En una reflexión sobre la comunicación actual el Papa advirtió que se utiliza la calumnia lanzada a través de los medios de comunicación y se “destruye la libre información” con el propósito de difamar y, de esta manera, se afecta a la democracia. “Todas las dictaduras han comenzado así, adulterando la comunicación, poniendo la información en manos de una persona sin escrúpulos, de un gobierno sin escrúpulos”, sostuvo Francisco en la homilía que pronunció ayer por la mañana en la capilla de la Casa Santa Marta, su residencia romana. Un párrafo de la alocución de Francisco llamó especialmente la atención porque se refirió a la comunicación hoy con una crítica dirigida a los gobiernos, en lo que sonó como una clara referencia a la gestión de Mauricio Macri. “También hoy, en muchos países, se usa este método: destruir la libre comunicación”, dijo. “Por ejemplo pensemos: existe una ley de los medios, de comunicación, se cancela esa ley; se entrega todo el aparato comunicativo a una empresa, a una sociedad que calumnia, que dice falsedades y debilita la vida democrática”, describió Bergoglio.
El Papa hizo esa afirmación a partir de un comentario bíblico del Libro Primero de los Reyes en el que se narra cómo la mujer de Ajab, rey de Israel, se valió de la calumnia para matar a Nabot y robarle un terreno que ambicionaba el rey. El Papa trató de explicar de esta manera que los poderes se sirven de la mentira para lograr sus propósitos.
A días de asumir, Macri modificó la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual por decreto y prorrogó las licencias existentes, amplió la cantidad de licencias que podía tener cada grupo y levantó la prohibición a su transferencia. La oposición denunció en aquel momento que se trataba de una medida inconstitucional y a la medida del Grupo Clarín. Ayer, sin hacer ninguna mención explícita, la descripción del Papa de un proceso “hipotético” de concentración mediática se pareció bastante a lo sucedido en la Argentina.
Francisco recordó que el apóstol Santiago advierte sobre la “capacidad destructiva de la comunicación malvada”. Y agregó que “hay muchas personas, muchos países destruidos por dictaduras malvadas y calumniadoras” y dio como ejemplo dictaduras del siglo pasado. “Pensemos en las persecuciones contra los hebreos, dijo. “Una comunicación calumniosa contra los hebreos que los llevó a Auschwitz porque no merecían vivir. Es un horror, pero un horror que continúa sucediendo hoy: en las pequeñas sociedades, en las personas de muchos países”. Según el Papa, “el primer paso es apropiarse de la comunicación y, luego, la destrucción, el juicio y la muerte”.
Aseguró Francisco que “luego vienen los jueces a juzgar a esta institución debilitada, a estas personas destruidas, condenadas, y así va adelante una dictadura”, subrayando que “las dictaduras, todas, han comenzado así, con adulterar la comunicación, para poner a la comunicación en las manos de una persona sin escrúpulos, de un gobierno sin escrúpulos”.
El Papa también sostuvo que algo similar ocurre en la vida cotidiana cuando se quiere destruir a una persona, “inicio por la comunicación: difamar, calumniar, decir escándalos”. Porque, argumentó, “comunicar escándalos es un hecho que tiene una seducción enorme, una gran seducción. Se seduce con los escándalos, las buenas noticias no son seductoras”. Y de esta manera, siguió reflexionando Francisco en su homilía, “la comunicación crece, y esa persona, esa institución, aquel país, termina en la ruina. No se juzga al final a las personas. Se juzgan las ruinas de las personas o de las instituciones, porque no pueden defenderse”, afirmó.
Retomando el texto bíblico que originó su reflexión el Papa dijo que la historia de Nabot es paradigma para la historia de Jesús, de San Esteban y de todos los mártires que han sido condenados usando un escenario de calumnias. Pero –sostuvo- es además un paradigma en el modo de proceder de mucha gente, de “tantos Jefes de Estado y de Gobierno”. Se comienza con una mentira –dijo Francisco– y, “tras haber destruido ya sea a una persona o a una institución, se la juzga y condena”.
El Papa exhortó a releer la historia de Nabot en el capítulo 21 del Primer Libro de los Reyes y a pensar “en tantas personas destruidas, en tantos países destruidos, en tantas dictaduras con ‘con guantes blancos’, que han destruido los países”.