En el comienzo de su tarea como secretario general de Naciones Unidas, el portugués António Guterres defendió el papel del organismo en las soluciones multilaterales para resolver los principales problemas que afectan a la comunidad internacional. Oficialmente, Guterres comenzó en su cargo el 1 de enero, pero como la sede del organismo suele estar cerrada el fin de semana y en Estados Unidos la festividad del primer día del año se traslada al lunes, su primer día de trabajo fue ayer. Ex primer ministro de Portugal entre 1995 y 2002, a los 67 años Guterres es considerado un negociador eficaz: uno de sus mayores desafíos será alcanzar el camino para la paz en Siria, un conflicto que en marzo cumplirá seis años. “Todo a lo que aspiramos como familia humana –la dignidad y la esperanza, el progreso y el bienestar–, depende de la paz. Pero la paz depende de nosotros”, dijo el domingo al tomar el relevo del surcoreano Ban Ki-moon.

En la previa a su asunción, Guterres encendió una vela en el edificio de la sede de la ONU en Nueva York en memoria de los empleados que murieron en servicio. En su primera jornada de trabajo, dirigió un breve mensaje a los trabajadores en el vestíbulo principal de la sede de la organización, y reiteró algunos principios que defendió en su mensaje del domingo. El secretario general dijo sentirse orgulloso de ocupar el puesto, en reemplazo del surcoreano Ban Ki-moon, y prometió también luchar para evitar la agobiante burocracia que sufre la ONU.

Además, Guterres señaló que los desafíos que enfrenta la comunidad internacional no pueden ser resueltos por los países por separado, por lo que resaltó el valor de las acciones multilaterales. “La ONU debiera ser la piedra angular de las soluciones multilaterales”, sostuvo en su mensaje. “Sólo las soluciones globales pueden resolver los problemas globales”, sentenció.

Asimismo, insitió en que sólo trabajando en equipo se pueden conseguir los objetivos marcados por la ONU. La agenda de ayer de Guterres incluía una reunión con el presidente de la Asamblea General, Peter Thomson, de Fiji, y también con el presidente de turno del Consejo de Seguridad, el embajador sueco ante la ONU, Olof Skoog. En la rueda de prensa diaria, el portavoz del secretario general, Stéphane Dujarric, dijo que Guterres tiene programado realizar una serie de llamadas telefónicas con líderes internacionales una vez que asuma las máximas funciones de la organización.

Su mandato antecede en veinte días al que asumirá Donald Trump como presidente de Estados Unidos, el país que es el mayor contribuyente del presupuesto de la ONU y que ha sido crítico con el papel de la organización. El miércoles pasado, Trump afirmó que la ONU no está a la altura de su potencial y afirmó que en lugar de resolver problemas los causa. Dos días antes, dijo que la organización era un club de gente que se reúne para hablar y pasarlo bien.

Todo ello porque días antes el Consejo de Seguridad de la ONU había aprobado una resolución condenando los asentamientos israelíes en territorios palestinos. Consultado sobre esos comentarios de Trump, el portavoz recordó que el presidente electo también había destacado el gran potencial de la ONU, y confió en que siga la intensa cooperación con Estados Unidos cuando llegue a la Casa Blanca. 

António Guterres llega al cargo con un respaldo total de los Estados miembros, que lo eligieron por aclamación en octubre y ven en él a una persona experta y muy preparada capaz de transformar la organización. Franco, expresivo y carismático, Guterres trae nuevos aires a la ONU y un claro contraste con su predecesor.

Ban Ki-moon dejó su cargo luego de ocho años en los que se reforzó la imagen de un organismo donde sólo se firman acuerdos prenegociados y se sacan las fotos de rigor, y en los que quedó aún más golpeado su prestigio internacional por el escándalo que desató un encubrimiento de abusos sexuales cometidos por soldados de paz contra mujeres y niños.

Su mayor legado, como admitió el diplomático surcoreano en una de sus últimas entrevistas, es haber logrado que casi 200 países ratificaran el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático, que compromete a los firmantes a reducir las emisiones contaminantes para evitar el calentamiento global.