El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, amenazó ayer con imponer aranceles aduaneros a las importaciones de autos mexicanos de General Motors. Poco después, Ford, otra de las grandes automotrices del país, anunció que suspendía un proyecto millonario para construir una nueva planta en México.
Durante la campaña presidencial, Trump lanzó sistemáticamente advertencias poco veladas a las grandes empresas que en las últimas décadas achicaron sus operaciones y sus plantas en Estados Unidos y se mudaron a otros países, donde los costos son menores y las reglas de producción más limitadas. El magnate inmobiliario devenido en líder político prometió que, cuando llegara a la Casa Blanca, impondría un arancel aduanero de 35 por ciento a todos los productos importados de empresas asentadas en el país que tuvieran su producción en el extranjero.
El 1º de diciembre, apenas tres semanas después de ganar las elecciones, Trump anunció su primer gran acuerdo en línea con sus propuestas proteccionistas en Indiana, el estado de su vicepresidente, Mike Pence. La empresa Carrier suspendía sus planes de cerrar una planta en ese estado y relocalizarla en México, a cambio de recibir incentivos estatales de siete mil millones de dólares a lo largo de los próximos diez años. Ese día Trump y Pence visitaron la planta de Carrier en Indiana y el primero lanzó una nueva advertencia, esta vez como presidente electo. “Las empresas no se van a ir de EE.UU. nunca más sin consecuencias. No podemos permitir que ocurra esto con nuestro país. Hay muchísimos empleos saliendo de Estados Unidos y trasladándose a otros países”, aseguró el magnate frente a los trabajadores de la planta.
Desde entonces, Trump cuestionó públicamente (la mayor parte de las veces a través de la red social Twitter) varias licitaciones públicas y decisiones de grandes empresas de reubicar sus negocios o ampliar su producción fuera del país. Ayer apuntó contra la principal automotriz de Estados Unidos, General Motors. “General Motors está enviando el modelo Chevy Cruze hecho en México a las concesionarias de Estados Unidos sin tarifas. ¡Fabrique en Estados Unidos o pague un gran arancel aduanero!”, advirtió el magnate republicano en su cuenta de Twitter.
La advertencia de Trump provocó la reacción inmediata de General Motors, que salió a defenderse de inmediato y recordó, en un breve comunicado, que produce la versión sedán del Cruze en una planta de Ohio. “Todos los Chevrolet Cruze sedán en venta en Estados Unidos son producidos en la planta de montaje de GM en Lordstrom, Ohio. GM produce el Chevrolet Cruze de cinco puertas para mercados globales en México y un pequeño número es vendido en Estados Unidos”, explicó, a la defensiva, la empresa.
Durante la campaña electoral, Trump también había acusado a Ford, la segunda automotriz de Estados Unidos, de despedir a miles de trabajadores en Estados Unidos para desplazar parte de su producción a México. El magnate se atribuyó el logro de haber influido para que Ford decidiera producir una serie de camiones semipesados en Estados Unidos, en vez de en México. La empresa desmintió más tarde esa declaración.
Ayer, Ford anunció en un comunicado que cancelaba otra inversión que tenía planeada para México, de 1600 millones de dólares, pensada para construir una nueva planta de montaje de vehículos en la localidad de San Luis de Potosí, en la que se suponía se produciría la nueva generación del modelo Focus. Ford informó que producirá esta nueva línea de Focus en la planta de montaje de la ciudad mexicana de Hermosillo para mejorar la rentabilidad de la compañía, pero que al mismo tiempo invertirá 700 millones de dólares en la fábrica estadounidense de Flat Rock, en el estado de Michigan.