“El terror se basa en la incomunicación. 

Rompa el aislamiento.” 

Rodoldo Walsh 

El primer aniversario del gobierno de Mauricio Macri desató análisis de toda índole, la mayoría vinculados a turbias elucubraciones de un futuro próximo de gloria. Sin embargo, se vuelve imperioso revisar el comportamiento mediático-hegemónico que se desarrolló en el mismo lapso para comprender cierto imaginario social instalado en buena parte de la comunidad y, también, poder advertir el escenario del 2017 que se configurará en torno a las elecciones de medio término, comicios de importancia vital para el gobierno y donde oficiarán de caballo de Troya los grupos de nuestra patria mass-mediática. 

Durante el último trayecto del 2016, algún archivero de internet sacudió el polvo que tenía encima y resurgieron, con especial énfasis, las diez estrategias para la manipulación que elaboró Noam Chomsky. Claro que sin el contexto adecuado, ningún archivo emerge a la superficie.

De este valioso aporte, dos puntos resultan esenciales para comprender en clave teórica el accionar de los medios. Por un lado, la “estrategia de la distracción”, tan básica como eficiente. La prensa se ocupa de mantener la atención de los espectadores lejos de los asuntos más relevantes. A esto se le agrega lo que Chomsky define como “estrategia de diferir”, donde las decisiones que se toman se presentan como un inevitable sumamente necesario. “Es doloroso, pero es lo mejor para el pueblo que se encamina a un futuro de crecimiento”, suele argumentarse por estos tiempos. 

Para hacer carne la teoría, basta recordar el acontecimiento con mayor cobertura del año. La gestión de Cambiemos inició con la taquillera “triple fuga”, un hecho sin precedentes en cuanto al despliegue técnico y de cobertura mediática. A una semana de la devaluación que dio inicio a una escalada de precios incontenible hasta hoy, los hermanos Lanatta y Víctor Schillaci se fugaron de un penal de alta seguridad. Entre los 16 días que duró la fuga, se disolvió el AFSCA mediante un DNU, al Presidente lo sobreseyeron por las escuchas telefónicas ilegales y se levantó una medida de 2007 que impedía que los Lebacs rindieran más que una inversión productiva. Además, en la unidad que se encarga de controlar el lavado de dinero, asumieron representantes de dos bancos que son los más denunciados por ese delito, se produjeron más de 5 mil despidos en el Estado y comenzó la represión de las protestas sociales en La Plata. Por último, se dio inicio al grotesco endeudamiento externo y el ajuste, bajo la excusa de la pesada herencia. Voces agoreras monopolizaron las pantallas y columnas de opinión para explicar que es necesario volver a “insertarse al mundo” y así recuperar un “nivel de vida digno”.  

La “triple fuga” fue el caso más emblemático del año, mas no el único. Desde conventos religiosos hasta Comodoro Py ejercieron el rol de escenarios donde primaba la puesta en escena. 

En medio de esa sangría informativa, el Ejecutivo vetó un “ley antidespidos” y el país entró en la peor recesión en varios años. Los familiares de los funcionarios fueron aceptados en el blanqueo de capitales y el país se endeudó en más de 130 mil millones de dólares. Además, se les permitió a los grupos de medios adquirir otras empresas y servicios (como Nextel y Telecom), compras que habían sido impedidas durante varios años por tratarse de operaciones de naturaleza concentradora. La corona de la decadencia fue la condonación de 19 mil millones de pesos a las empresas eléctricas luego de los tarifazos y el posterior recorte en investigación para el CONICET. 

Para finalizar, emerge la cercanía de las elecciones de medio término, donde, de no obrar inconvenientes, la relación entre el Gobierno y el sistema mediático dominante continuará aceitada debido a su conveniencia mutua. Uno como representante de intereses atomizados, y el otro como constructor de un contexto simbólico que contribuye a flexibilizar las percepciones de la realidad.

El seguro mediático con el que cuenta el gobierno de Mauricio Macri fue uno de los factores más importantes por los que, en una parte de la sociedad, el gobierno mantiene buena imagen y cierto clima social en general. Mientras configura un panorama de vértigo informativo, el sistema de medios que ampara al poder político justifica sus fines ocultándolos. Lejos de tratarse de un factor mono-causal, pero si fundamental, la información que proporcionan la mayoría de los medios del país y la volatilidad de sus análisis se mantienen alejados de los verdaderos focos de conflicto, y traducen en inacción social el imaginario que se encargan de configurar. 

* Periodista.