Ayer al mediodía, cuando el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N° 4, integrado por Adolfo Calvete, Ivana Bloch y Julio César Báez, leyó la sentencia en la que condenó a cadena perpetua a Gabriel David Marino, los familiares de Diana Sacayán, la activista trans asesinada de 13 puñaladas en octubre de 2015, se unieron en un abrazo y soltaron un llanto de emoción, tristeza y alivio: Marino fue condenado como coautor del delito de homicidio calificado por odio a la identidad de género en un contexto de violencia de género. Los llantos y el aplauso generalizado interrumpieron la lectura del juez, que tuvo que esperar un momento para poder continuar. Los festejos también llegaron desde afuera de la sala, donde más amigos y familiares que no pudieron ingresar por la diminuta dimensión de la habitación siguieron la sentencia desde una pantalla: “Compañera Diana Sacayán, presente. Ahora y Siempre”, corearon. Esta decisión coincide con lo que habían solicitado en los alegatos la querella familiar a cargo de Luciana Sánchez, la querella del Inadi representada por Juan Kassargian y los fiscales Ariel Yapur y Mariela Labozzetta: perpetua para el asesino de Diana. Mientras tanto, se seguirá buscando en otra investigación judicial que está en etapa de instrucción al segundo responsable de su muerte.
“Creo que es la condena que ella se merecía. Estamos a la altura de las circunstancias, ella nos ha puesto a la altura de las circunstancias. Así que estamos muy felices. Hoy, podemos decir que se hizo justicia”, expresó a PáginaI12 Sasha Sacayán, hermano de Diana que estuvo de la mano de Norita Cortiñas durante la lectura de la sentencia. “Diana, aunque no esté físicamente, sigue haciendo cosas y nos sigue marcando el camino, sigue marcando lucha. Esto es un antes y un después. Es histórico, porque la justicia nunca se ha pronunciado sobre la muerte de las personas travestis y trans”, agregó Sasha, entre lágrimas.
Luciana Sánchez, abogada querellante de la familia Sacayán, fue felicitada y abrazada, una y otra vez, por su desempeño en la causa. “Esta sentencia significa que hay juezas y jueces que están pensando que la ley tiene que ser llenada de contenido concreto, y acá hubo una demanda muy concreta del colectivo. Esto, para las compañeras travestis, es un cambio. Es pasar del ninguneo total a un poco de visibilidad y, ojalá, acceso a la justicia”, dijo Sánchez. Y agregó, emocionada: “Ahora, lo que va a tener que pasar, es que el Poder Judicial ya no se va a poder seguir haciendo el tonto. Van a tener que abrir la discusión, y eso es muy importante. Vamos a ver qué viene después de este gran reconocimiento, cómo reacciona el Poder Judicial con todos los otros pequeños casos que quizás no tienen esta visibilidad”.
Diana Sacayán murió a los 39 años, superando cuatro años la expectativa de vida promedio para el colectivo, que es de 35. En octubre de 2015 Sacayán fue asesinada de 13 puñaladas. Gracias a su militancia y a la de otros compañeros y compañeras, pudieron sancionarse la Ley de cupo laboral trans –que se conoce como Ley Diana Sacayán– y la Ley de Identidad de Género. “Esta es la primera vez que se condena en el caso de un asesinato de una mujer trans, de una travesti, utilizando la figura del artículo 80 inciso cuarto que es el agravamiento por el odio a la víctima por su identidad de género, que es lo que el colectivo llama travesticidio”, explicó Sánchez. Durante el juicio, que inició el 12 de marzo y tuvo 11 audiencias, el fiscal Ariel Yapur consideró que “la virulencia del ataque encuentra explicación en el odio a la identidad de género de Diana y en su expresión”, teniendo en cuenta que la víctima presentaba lesiones en “las zonas que hacen a su identidad como mujer travesti”.
