento”. La que resulte más beneficioso al inversor de las dos, es la que se paga.
El segundo título que se licita vence el 21 de noviembre de 2020 (29 meses), paga intereses semestrales y su rendimiento dependerá de la tasa que pidan los oferentes. Se calcula que el rendimiento se ubicará entre el 24 y el 32 por ciento. ¿Por qué podría ser atractivo este segundo bono en pesos, más largo, con tanta incertidumbre en el horizonte? Responder a este punto, es igual a responder por qué Templeton compró los BOTE, por recomendación de Cañonero, a cinco y ocho años hace un mes. La “apuesta” es idéntica. Pero, ¿a qué apuestan? ¿A que se estabilicen los precios y el dólar, y que la inflación y la suba del tipo de cambio sea, desde el segundo semestre en adelante, siempre inferior al 20 por ciento anual, para que los bonos que se liciten hoy y los BOTE suscriptos el mes pasado resulten siempre rentables?
El Gobierno anticipó que espera recaudar unos 100 mil millones de pesos con estos dos bonos, cifra que utilizaría para cancelar deudas del Tesoro de la Nación con el BCRA y éste, a su vez, usaría el dinero para recomprar Lebac y bajar el stock en el mercado. La fecha para el depósito del dinero de los que adquieran estos bonos es el jueves, el mismo día que se realizan los depósitos y retiros por la operación de Lebacs que se pacten mañana.
Mañana, las Lebac
¿Y qué pasará mañana martes, cuando vencen más de 600 mil millones de pesos en Lebac del Banco Central? El saldo que quedaría en el mercado, tras algunas compras anticipadas del BCRA, sería de unos 550 mil millones. La versión más sustentable es que la autoridad monetaria ofrecerá tasas muy altas a períodos más largos, a 6 ó 9 meses, y un poco menos a 30 días, buscando prolongar los vencimientos. ¿Pero por qué, en medio de una corrida cambiaria y serias turbulencias, habría interés en colocar fondos en pesos a tantos meses, cuando la experiencia indica que en el último mes los inversores en Lebac han “perdido” más de 10 puntos en intereses por quedarse con activos en pesos?
“La apuesta de Caputo y Cañonero no es a ciegas. Ellos saben cómo piensan y cuál es la estrategia de los fondos de inversión, porque han sido y son parte de cómo la arman”, señala un experto en mercados especulativos que, además, tiene una puntillosa lectura política de los actores de los que habla. Pero tampoco sería una apuesta “a ciegas” la suscripción, por parte de los fondos especulativos, del segundo bono que se licita hoy (a 29 meses, en pesos, a la tasa que surja de la licitación) como de las Lebac a más de seis meses (la tasa podría superar el 35 por ciento anual). Las nuevas autoridades del Central, anteriormente sus agentes de colocación de inversiones, les habrían asegurado que, si no dominan el mercado cambiario a corto plazo (evitar que el dólar siga subiendo a un ritmo superior al de las tasas de renta de los bonos), apurarían la carta de la dolarización. “Si es así, las tasas que están nominadas en pesos de los bonos, pasan a ser tasas en dólares: como ocurre en general, lo que es una mala noticia para la economía en general, para los especuladores es una magnífica noticia”. Visto desde los especuladores, el “costo” de entrada a ese casino financiero sería qué precio del dólar se tomaría de paridad para la dolarización de los activos financieros: cuanto más alto, mayor el costo. De todos modos, las altas tasas que se están pactando hoy en pesos, convertidas a tasas en dólares serían suficientemente rentables como para compensar con amplitud ese mayor costo inicial.
Bajo esas condiciones, se convierte en posible que hoy la licitación de bonos en pesos recoja una importantísima oferta de recursos (no habría que descartar que supere la meta oficial de 100 mil millones de pesos) y la renovación de Lebac de mañana tenga un alto nivel de suscripción con un porcentaje significativo de fondos colocados a plazos medianos y largos. Caputo y Dujovne podrán exhibirlos como un éxito rotundo y demostración de espaldarazo del mercado, aunque las tasas que se hayan pactado sean exorbitantes. Poco importará, si son a pagar mucho más adelante y si en la urgencia quedan cubiertas detrás de la lluvia de inversiones especulativas. Lo que también quedará tapada es la carta de la dolarización que ya le habrían pasado las autoridades del Central por debajo de la mesa a los grandes especuladores, como garantía de triunfo en la partida.
Sobre las consecuencias en la economía real de una dolarización, no se habla. Las decisiones no pasan por ahí. Una vez más, la suerte de la economía queda en manos del sector financiero: bancos y fondos especulativos. Nadie dudará que, de eso, Caputo y Cañonero saben bastante.