Que no ni no... Uruguay ya está en los octavos de final. De la mano de Oscar Tabárez, el técnico más veterano del Mundial que, como todo Maestro, cada día aprende algo nuevo y, por tanto, enriquece a sus alumnos, festejó una victoria trabajosa y por la mínima diferencia ante Arabia Saudita, una selección que será la tercera (Marruecos y Egipto son las otras) en volverse a su tierra. 

 

 

El técnico uruguayo advirtió en la conferencia de prensa previa al choque de ayer que esperaba un partido duro, “porque de las derrotas se aprende más que de las victorias”. Y vaya si aprendieron Pizzi y sus dirigidos. Arabia cambió la cara respecto de la muy pobre presentación ante Rusia, que la goleó en el partido inaugural, sin perdonarle ni uno solo de los errores. Por aquel abultado resultado, Pizzi había quedado entre la espada y la pared. Para evitar la espada de la destitución inmediata necesitaba que en el campo de juego su selección diera un vuelco total. Tamaño desafío ante una Celeste que llegó madura a Rusia y que además tenía el respaldo de la renta de los tres puntos sumados en el debut ante Egipto. Y Uruguay salió decidido a capitalizar esa ventaja. Sabía que el triunfo lo clasificaba a octavos, junto a Rusia, el rival con el que dirimirá el próximo lunes cuál de los dos finaliza como líder del Grupo A. Los once de Tabárez invitaron a Arabia Saudita a intentar acercarse a los dominios de Muslera , quien ayer acumuló su decimotercer partido mundialista en el arco uruguayo, igualando al histórico Ladislao Mazurkiewicz.

Arabia Saudita aceptó el convite uruguayo, pero, desconfiado, eligió hacerlo armando bloques, para cerrar espacios y para que ante los errores, siempre hubiera algún futbolista listo para corregirlos. Pero esa ayuda no le llegó al arquero Al Owais. El uno salió a cortar un centro tras un corner y no pudo ni atrapar una mariposa. Consecuencia, la pelota cayó limpia en el pie zurdo de Suárez, quien festejó su partido número 100 con la Celeste marcando el 1-0.  

Reaccionaron los sauditas. Sacaron a relucir su amor propio y consiguieron inquietar a Muslera. Con algún remate desde afuera del área, sobre todo. Pero en cada intento de los asiáticos se ponía de manifiesto la solidez de la Celeste, sobre todo de la pareja de centrales Godín-Giménez, que ya algunos postulan entre las mejores de lo que se vio en Rusia en materia defensiva. 

Uruguay sabe de la fortaleza de esa dupla, y la usa y hasta abusa de ella, tal como lo mostró en el complemento ante Arabia. Porque los muchachos del Maestro se limitaron a esperar y a contraatacar. Como hay una gran diferencia de jerarquía individual, el plan conservador le dio resultado y el 1-0 quedó consolidado sin mucho sufrimiento y con alguna que otra chance para aumentarlo. Le costó a Uruguay superar a Egipto y lo logró a un minuto del final con un cabezazo de Giménez. Ayer fue más utilitario: hizo la diferencia y jugó a conservarla. Fue suficiente para clasificar a octavos, habrá que ver si es suficiente cuando se vengan los choques con las selecciones de elite. Lo de Arabia fue pobre, mejoró, pero todavía hay mucho camino para recorrer para que los jugadores que destellan a nivel individual sean contenidos en equipos más competitivos.