El intercambio comercial registró en mayo un déficit de 1285 millones de dólares, lo cual implica un alza del 123 por ciento frente al rojo de 576 millones del mismo mes del año pasado. En cinco meses, el agujero comercial asciende a 4691 millones de dólares, 2,5 veces la marca anotada a esta altura del año pasado. La debacle comercial incide en el aumento de la vulnerabilidad externa, que alimenta las corridas cambiarias. En mayo, el deterioro en la balanza de comercio se explica a partir de una baja del 6 por ciento de las exportaciones, mientras que las importaciones avanzaron un 6,3 por ciento. Las ventas al exterior se vieron afectadas por la sequía y la retención de cosecha como modo de especulación frente a la volatilidad cambiaria y también por la caída de las exportaciones industriales. Por el lado de las importaciones, aumentó el ingreso de porotos de soja para alimentar a la industria molinera y aceitera junto a autos, bienes de consumo y gasoil. Con la devaluación del peso desde mayo, el Gobierno espera que el resultado comercial no continúe en baja.
La evolución de la balanza comercial contradice la idea que busca instalar el Gobierno acerca del origen de la crisis cambiaria, que ya se tradujo a la inflación y a las condiciones de vida. El relato oficial subraya que la “turbulencia” se explica por una serie de shocks exógenos, como la tasa de interés de la Reserva Federal, la sequía o el alza del precio internacional de los hidrocarburos. Sin embargo, en el terreno del comercio exterior, sobre el cual la política económica sí tiene implicancias, aparecen los siguientes números: en 2016 se registró un superávit de 1968 millones de dólares, que pasó a un déficit de 8515 millones el año pasado y apunta a los 10 mil millones este año. El 2015 también fue un año deficitario (-3419), pero previo a ese período hay que remontarse a 1999 para encontrar déficit de la balanza comercial.
El déficit de 1285 millones de dólares en mayo fue el más alto del año. Las importaciones de mayo también tocaron su pico en estos cinco meses, al alcanzar los 6066 millones de dólares. La compra al exterior de bienes intermedios subió un 21,1 impulsada por la alúmina calcinada, productos químicos y también porotos de soja, cuyo ingreso aumentó en 172 millones de dólares. La importación de porotos de soja se explica por el impacto de la sequía, que redujo en 20 millones de toneladas la cosecha nacional.
Entre los importados, otro rubro que subió por encima del promedio es bienes de consumo, con un 7,6 por ciento. Máquinas, aparatos y material eléctrico subió un 22 por ciento, seguido de plástico, caucho y sus manufacturas (14,3), textiles (13,6) y calzado (11,8). Como a lo largo de casi toda la gestión de Cambiemos, el mayor ingreso de bienes de consumo importados se da en un contexto recesivo para el consumo en el mercado interno. Según la CAME, en cinco meses las ventas minoristas de las pymes muestran una caída del 2,5 por ciento en la comparación interanual. En tanto, el Indec midió para el primer cuatrimestre una baja del 2,1 por ciento en las ventas a precios constantes de los supermercados. La importación de autos terminados subió un 4,9 por ciento en mayo.
Por su parte, las exportaciones bajaron un 6 por ciento en mayo, aunque la merma se ubica en el 17 por ciento si se excluye el efecto positivo de los precios. Un fuerte impacto sobre las ventas al exterior se dio por efecto de la sequía, ya que las colocaciones de porotos de soja bajaron de 638 a 210 millones de dólares (-67 por ciento). Por el lado industrial, la caída del 5 por ciento se debe a una baja de las ventas de productos químicos. En cambio, las exportaciones de manufacturas de origen agropecuario subieron 4,8 por ciento impulsadas por harina y pellets de soja y carnes y sus preparados, mientras que cayó grasas y aceites. La devaluación del peso, como ocurrió en mayo y en lo que va de junio, suele mejorar el resultado comercial en meses posteriores, especialmente por el efecto recesivo en términos de actividad económica y, en consecuencia, sobre las importaciones.