Gabriel David Marino (25) está detenido en el Complejo Penitenciario Federal de Ezeiza y cumplirá 35 años encarcelado por el crimen de Sacayán. Los fundamentos de la sentencia que lo declaró coautor del delito de homicidio calificado por odio a la identidad de género en un contexto de violencia de género se darán a conocer el 6 de julio. Al inicio de la audiencia, los jueces le dieron la oportunidad a Marino de pronunciar sus “últimas palabras”, a lo cual se negó. Luego de un cuarto intermedio de una hora, el presidente del tribunal, Adolfo Calvete, leyó el veredicto por el que lo condenó a perpetua.
El inicio de la audiencia había sido picante. Más de la mitad de los presentes no pudo ingresar a la sala. “El estado no entendió la dimensión del reclamo. ¡Mirá todos los que somos!”, le dijo una señora al guardia que custodiaba la puerta de la sala. “Es la primera vez que hay un juicio real, con una investigación seria sobre el asesinato de una piba trava. Además, es también la primera vez que una cantidad de travestis testifican en un juicio y no son las que están acusadas de algo”, dijo Romina Pereyra, militante lesbiana, activista y comunista. “Hemos travestizado al Poder Judicial, de alguna manera. Nosotras le juramos a Diana que íbamos a lograr un fallo histórico y hemos logrado, en principio, un juicio histórico. Así que esa es la expectativa. Es bastante positiva y creemos que será una sentencia favorable. Y si no, que se banquen la que venga”, agregó, antes de la lectura de la sentencia.
Finalizada la sesión, se continuó con la ronda de abrazos en los pasillos. Luego de la foto y las últimas lágrimas, el clima se tornó festivo y los compañeros de Diana bajaron a Plaza Lavalle, donde se realizaba una radio abierta, para seguir con los festejos. “¿Cómo te quedó el ojo patriarcado?”, dijo Martín, provocando la risa de aquellos que fueron a la plaza a hacer fuerza por la activista asesinada. “No fue una buena semana para el patriarcado. Y eso también es mérito de Diana y de Lohana (Berkins). Las cosas tienen que cambiar y solamente en las calles lo vamos a lograr. Y Diana lo sabía bien”, agregó.
“Basta de travesticidios”: ese título encabezaba una serie de carteles que colgaron las compañeras de Diana en la plaza. En cada cartel, la trágica historia de una travesti asesinada. “Tenemos que seguir denunciando los travesticidios. Tienen que parar los crímenes de odio, la discriminación”, remarcó Martín. Una tira de pañuelos verdes a favor del aborto legal, seguro y gratuito atados entre sí fue colgado de dos postes de luz. Entre la hilera de pañuelos verdes, se mezcló uno violeta: “Sin clientes no hay trata”.
“Desde el cielo rojo de las travas en el que están, Diana y Lohana hicieron fuerza y una vez más rompieron con las normas. Como era costumbre de ellas, rompieron con este sistema judicial y hoy podemos decir que el asesinato de Diana fue un crimen de odio, fue un travesticidio”, dijo Florencia Guimaraes, que se define como travesti conurbana de La Matanza, comunista y abolicionista. Guimaraes recordó también a la activista trans Lohana Berkins: “Ella nos decía: ‘maricas: nuestros crímenes son travesticidios. Derribemos esto de la transfobia. No es fobia, nosotras no somos cucarachas. Esto es odio patriarcal’”, expresó, e invitó a los presentes a la marcha que realizarán desde Plaza de Mayo hasta el Congreso el próximo 28 de junio para “exigir que dejen de matarnos”. “Cuando decimos trasvesticidios no hablamos simplemente de crímenes de odio, sino de todas las compañeras que se nos mueren todos los días, de todas las compañeras que se nos mueren podridas, sidosas, en los hospitales, en las cárceles y en un montón de lugares diferentes. Este juicio sirvió para visibilizar todo esto que le pasa a nuestro colectivo”, concluyó.
Finalizado el acto, convocaron a una conferencia de prensa que se realizó horas más tarde en el hotel Bauen (ver aparte).
Informe: Azul Tejada