Gracias a Tomas Lukin y Santiago O’Donnell una de las primeras cosas que sabemos acerca del nuevo ministro de Energía, Javier Iguacel, es que tenía poderes de abogado para dirigir un “vasto conjunto de actividades legales, bancarias y financieras”, en nombre de la Pluspetrol Angola Corporation, estructura societaria montada en las emblemáticas islas Caiman.
A dos años y meses de los Panama Papers, solo asombra la velocidad de la información, que haya saltado antes de que el ministro asuma. El dato mismo –el vínculo offshore de un miembro del gobierno– apenas sorprende: forma parte del paisaje nacional. Según los autores de “ArgenPapers”, Iguacel es el cuarto funcionario que aparece en los Paradise Papers: lo acompañan el presidente del Banco Central, Luis Caputo, el director de la AFIP (¡de la AFIP!), Leonardo Cuccioli, y el ex ministro de Energía, Juan José Aranguren. Los titulares de la política monetaria, fiscal y energética de la nación son hombres del mundo offshore.
La pregunta es quién no lo es en el actual gobierno. En los Panama Papers y en las investigaciones posteriores aparecieron una docena de funcionarios encabezados por el mismo presidente, uno de los cinco mandatarios a nivel mundial señalados por las mega-filtraciones. Unos meses más tarde, en septiembre de 2016, los Bahama Leaks, desnudaron la atracción fatal que tienen los empresarios argentinos por los paraísos fiscales.
En todos estos casos se trató de masivas revelaciones –11 millones y medio de documentos en los Panama Papers, más de 13 millones en los Paradise, 1,3 millones con los Bahama Leaks. Las cifras resultan descomunales. En realidad son apenas la punta del iceberg.
La firma en el centro del Paradise Paper, Appleby, es solo uno de los 10 buffetes del llamado “Magic Offshore Circle”, un selecto grupo de estudios de abogados que dominan el mundo offshore del ex imperio británico. La panameña Mossack Fonseca, que cerró sus puertas en abril, era un jugador de peso entre muchos otros en el mercado.
Un informe publicado el año pasado por la Universidad de Amsterdam identificaba un universo de 98 millones de firmas en el mundo offshore vinculadas por 71 millones de tipos de relación legal en este laberinto de espejos que son las guaridas fiscales. Como reconocía el mismo informe se trataba de una cuantificación parcial que no incluía a guaridas fiscales de la talla de Delaware o Nevada.
En este sentido, los Panama y Paradise Papers son Alephs que nos permiten una mirada en el secreto financiero global, pero a diferencia del borgiano, no aspiran a ser una totalidad. Seguramente hay tesoros similares en oficinas de la City de Londres, Delaware o las islas Caimán por nombrar algunas de las más notorias guaridas fiscales. A nadie debería sorprender que en esos documentos figure el resto del gabinete gubernamental.